Anacleto desenfunda de nuevo

Imanol Arias, el martes, durante el rodaje de 'Anacleto, Agente secreto', en Barcelona.

Imanol Arias, el martes, durante el rodaje de 'Anacleto, Agente secreto', en Barcelona. / periodico

ANNA ABELLA
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Casi daba miedo ayer colarse entre los 300 figurantes, todos con maleta de ruedas, en el plató que convirtió el pabellón del Palacio de Congresos de Montjuïc en una estación de tren. Unos tiros por aquí, una amenaza de bomba por allá, un aviso de simulacro de explosión, una estampida colectiva provocada por el pánico, un técnico que grita a los extras «está prohibido reír»... y en medio, un Berto Romero manchado de sangre, un Quim Gutiérrez que confiesa al periodista sentirse «terriblemente cómodo con una pistola en la mano» y un Imanol Arias armado hasta los dientes, con cartuchera al hombro, rifle y dos pistolones. Pero no se asusten. Todos ellos, bajo la dirección de Javier Ruiz Caldera (3 bodas de más, Spanish Movie), están rodando desde hace un mes en Barcelona (seguirán hasta el 31 de agosto) una comedia, eso sí, «gamberra», y con mucha, mucha y trepidante acción, y que encima significa la resurrección de un icono del cómic de la España de los 60 y 70: Anacleto, Agente secreto, creado hace medio siglo por Vázquez, mítico dibujante de Bruguera.

TRAJE Y PAJARITA / Encarnando a Anacleto, Imanol Arias parece sacado de una de aquellas viñetas que sigue reeditando Ediciones B: con el siempre impecable traje negro, camisa blanca, pajarita, cigarrillo en los labios y el largo flequillo. Solo que hoy peina canas. Y es que en la historia que cuenta la película, que se estrenará el 10 de abril del 2015, han pasado 30 años y el público hallará, según Ruiz Caldera a «un Anacleto crepuscular, a punto de jubilarse y que debe volver para salvar a su hijo».

Hijo que encarna Quim Gutiérrez, en un coprotagonismo con Arias que desborda química, y que es un treintañero que trabaja de segurata con su amigo Martín (Berto Romero), y al que le deja la novia, Katia (Alexandra Jiménez). «Adolfo es tristón, vive en una cómoda burbuja, juega a la Play, trabaja poco y duerme mucho. Hasta que descubre la identidad secreta del padre [y ve que no es un tipo que vende fuets en una masía del Vallés], y a la vez descubre también la suya, entiende sus ausencias de niño y ve que puede ser un digno heredero del héroe», cuenta de su personaje, entre toma y toma, el actor catalán.

30 años antes, Anacleto encerró a su eterno archienemigo, «el malvado Vázquez» (álter ego del dibujante e interpretado por Carlos Areces), en una prisión del desierto de Gobi (para ello el rodaje se desplazó a las Bárdenas Reales, en Navarra), de la que ahora escapará para vengarse. Y allí reencontrará el espectador de Anacleto, Agente secreto al villano: «en una celda -revela el director- llena de dibujos del cómic donde imagina mil formas de matar al espía. En una, como guiño a la historieta, es devorado por un tiburón [su mayor miedo]. Ha sido un reto hallar el equilibrio entre mantener la esencia del cómic, para no defraudar al fan, y crear una comedia de acción que divierta al que lo desconoce».

Del tono que gastan Anacleto y Vázquez en la película -una producción de Zeta Cinema con colaboración de TV3, TVE y Canal+, con un presupuesto de 4 millones de euros-, da fe Imanol Arias. «Cuando se reencuentran uno le dice 'Qué viejo estás', 'Tú también', le responde el otro. O 'me encantaría que aún estuvieses pudriéndote'...». Para el actor de 58 años, que anunció que la Semana de cine de Valladolid (Seminci) reconocerá su trayectoria con la Espiga de Oro y que el año próximo rodará con Alberto Arvelo, este rodaje, además de sus «mejores vacaciones en la última década», significa «abrir una ventana» para prepararse para el día después de la televisiva Cuéntame cómo pasó, que retomará tras el verano tras 14 años siendo Antonio Alcántara.

En el filme, donde también aparecen Emilio Gutiérrez Caba (el Jefe) y Rossy de Palma (madre de Katia), harán cameos Andreu Buenafuente y José Corbacho (exagentes jubilados). Pero si en algo están disfrutando los dos protagonistas es con la acción, que les ha llevado a saltar desde 25 metros desde el edificio de Correos de Barcelona (ahí Gutiérrez lidió con su aprensión a las alturas), a entrenarse «al límite»  corriendo a las 5.30 de la mañana y tras 12 horas de rodaje ir al gimnasio, en persecuciones de coches, coreografías de artes marciales o el manejo de armas, algo que ambos dominan. A Gutiérrez, su abuelo le regalaba a escondidas pistolas de petardos; a Arias le contrataban para probar cetmes o 9 milímetros parabellum en la zona industrial de Eibar, donde se crió. «Pero nadie debería usar un arma en su vida», dice, y poniéndose serio también, loa a Anacleto. «Es totalmente incorruptible, y hoy -especula- vería que la corrupción hace que el enemigo no esté en los desiertos lejanos sino en los despachos».