'Ajoblanco' piensa el mañana

La mítica revista que acuñó la contracultura de los 70 vuelve a los quioscos solo en formato de papel

Pepe Ribas y Fernando Mir, en la sede de la Asociación Ajoblanco.

Pepe Ribas y Fernando Mir, en la sede de la Asociación Ajoblanco. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Hace ya unos cuantos años que Pepe Ribas andaba barrutando volver con su mejor creación, la revista 'Ajoblanco'. Un jalón imprescindible de la segunda mitad de los 70 en España, en plena transición, cuando las viejas estructuras estaban desmoronándose y las nuevas andaban buscando otros modelos porque todo -convertidas la cotidianidad y las costumbres en actos políticos-, era susceptible de ser discutido.  Hace diez años apareció el libro ‘Los 70 a destajo’, memoria de aquellos días de agitación y radicalidad,  y la realidad, tozuda, empezó a darle la razón a Ribas con las revueltas de 15-M. ¿Era posible el regreso?

Hoy, naturalmente, las respuestas son otras, pero las preguntas, aseguran Pepe Ribas y Fernando Mir –tándem fundador de la publicación-, siguen siendo las mismas por esenciales. ¿Cómo pensar una cultura que no sea fagocitada por el consumismo? ¿La verdadera cultura es siempre contracultura? ¿Es posible refundar la democracia? ¿Habida cuenta de lo que nos han traido el sistema de partido tradicional, el anarquismo tenía / tiene razón? ¿Por qué el feminismo sigue estando en el centro del debate? ¿Es esa la revolución real? ¿Qué hacemos contra el cambio climático? A aquella pareja se ha unido Carolina Espinosa, treintañera que por supuesto no había nacido cuando el primer 'Ajo' apareció entre los años 1974 y 1980, para crear la revista que a partir de este martes ya está en la calle con una portada blanca (como el primer número de octubre de 1974), el típico logo que emula a la Coca Cola (la bestia parda de entonces), el eslogan ‘Revolvemos’ y una foto que se diría tomada en las barricadas parisinas del 68 pero pertenece a las manifestaciones del 2011. Significativo.

LAS TRES VIDAS DE LA REVISTA

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En la segunda etapa de la revista, 1987 -1999, Ajoblanco se profesionalizó y apuntaló su vocación cultural. En el 2004, con la celebración de su 30 aniversario, se lanzó un facsímil de sus seis primeros números acompañado de una publicación ‘El Ajo, contra el sabor a mentira’ y un foro de debate en internet en el que participaron 650.000 personas. Aseguran que “un ataque informático” fulminó esa iniciativa un año más tarde.

Quizá sea por eso que el Ajo-2017, de carácter cuatrimestral, solo aparezca en papel y haya que buscarlo en quioscos, librerías y grandes superficies comerciales a partir de este miércoles. La revista, con firmas como Javier Pérez Andujar, Tomás Aragay, Juan Soto Ivars, Ignacio Merino, Lilian Newman, Victor Lenore, Mario Cuenca Sandoval, Simona Levi Jordi Esteva e ilustración de MIguel Brieva, es la punta de lanza de una Asociación Cultural localizada en el barrio de Gràcia donde se programarán debates, talleres, conciertos o proyecciones y una web que solo funcionará a modo de foro y de archivo de tiempos pasados, porque en ella solo se podrá acceder a los nuevos artículos cuando estos hayan hecho su recorrido un año más tarde.

LA PLAZA PÚBLICA

“Queremos incidir en el bien común, en lo público y lo social. Hablar en la plaza pública donde los distintos pueblos y culturas intercambian conocimientos. Creemos que sin esa cultura común vamos directos a la extinción de la especie, algo que intuimos ya hace 40 años cuando empezamos a hablar del cambio climático, y muy poca gente nos hacía caso”; dice Ribas enfatizando la primera personal del plural

Suena romántico y lo es.Todo ha surgido, a golpe de voluntarismo, de la aportación de los socios fundadores más un proceso de 'crowfunding'. Y aunque asumen que hay una cierta dosis de ingenuidad en la propuesta –la tirada del primer número es nada menos que de 50.000 ejemplares y no tienen publicidad- saben que los lectores y su fidelidad no se ganará de un día para otro. Creen que si ocurrió dos veces podría repetirse. Al fin y al cabo, las preguntas, en estos tiempos digitales, siguen siendo las mismas.