GALARDÓN

Alberto Manguel, el lector táctil

El escritor argentino recibe el Premio Formentor de las Letras y publica 'Mientras embalo mi biblioteca'

Alberto Manguel, premio Formentor.

Alberto Manguel, premio Formentor. / periodico

Ernest Alós / Barcelona

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El último libro de Alberto Manguel, publicado estos mismos días en España, ‘Mientras embalo mi biblioteca’ (Alianza), gira en torno al desmantelamiento de la casa de campo francesa del escritor argentino-canadiense y la necesidad de meter en cajas y enviar a un almacén en Canadá las decenas de millares de volúmenes que atesoraba. Y a partir de aquí, en un ejercicio de bibliofilia o quién sabe si de bibliolatría, “una elegía y diez digresiones” sobre la relación del autor con el libro, en especial con “la materialidad del libro” (porque Manguel, confesaba jhoy, no es un “ciudadano virtual” y internet, ni para una consulta de Google) y con las bibliotecas. Las públicas, como la nacional de Argentina que ahora dirige (“son un instrumento esencial para contrarrestar la soledad”, escribe), y las particulares. Sobre todo las particulares. Sobre todo, la suya. “Solo puedo trabajar con felicidad en mi propia biblioteca privada, con mis propios libros o, mejor dicho, con los libros que sé que son míos”, escribe en ‘Mientras embalo…’.

¿Y internet, es esa la gran biblioteca infinita de hoy? "Es una gran biblioteca pero no es la universal. Con internet nos acercamos a ese infinito pero no estamos allí ni de lejos. En internet no se encuentra todo, hay cosas que no están o están mal contadas", explicaba hoy Manguel en un encuentro con agencias de prensa en el hotel Formentor.

œ"En internet no se encuentra todo, hay cosas que no están o están mal contadas"€

Alberto Manguel

Porque este viernes el Mangel editor, escritor, ensayista sobre la historia del libro, de la lectura y de las bibliotecas, ha recibido el Premio Formentor de las Letras, entregado en el marco de las conversaciones literarias que se celebran en el histórico hotel mallorquín. El galardón patrocinado hoy por las familias Barceló y Buadas y la Fundación Santillana es el continuador de aquel premio Formentor creado por Carlos Barral con el apoyo de un grupo de editoriales europeas (Seix Barral, Gallimard, Einaudi, Rowolt). En Formentor fueron premiados, entre otros, Jorge Luis Borges (al que Manguel leyó durante años en voz alta, sin llegar a alcanzar la categoría, dice, de discípulo; para Borges, decía ayer, solo era “una máquina de leer”), Samuel Becket, Saul Bellow y Jorge Semprún. 

En Pollença, Alberto Manguel ha elegido término que le define aún mejor que el de editor, escritor o traductor: “lector”, con la necesidad de ganarse la vida cubierta afortunadamente dentro del mundo de los libros, sin necesidad de dejar de llevar “una vida de libro o libresca”.

Elegía por una biblioteca

El cuerpo central de ‘Mientras embalo mi biblioteca’ es una elegía. No solo por esos libros encerrados en cajas. Sobre las páginas escritas por Manguel planea la nostalgia por un mundo de papel que se siente amenazado. "La mayor parte del mundo no lee", lamentaba hoy. Aunque ha apuntado al mismo tiempo que a lectura "fue siempre una actividad minoritaria porque si bien puede ser liberadora, nos devuelve la identidad y ayuda a pensar, requiere un esfuerzo". Y no estamos precisamente en tiempos propicios para reivindicar el esfuerzo. En la sociedad actual, opinaba ayer, la dificultad no aparece como un reto sino como un valor negativo. Pero “la lectura es lenta, tiene su propio ritmo y la mayor parte de la gente no quiere

"La lectura fue siempre una actividad minoritaria, porque si bien puede ser liberadora, requiere un esfuerzo"

Con todo, el discurso de aceptación del premio pronunciado esta nocbhe por Manguel ha girado más en torno de la lectura, la literatura y la ficción, “de cómo la lectura inventa la realidad”, que del libro como objeto (aunque para cada lector, ha dicho, “su biblioteca es una suerte de autobiografía”).  A partir de las primeras anotaciones en tablillas mesopotámicas, la invención de la escritura brindó a la humanidad, ha explicado el premiado “una extensión casi ilimitada del poder de la memoria”, “una suerte de modesta inmortalidad”. 

La invención de historias, dice Manguel, solo llega a ser una imitación ineficaz de la realidad. "Una suerte de universo paralelo imaginado, como un modelo o un mapa cosmológico en el que damos nombres a las cosas y trazamos constelaciones de causas y efectos en un esfuerzo por dar sentido a ese algo inefable que nos rodea", dice. Con el que podemos leer "aunque sea imperfecta y oscuramente, lo que sospechamos es la verdad".