Relatos clandestinos del absurdo norcoreano

'La acusación' recoge siete cuentos de la vida cotidiana bajo una dictadura arbitraria, escritas por un escritor anónimo que consiguió hacer llegar el manuscrito al exterior

Visita de periodistas extranjeros a una estación de metro en Pionyang.

Visita de periodistas extranjeros a una estación de metro en Pionyang. / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Bandi significa en coreano ‘luciérnaga’. Una débil luz en medio de la noche. Es el seudónimo que encubre al anónimo autor de ‘La acusación. Cuentos prohibidos de Corea del Norte’, que este lunes publican en castellano y catalán las editoriales Asteroide y Periscopi. Los relatos, traducidos por Hèctor Bofill y Hye Young Yu, se desrrollan entre 1989 y 1995, durante el mandato o inmediatamente después de la muerte de Kim Il-sung, y habrían llegado al exterior del hermético país de forma clandestina. Reflejan lo absurdo de la vida cotidiana en Corea del Norte, el control absoluto sobre las vidas privadas, la paranoia que criminaliza cualquier desliz, el régimen de castas que condena a varias generaciones de una familia a ser tratadas como traidores. “Se trata de situaciones marcianas, prácticamente una distopía de tan alejadas como están del mundo en que vivimos”, sostiene el editor del libro en catalán, Aniol Rafel. En cuanto a la calidad literaria del texto, su editor en castellano, Luis Solano, reconoce que los textos de Bandi, sea quien sea, “no tienen detrás la tradición literaria de Rusia; viene de una literatura un poco menor. Pero es un ejemplo de literatura casi concentracionaria de primer nivel”. Cierto, si consideramos todo el país como un gran campo de concentración.

LA HISTORIA DEL LIBRO

Hasta ahora se habían publicado textos de exiliados, como Kim Seong-min, Jang Jin-seong o Do Myeng-hak, pero no escritos y enviados desde la clandestinidad desde el interior de Corea del Norte. El régimen norcoreano ha tenido también otros reflejos literarios. En el 2013, el Pulitzer premió la novela ‘El huérfano’, de Adam Johnson. Pero el novelista de Dakota solo visitó brevemente el país, y se basó en los relatos de las exiliados.

Teóricamente, Bandi es un escritor que publica en la revista del partido. Así se define en un poema: “Cincuenta años en esta tierra del Norte / viviendo como un autómata / como un humano sometido al yugo / he escrito estas historias / no animado por el talento / sino por la pura indignación / no con tinta y pluma / sino con los huesos calados de sangre y de lágrimas". “Aunque seguro que la mitad de cosas que nos dicen de él serán mentira”, reconoce Solano. El mismo editor coreano modificó todos los nombres y localizaciones para eliminar todas las pistas posibles sobre su autor.

“La historia de cómo se ha podido publicar el libro es prácticamente una película en sí misma”, explica Aniol Rafel. Una familiar de Bandi le comentó que abandonaría Corea del Norte cruzando la frontera china. Él le pidió que se llevase consigo el manuscrito, pero ella no se atrevió. Retenida en la aduana china y liberada después de que una ONG surcoreana pagara un soborno de 8.000 euros, el presidente de esta asociación, Do Hui-yun, consiguió que un amigo chino visitase al escritor anónimo, que le entregó el texto, en el 2012. Se llevó 750 hojas escritas a lápiz escondidas dentro de volúmenes como una ‘Antología de textos de Kin Il-sung’ y ‘La obra de Kim Jong-il’.  

LOS SIETE RELATOS

En ‘La fuga del norte’, un hombre confiesa por carta los motivos de su fuga de Corea del Norte. Es un paria porque su padre no supo plantar arroz en un invernadero como dictaminó el partido. Sus descendientes quedaron clasificados como “familia número 149”, condenada a ser considerada traidora. En ‘La ciudad del fantasma’, un niño de dos años que se asusta cuando ve un retrato de Marx y cree que es el hombre del saco trae la desgracia a su familia. En ‘El escenario’, una pareja se convierte en sospechosa tras cogerse de la mano mientras cogían flores para el funeral y hacen ver al padre de él que la represión “transforma al pueblo en un puñado de comediantes capaces de disimular perfectamente su dolor”.

La versión original coreana tardó un par de años en ser publicada, en el 2014. A los editores les hacía dudar la imposibilidad de acreditar la autoría. El editor del libro en español, Luis Solano, confiesa que ha retardado un par de meses la publicación en espera de si, tras su publicación en inglés, surgían informaciones que cuestionasen su autenticidad. Sin embargo, eso no ha sucedido. Al contrario, escritores norcoreanos exiliados han certificado que el vocabulario es el propio de ese país, donde la lengua ha seguido su propia evolución en el último medio siglo, con expresiones arcaicas en desuso en el sur y neologismos propios del régimen, y la técnica literaria es la dictada como ortodoxa por el régimen.

“Con todo, la certeza al 100% no la tendremos”, admite Aniol Rafel. Incluso si el autor fuese un exiliado norcoreano y la historia del escritor clandestino en el interior del reino de los Kim fuese inventada, no dejaría de tratarse de un testimonio real de las condiciones de vida en ese país, apunta Solano.

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