Alejandro Sanz: «Ya no voy a buscar el 'hit' que suene en la radio»

Entrevista con el músico español, que acaba de lanzar su décimo disco de estudio, 'Sirope'

Alejandro Sanz, ayer en Madrid, tras la presentación de su nuevo disco, 'Sirope'.

Alejandro Sanz, ayer en Madrid, tras la presentación de su nuevo disco, 'Sirope'.

BEATRIZ MARTÍNEZ
MADRID

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Veinticinco años de carrera, 10 álbumes de estudio y 20 Grammys. Es además uno de los artistas latinos más queridos por el público y ha sabido pasar por sus diferentes etapas musicales con mucho sentido común, desde el ímpetu juvenil del 'Pisando fuerte', pasando por el 'Corazón partío' hasta llegar a este sereno momento de madurez que muestra en su nuevo álbum, 'Sirope'. Para Alejandro Sanz es el néctar que te endulza y te cura. Un título pegadizo y con gancho, atrevido. Este lunes presentaba en el Reina Sofía sus 13 nuevas canciones, en las que ha estado trabajando durante un año y medio y en el que se muestra más ecléctico que nunca. Uno de los temas está dedicado a su hijo Dylan, hay colaboraciones con Juan Luis Guerra y el trompetista de jazz Arturo Sandoval. Y, como siempre, también está presente el amor. El nuevo 'coach' de 'La Voz' habla para EL PERIÓDICO el mismo día que sale a la venta un disco que lo ha colocado de manera inmediata en el número uno en ventas.

-Es 'Sirope' un álbum muy variado, lleno de ritmos diferentes y estilos que se entremezclan. ¿Qué concepto quería transmitir?

-Plasmar el sabor auténtico de una banda tocando en directo, la energía y la libertad creativa que respira. En Miami nos juntamos a tocar con amigos y hacemos 'jam sessions'. En ellas cabe de todo: funk, R&B, flamenco, rock, pop, bluegrass... Quería recuperar esa esencia, esas sensaciones que se desprenden en vivo. Pero, evidentemente, al pasar por el estudio el resultado es mucho más sofisticado, porque no queda nada al azar. Cada detalle está muy pensado, le hemos dado mil vueltas a cada cosa. Pero quería que el sonido tuviera un halo de espontaneidad, de ligereza.

-Cada vez es más perfeccionista y en esta ocasión se has involucrado de forma muy personal en la elaboración del disco. ¿Cómo ha sido ese proceso? 

-He pasado parte de la grabación yo solo. ¿Sabes qué pasa? Que cuando participa mucha gente, cada uno deja su pequeño sello y termina sonando a algo que no es lo que tenías en mente. A algo que no es tuyo y no suena a ti. Por eso pasé ocho meses previos grabando bases rítmicas y mezclas que no permití que ni siquiera tocara el productor. Y en ese sentido, Sebastián Krys fue muy generoso y entendió lo importante que era para mí que mi sello no se diluyera.

-Para un artista tan consolidado, cada nuevo álbum debe de acarrear una serie de retos cada vez más grande. 

-Mi principal reto es seguir emocionándome con lo que hago. Si no, no sirve de nada. Y además, todo el proceso de creación y plasmación requiere mucho esfuerzo. Me gusta salir agotado del estudio. Me gusta darlo todo. Y me impongo como regla el seguir sorprendiéndome a mí mismo. Porque si no fuera así, tampoco conseguiré sorprender a la gente que me escucha.

-Eso genera mucha presión...

-Muchísima. Pero es necesaria. Todo lo que no sea autoexigencia, es vanidad. Y yo no la tengo, porque me gusta trabajar a fondo lo que hago. La música es una cosa más seria de lo que parece, y hay que tomársela así. Y hay que llegar muy al fondo de uno mismo para conseguirlo.

-¿Se siente condicionado por encontrar un 'hit' en cada nuevo trabajo?

-Creo que el artista no debería estarlo, pero sí lo está todo el engranaje que te rodea. Por eso fui muy claro con la compañía ofreciéndoles una declaración de intenciones: ya no voy a buscar una canción que vaya a sonar en la radio. Nunca me lo he planteado, pero en este punto de mi carrera, aún menos. He intentado hacer 13 buenas canciones. ¿Es una mejor que otra? Creo que cada persona que se acerque al disco debe encontrar su propio 'hit'. Esa canción que le llegue al alma, que se convierta en algo suyo. Un 'hit', para mí, no aquello que triunfa en la radio.

-Después de tantos años de crisis dentro del sector, ¿qué momento crees que atraviesa la industria musical?

-Creo que los catastrofistas, los que se pusieron a llorar y a meterse debajo de una manta… y no lo digo por los manteros, que conste (bromea), siguen estancados. Pero también hay gente que se ha tomado esto como un reto, y que ha sabido abordar la coyuntura con ganas a la hora de superar los baches. Y a través de esfuerzo e imaginación, muchos proyectos han podido salir adelante. No hay que tener una actitud derrotista, ni siquiera en los peores momentos.

-Y en ese sentido… ¿se ha convertido Latinoamérica en la única salida posible para los cantantes de habla hispana? 

-Es que es fundamental. Yo lo vi claro hace mucho tiempo, cuando todavía el sector se encontraba en una etapa boyante. Pero no todos mis compañeros se lanzaron a la aventura. Quizá porque es un reto muy duro, requiere mucho esfuerzo. Pero a la larga se ha demostrado que el mercado latinoamericano es indispensable. ¿Por qué dejar a un lado a más de 600 millones de personas que hablan nuestra lengua? Hay que hacerles caso.

-¿Y enfoca también sus trabajos hacia ese mercado?

¿Te refieres al tema 'A que no me dejas'?

-Sí, aparecen mariachis. 

-Yo buscaba para esa canción el arreglo que fuera más moderno. ¿Y a qué llegué? A los mariachis. Fue lo más moderno que encontré (risas)

-Hay otra canción en el disco, El silencio de los cuervos

-Es como mi carta a los Reyes Magos. En realidad es un villancico, solo que no se escucha el fun, fun, fun. Me preocupan muchas cosas, desde el medio ambiente hasta la educación, que es fundamental. Pero también los dirigentes, ya que cuanto menos preparados están, más lo sufrimos los ciudadanos. Y me preocupa la estupidez del ser humano en muchos aspectos. Debería haber un organismo internacional que la controlara, ya que genera muchas malas decisiones.

-Señor Sanz, ¿qué opina del apoyo que se le da a la cultura en nuestro país y del IVA cultural del 21%?

-Me parece un despropósito. No se puede cargar ese porcentaje a un sector tan vapuleado como el de la cultura. Es muy sospechoso. Nosotros empezamos con la crisis muchísimo antes de que existiera, con la piratería. Y ha sido duro. No me gusta quejarme y utilizar el victimismo. Quiero que la industria salga adelante. Pero desde luego ese impuesto no le ayuda a nadie, ni a nosotros y mucho menos a los consumidores de teatro, de música, de cine… Me preocupa mucho el desarraigo que hay con la cultura en España, y cómo se ha utilizado políticamente por un lado y por otro. Habría que defenderla, porque es aquello que nos identifica. ¿Por qué somos mundialmente conocidos, por Picasso o por Rajoy?