Aragón reclama al MNAC los frescos de la sala capitular de Sigena
El conflicto por el arte sacro entre Catalunya y Aragón abre un nuevo frente. El Gobierno aragonés reclama la devolución de los frescos de la sala capitular del Monasterio de Santa María de Sigena (Huesca) al Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC). Según Aragón las pinturas fueron trasladadas de su lugar original a Barcelona sin "ningún título jurídico de propiedad", dado lo cual pertenecen "legítimamente" a la congragación de la Orden de San Juan de Jerusalén, propietaria del cenobio y que ha cedido al Gobierno aragonés los derechos para poder emprender las acciones administrativas y procesales necesarias para lograr la recuperación de las pinturas.
Una recuperación, la de ahora, que sería imposible, porque los frescos no existirían, si la Generalitat no los hubiera recuperado de una segura desaparición tras el incendio del monasterio durante la guerra civil, en agosto de 1936. Algo que el conseller de Cultura Ferran Mascarell no duda en recordar: "Gracias a la actuación del MNAC esas obras existen y están disponibles", y está seguro que Aragón apreciará: "Seguramente agradecerán a la sociedad catalana el que las haya puesto en valor y restaurado durante 40 años cuando estaban a punto de desaparecer". Sobre los pasos a seguir Mascarell afirma que se "dará una respuesta jurídica y política", después de estudiar "con mucha atención" los términos en los que las instituciones aragonesas plantean la reclamación.
Una respuesta similar a la planteada desde el MNAC desde donde afirman no haber recibido ninguna comunicación ni reclamación hasta la fecha. Desde el museo aseguran que cuando les llegue la demanda la estudiarán y la contestarán. De momento sus responsables prefieren guardar silencio en vistas de un más que posible largo litigio. Aunque sí explican que las pinturas, únicas en arte hispánico del año 1200, son unas de las grandes obras maestras que custodia el museo y que cómo tales siempre se han tratado. Los frescos entraron en el Museu d'Art de Catalunya ¿antecesor junto al Museu d'Art Modern del MNAC- en 1940 tras ser rescatadas de su más que segura destrucción tras el incendio del cenobio, y ser restauradas en la Casa Amatller a cargo del Ayuntamiento de Barcelona.
Tras el incendio, los frescos fueron rescatados por un equipo liderado por Josep Gudiol, historiador del arte y arquitecto, y uno de los muchos artistas que formaron parte del comité de salvamento del patrimonio de la Generalitat, y que recorrían el frente en busca de obras en peligro de desaparición. Gudiol recordaba, en sus memorias, el momento con gran tristeza: "Crucé corriendo las ruinas del viejo claustro para llegar a la famosa sala capitular del siglo XII: no puede contener las lágrimas delante de las cenizas de uno de los monumentos más bellos del mundo. El bellísimo artesonado árabe que cubría la sala era una capa de cenizas entre los escombros del techo caído. Los arcos de policromía brillante eran una ruina gris y negra que destacaba sobre el cielo. El fuego había transformado las maravillosas composiciones que pocos meses antes parecían acabadas de pintar en unas figuras monocromas casi invisibles". Lo que quedó, cedido en depósito por las monjas sanjuanistas, se expone al público de forma permanente desde 1960.
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