Dos estudios argumentan que el claustro de Palamós procede de la catedral de Salamanca

Gana fuerza la hipótesis de que el claustro románico del siglo XII fue desmontado cuidadosamente en 1783 y almacenado y reconstruido en Madrid en 1931 para ponerlo a la venta

Un detalle del claustro de Palamós.

Un detalle del claustro de Palamós. / JOAN CASTRO / ICONNA

ERNEST ALÓS / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El debate sobre la autenticidad e identidad del claustro instalado en los años 50 en el Mas del Vent de Palamós aún no se ha cerrado, pero se acumulan las evidencias que apuntan a que su origen puede ser el antiguo claustro románico de la catedral de Salamanca, desmontado en 1783 y que podría haber sido trasladado a Madrid y reconstruido en el primer tercio del siglo XX para ponerlo a la venta. El historiador del arte de la Universitat de Girona Gerardo Boto, el profesor de cristalografía de la Universitat de Barcelona Màrius Vendrell y la restauradora Pilar Giráldez, que habían defendido ya esta tesis, han hecho llegar un escrito con dos informes que argumentan detalladamente su postura a la Direcció General de Patrimoni de la Conselleria de Cultura.

Cultura, después de que Boto presentase convincentemente esta tesis el pasado verano, reabrió el debate, encargando un segundo dictamen al exdirector del MNAC Eduard Carbonell e iniciando los trámites para proteger el conjunto. Según fuentes del departamento, el informe aportado ahora será tenido en cuenta, pero hasta que Carbonell no emita su dictamen definitivo no habrá una nueva postura oficial al respecto.

Los argumentos aportados por Boto, Vendrell (miembro de la comisión convocada por la Conselleria de Cultura que consideró inicialmente el claustro una recreación moderna, conclusión de la que él discrepó) y Giráldez son abundantes y coinciden en apuntar que las galerías del claustro del Mas del Vent "tienen una antiguedad secular" y que "corresponden al claustro románico de la catedral vieja de Salamanca y están formadas por multitud de piezas originales completadas con unas pocas añadidas durante la recomposición del conjunto en 1931".

Para empezar han documentado que el claustro fue desmontado cuidadosamente en 1783 (según el archivo capitular, "con el mayor cuidado y aprovechamiento") y almacenado con la intención de reconstruirlo, decisión que fue rectificada al cabo de dos años por los defensores de modernizar la arquitectura de la catedral. Consideran significativo, también, que las piezas que se conservan en Palamós estén numeradas con caracteres incisos propios del siglo XVIII, distintos de la numeración pintada en color rojo que se aplicó cuando fue trasladado en 1959 a Palamós.

Boto apunta una explicación a la objeción más sólida que se había hecho a su tesis, que el claustro actual de Salamanca construido en el siglo XVIII sobre el espacio que dejó el románico es de tamaño menor que el del Mas del Vent. Es decir, que el de Palamós, 'no cabe' en Salamanca. Según el profesor de la UdG, al edificar el claustro neoclásico se evitó reutilizar los cimientos del original por motivos de seguridad estructural y se redujo sus dimensiones en dos pies y medio (hecho que está documentado), algo que coincidiría con las diferencias existentes con el claustro de Palamós, con las vigas de madera del techo que se conservan en Salamanca y con los sondeos de georadar que se han realizado en la catedral. Estas no hallaron los cimientos románicos pero sí, según Boto, el material con el que se rellenaron. Las medidas, a su vez, son tanto en el claustro de Salamanca como en el  claustro de Palamós son múltiplos exactos de una unidad de medida poco habitual, el pie capitolino, en lugar del castellano.

El análisis del material pétreo, en el que se han centrado Vendrell y Giráldez, evidencia que el claustro de Palamós fue tallado en la misma piedra arenisca de las canteras salmantinas de Villamayor que la catedral y que los sillares muestran marcas de un desmontaje con palancas metálicas anterior al montaje en Madrid, así como rastros de líquenes y erosión difíciles de explicar en menos de un siglo de exposición a la intemperie y fracturas coherentes con los efectos del terremoto de 1755 que deterioró el claustro y condujo a su desmontaje. Por otra parte, fustes de columnas y dovelas muestran métodos de encaje medievales (como canales para verter argamasa líquida) y no propios de los siglos XIX o XX. 

El informe de carácter histórico dirigido por Boto apunta también que muchos de los capitales son copias (proceso habitual entre los escultores de la época) que solo pueden tener una datación medieval y proceder de la construcción original del claustro en el siglo XII, ya que se corresponden con capiteles de otros edificios castellanos que solo fueron reproducidos y difundidos por los historiadores del arte en fechas como 1931, 1939, 1949 y 1961.