El certamen de la Costa Azul

Almodóvar apunta alto

De izquierda a derecha, Blanca Suárez, Jan Cornet, Elena Anaya, Pedro Almodóvar, Antonio Banderas, Marisa Paredes y Jean-Paul Gaultier, ayer, en la alfombra roja de Cannes.

De izquierda a derecha, Blanca Suárez, Jan Cornet, Elena Anaya, Pedro Almodóvar, Antonio Banderas, Marisa Paredes y Jean-Paul Gaultier, ayer, en la alfombra roja de Cannes.

NANDO SALVÀ

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Quienes pensaran que Pedro Almodóvar corría el peligro de convertir su estilo -ese tono entre lo operístico y lo folletinesco, esas superficies suntuosas, esa insistencia en las citas cinematográficas- en mera rutina deberían entender la nueva película del director manchego como un desmentido. Presentada ayer a competición en el Festival de Cannes, la intriga de venganza La piel que habitoes sin duda una de sus obras más radicales de su carrera y tal vez la más sombría, probablemente su forma de sacudirse de encima cualquier tentación al acomodamiento. El filme, recibido con aplausos, ya está situado entre los favoritos a la Palma de Oro.

«He hecho esta película como todas las demás: de un modo visceral y sin pensar ni en el espectador ni en las modas», explicó ayer Almodóvar en un encuentro ante la prensa española. «Esa independencia es un lujo que tengo intención de seguir permitiéndome». Como primera muestra de este fascinante cambio, esta vez Almodóvar --basado enTarántula, la novela de Thierry Jonquet del 2003--, no pone a una mujer en el centro de su historia sino a un auténtico psicópata: el doctor Ledgard -interpretado por Antonio Banderas-, brillante cirujano plástico que trabaja en una nueva forma de piel artificial resistente a las quemaduras, repelente de insectos, más duro y mejor que la membrana que la naturaleza nos otorgó.

En su casa mantiene cautiva a Vera (Elena Anaya), que el doctor usa como cobaya de su genio y de su locura. Extrañamente sexi, atractivamente perversa,La piel que habito(que se estrenará en España el 2 de septiembre) adopta la forma de thrillerpara llevar a cabo un estudio sobre la identidad y las máscaras, sobre el sexo y la carne, sobre los cuerpos y el poder y la muerte.

Esos temas predilectos son afrontados siguiendo las estrategias narrativas -los flashbacks, los largos fragmentos expositivos- y la mezcla de géneros que le son habituales al director. Sin embargo, esta vez añade un elemento de ciencia ficción que acercaLa piel que habitoal cine de terror. Solo alguien de su talento puede hacer algo así sin romperse la crisma. «Una vez acabada la película veo muchas referencias cinematográficas y mitológicas, como Frankenstein o el mito de Prometeo», afirmó ayer. «Evidentemente, también Los ojos sin rostro, de Georges Franju estaba en mi cabeza cuando la escribí, porque encarna un cine de terror en el que no hay sangre. Quería alejarme del gore,del espectáculo brutal, a pesar de que hablo de cosas que sí son brutales».

Así pues, con esta película Almodóvar continúa su viraje hacia una narrativa más oscura y casi venenosa. El director no esconde la naturalezabizarrade lo que está contando, todo lo contrario: la pone al frente. La historia es tan demente que por momentos es inevitable preguntarse si Almodóvar se la toma en serio y si, en cambio, se burla de ella. En todo caso, aunque la película proporciona destellos de humor, las risas que provoca son casi siempre nerviosas. Asimismo, es quizá su obra más despojada estilísticamente. «El argumento es tan excesivo y tan atroz que quise que la visualización del mismo fuera todo lo contrario», comentó.

LO SUBLIME Y LO RIDÍCULO/ En cualquier caso, la naturaleza del relato hace que enLa piel que habitoAlmodóvar se instale como pocas veces antes en la fina línea que separa lo sublime de lo infame, lo magistral de lo ridículo. Y que, en efecto, la película signifique una inyección de energías renovadas en la obra del director. «La piel que yo habito es todavía juvenil para la edad que tiene», aseguró ayer. «Es una piel a la que me ido acostumbrando poco a poco, no sin problemas. Muchas veces no me he reconocido en ella. Ahora no es que viva con comodidad, pero sí habituado a lo que implica esta piel, y con las heridas ya cicatrizadas. No quiero ser nostálgico, me lo pasé muy bien cuando la piel era más joven, pero ahora hago otras cosas».