NOVEDAD EDITORIAL

Rubor guerrero

Álvaro Colomer recoge en su novela 'Aunque caminen por el valle de la muerte' el pobre comportamiento del Ejército español en la batalla de Najaf

Soldados españoles en Najaf (Irak), el 17 de abril del 2004.

Soldados españoles en Najaf (Irak), el 17 de abril del 2004. / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El 4 de abril del 2004, horas después de que los suicidas de Leganés saltasen por los aires, con el Gobierno saliente de Aznar 'groggy', con el país aún conmocionado por el atentado de Atocha y encendido por las mentiras de Acebes y con Zapatero a punto de llegar a la Moncloa con la promesa de retirarse de Irak, el Ejército español se vio inmerso en los combates (por qué no, en la batalla) más intensos desde Sidi-Ifni. El periodista y escritor Álvaro Colomer ha narrado el asalto a la base Al Andalus en la ciudad chiita de Najaf en ‘Aunque caminen por el valle de la muerte’ (Random House). Una “novela basada en hechos relatados”, recogidos de los protagonistas de la acción en El Salvador, Estados Unidos, Irak, España y varios países europeos.

Para salvadoreños y estadounidenses, ese fue un día de infamia para el Ejército español, que se escondió en el interior de la base multinacional que estaba bajo su mando con sus mandos paralizados mientras un batallón salvadoreño, una compañía de comunicaciones del Ejército de EEUU y varios mercenarios de Blackwater repelían el asalto de un millar de milicianos del Ejército del Mahdi. Para los españoles, el teórico carácter pacificador de su misión, arruinada por la detención de un líder chiísta por EEUU, la negativa del Gobierno a arriesgar vidas y la precariedad material les hizo quedarse en la reserva. Aunque cuando fue necesario actuaron heroicamente para rescatar, en dos salidas de blindados BMR a tiro limpio, en plan ‘Black Hawk derribado’, a un destacamento salvadoreño e iraquí aislado en la cárcel de la ciudad y a los soldados centroamericanos que ya habían salido a su búsqueda a pie.

DESCONTROL

“En el mismo día el Ejército español practica las acciones más heroicas y las más abyectas. En aquella salida se la jugaron, pero salvadoreños y estadounidenses coinciden en que no defendieron su propio cuartel y no estuvieron a la altura”, concluye el autor. “Seguramente los salvadoreños quedarán más contentos con este libro -añade-. En el papel de los españoles está también el elemento de la chapuza, de una magnitud... Los mismos soldados españoles te dicen que nadie daba órdenes, o que las órdenes eran que se escondieran. Uno me explicó que como no le respondían subió al centro de mando y no había nadie en la radio”.

Algunos episodios conflictivos quedan en la ambigüedad. En otros, Colomer se inclina por una opción. En la novela, es el coronel salvadoreño quien logra que no se bombardee un hospital, no el español. A los españoles les tienen que empujar prácticamente para que salgan en búsqueda de los salvadoreños. Pero, al mismo tiempo, blindados españoles que no respondían al fuego, indignando a los socios de coalición, no lo hacían porque tenían las ametralladoras pesadas averiadas. “Y cuando los americanos se cabrean porque se encuentran a los españoles a cubierto fumando jugando al mus, se quedan con la sensación de que son unos cobardes que se están rascando los huevos cuando estaban en la reserva esperando órdenes”, detalla Colomer.

MEZCLA DE FICCIÓN Y REALIDAD

Colomer justifica su opción de no escribir un libro de pura no ficción: “En una  batalla es imposible saber lo que sucede realmente. Las interpretaciones que recogí muchas veces no concordaban con la realidad. Decidí quedarme con las que parecen más coherentes, renuncié a hacer un gran reportaje y lo convertí en una novela porque no puedo poner la mano en el fuego por lo que me decían”. El resultado ha sido un intento de ofrecer los cuatro puntos de vista, el iraquí, el salvadoreño, el norteamericano y el español, fusionando en personajes de ficción varios personajes reales.

Lo que estaba sucediendo al mismo tiempo en España explica que la atención política y de los medios fuese escasa. Solo Gervasio Sánchez, y Mónica Prieto al día siguiente, llegaron al cuartel asaltado. Y el pobrísimo papel del Ejército español explica que el tema también fuese tabú en Defensa. “Me dijeron -dice Colomer- que ni hablar de colaborar en el libro, y que recoger la versión norteamericana y salvadoreña era, literalmente, una traición”.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"\"Los escritores espa\u00f1oles son acomodaticios\"","text":"El inter\u00e9s de Colomer por el tema fue, dice \u201cpuramente azaroso\u201d. Tras \u2018Los bosques de Uppsala\u2019 quer\u00eda escribir algo menos claustrof\u00f3bico y con m\u00e1s acci\u00f3n. \u201cQuise hacer una novela sobre mercenarios en el siglo XXI. Y entrevistando a mercenarios en varios lugares de Europa top\u00e9 con uno que me dijo que no sab\u00eda por qu\u00e9 quer\u00eda hacer una historia ficticia si ya ten\u00eda una real en la que hab\u00edan participado soldados espa\u00f1oles y mercenarios. Y me interes\u00f3, porque Espa\u00f1a tiene una batalla cada 50 a\u00f1os\u201d, explica. Colomer no ten\u00eda el m\u00e1s m\u00ednimo conocimiento militar antes de emprender la escritura del libro. \u201cSiempre quiero escribir sobre algo que no conozco. Los escritores espa\u00f1oles son muy acomodaticios, escriben sobre el amor, la identidad, la p\u00e9rdida o la redenci\u00f3n desde la mesa de su estudio. Es algo de vagos. Un escritor americano investiga como un periodista y escribe como un novelista. Esto es muy negativo para la literatura espa\u00f1ola. Que Espa\u00f1a haya intervenido en las guerras de Irak y Afganist\u00e1n y solo Lorenzo Silva haya escrito sobre ello es algo \u00fanico\u201d. Otra cuesti\u00f3n, dice, es la de los corresponsales, \u201cque son extraordinarios y siempre se quedan mientras los otros se van\u201d."}}