NUEVA PÉRDIDA EN LA MÚSICA DE BAILE TRAS LA MUERTE DE DONNA SUMMER

Adiós a una leyenda disco

Robin Gibb, de los Bee Gees, fallece a los 62 años víctima de un cáncer

Bee Gees: Robin, Barry y Maurice Gibb, en 1979.

Bee Gees: Robin, Barry y Maurice Gibb, en 1979.

NANDO CRUZ

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La música disco ha recibido dos tremendos mazazos en apenas 72 horas. El pasado jueves falleció Donna Summer y el domingo, Robin Gibb. Eran dos primeras espadas del género. Si ella transformó aquella escenaundergrounden un fenómeno masivo al catapultar sussinglesa las listas de éxitos, Bee Gees introdujo el género entre el público blanco con ayuda de Tony Manero, el bailarín italoamericano interpretado por John Travolta enFiebre del sábado noche.

Robin Gibb había luchado el último año contra un cáncer intestinal, la misma enfermedad que consumió a su hermano gemelo, Maurice, cuya muerte en el 2003 fue tan dura para él como la enfermedad, que adelgazó brutalmente la ya delgada silueta de Robin. Siempre muy íntimamente ligado a él, su pérdida fue un durísimo golpe anímico.

Menos fluida fue su relación con Barry Gibb. Robin siempre sintió que el mánager del trío lo tenía a él en menor estima. Lo cierto es que Robin hizo grandes aportaciones compositivas al trío, pero Barry, con su leonino peinado y varonil barba, ha quedado como personaje central en todas las fotografías. Pero no es menos cierto que los intentos de Robin por triunfar lejos de los Bee Gees fueron infructuosos. En 1970 dejó el grupo y se lanzó en solitario conRobin's reign, pero pronto volvió al redil familiar. Su mayor éxito como solista fue elsingleJuliet, de 1983. En el 2011 había grabado un nuevo disco a su nombre que permanece inédito.

La inmensa mayoría de logros de Robin son los compartidos con los Bee Gees. Eso incluye la Orden del Imperio Británico y los más de 220 millones de discos que vendieron, además de su época en blanco y negro, entonando baladas de pop y soul blanquecino, como su renacimiento como reyes de la disco music a todo color desde la banda sonora de la hipertaquilleraFiebre del sábado noche.

Solo por títulos rompecorazones como Massachussets, To love somebody, How can you mend a broken heartyI started a joke, los Bee Gees ya ocupan un lugar de honor en la historia del pop, pero la popularidad de su falsete, ¡la madre de todos los falsetes!, escaló un peldaño más en diciembre de 1977, cuandoFiebre del sábado nochedesató la ídem por la música disco a nivel mundial.

HIMNOS DE SUPERVIVENCIA/ Estos días se acumulan los elogios a Donna Summer y los Bee Gees, pero hasta en su época de máximo esplendor, la disco music se consideraba un género menor. Música superficial, hedonista y hortera. En Estados Unidos se organizaron verdaderas cruzadas en su contra y en la roquera España de entonces el adjetivodiscotequeroera un insulto.

Si algo ha constatado el paso del tiempo es la importancia social de la disco music como refugio de colectivos oprimidos. Negros, latinos y homosexuales hallaron en sus génericos estribillos la energía necesaria para consolidar identidades, compartir angustias y sueños y sobrevivir en tiempos hostiles.

Para muchos, aquello solo eran cancioncillas bailongas. Otros recibieron esperanzadores mensajes en la obstinadaI will survivede Gloria Gaynor, en la hermanadoraWe are a familyde Sister Sledge, en el reafirmadorI feel lovede Donna Summer y hasta en los aflautados aullidos que sueltan Bee Gees enStayin' alive.

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