Adrià Puntí en su hora 'clau'
El exlíder de Umpah-Pah presentó 'La clau de girar el taller' con sentimiento y rock'n'roll en el Auditori
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
Adrià Puntí, a gusto en el escenario y con sus canciones, reviviéndolas con ganas de que todos formásemos parte de ellas, llevando la introspección del compositor nublado al estadio del rock’n’roll con su punto de exhibicionismo y desvarío. Un Puntí orgulloso de la cosecha que, tras una década de incertidumbre, le ha vuelto a colocar arriba. “Avui és el dia clau, ‘La clau de girar el taller’”, anunció este viernes en una sala 2 del Auditori a rebosar.
Su regreso por partes ha seguido un rumbo provechoso y en su cita con el Guitar BCN se observó un sonido de banda más consolidado respecto a hace dos años en el Palau. Partiendo de un repertorio moderno y moldeándolo a su gusto, como vimos ya en la primera pieza, ‘Esperit’, que avanzó poco a poco, a partir de una introducción de guitarra eléctrica, como esos largos medios tiempos de Neil Young que te están diciendo que no tengas prisa por llegar al estribillo. Cambiando en la misma canción las seis cuerdas por el piano, soplando la armónica, sintiéndose personaje: “clap your hands!”.
DESGARRO Y MELANCOLÍA
Puntí tiene ese don para fundir las dos caras de la clásica canción de rock, la desgarrada y la lírica, y ahí estuvo ‘El boig del telèfon roig’, con sus giros bruscos y su melancolía. Un aspecto llamativo es la incorporación del saxo, a cargo de otro Adrià, Bauzó, un instrumento a veces reducido al estereotipo que aportó sugerentes matices, entroncando con nobles tradiciones: climas acogedores como en viejos discos de Bowie o Reed, o crispando el ambiente, más cerca de Steve Mackay (The Stooges), en la solemne ‘Sardana en un blues’.
El recorrido a través de ‘La clau de girar el taller’ encajó una cuña con citas a otros trabajos. Una árida ‘De muda en muda’, de su anterior obra, ‘Maria’ (2002), y ‘El jardí dels préstecs’, grabada por Umpah-Pah hace más de veinte años, ambas con Puntí a la guitarra acústica, y ‘La font del gat’, de su debut solista, ‘Pepalallarga i…’, con introducción jazz-swing, pasos de baile desgarbados y vocalización pastosa parodiando al ‘piano man’ borrachuzo. El Puntí ’showman’, descarado y con un pie en el precipicio, que luego se recogió entre los dulces pliegues de ‘Esbrina’, deseando compartir el estribillo con las voces del público.
OTRO CONCIERTO
Cada vez más suelto, más dispuesto a jugar consigo mismo y con los suyos, Puntí aporreó con fuerza el piano en ‘La clau de girar el taller’ pidiendo al público que se alzara y despidiéndose bruscamente a continuación. ¿Fin del recital tras solo diez canciones? No, porque los bises reservaron otras once, otro concierto en sí mismo que emprendió el rumbo con ‘Mirall capgirat’, de Umpah-Pah, y sacudió la sala con la herrería y el saxo insano de ‘Fill de presons’.
Ahí Puntí, se decantó por su pasado, de la guitarrera ‘Jeu’ a una pieza medio olvidada del repertorio tardío de Umpah-Pah, ‘Tocayo’, y un intenso trayecto final a través de ‘Sí’ (la que grabó Bunbury) y ‘Ull per ull’, el reggae festivo de ‘La catximba i els rostolls d’Angelina’, con sesión de baile en el Auditori, y volviendo al principio, las opacas texturas a lo Crazy Horse en ‘Sota una col’. Después del arrebato, el espectáculo y la interpelación al público, un suave crepúsculo con el músico bajando la cabeza, concentrado en las ariscas notas de su guitarra. Este Puntí de largo alcance puede dar aún más de sí: el 15 de abril repetirá en la misma sala con otro repertorio, el del disco-libro ‘Enclusa i un cop de mall’.
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