CRÓNICA

Abrumador despliegue

Daniel Harding y Paul Lewis conquistan el Auditori

El prestigioso director Daniel Harding y parte de la orquesta.

El prestigioso director Daniel Harding y parte de la orquesta.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
B ARCELONA

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Inolvidable concierto. Pocas veces se da una conjunción tan extraordinaria como la de la noche del jueves en el Auditori, en la

inauguración de la 31ª temporada de Ibercamera. El debut en el ciclo de la imponente Orquesta Sinfónica de Radio Suecia, con su joven y prestigioso titular, Daniel Harding, al frente, y la del gran pianista Paul Lewis, unidas a un programa de incuestionable atractivo, colmaron las exigencias de los melómanos que acabaron expresando su entusiasmo con encendidos bravos. El regalo de una sugestiva propina, con la Variación número 9 de Elgar, acabó de llenar el vaso de las emociones de la intensa velada.

Música a lo grande, con una interpretación pletórica de homogeneidad, transparencia, claridad sonora y un perfecto ajuste de todos los elementos tanto en el Concierto para piano, número 3 de Beethoven como en la exuberancia descriptiva de la híbrida primera sinfonía de Mahler, Titán, donde la formación sueca alcanzó cumbres difíciles de recordar en esta obra de gran riqueza melódica. Titánico fue el desempeño de unos intérpretes entregados a su director, un confeso mahleriano que ha encontrado la orquesta idónea para desarrollar su discurso musical.

NIVEL DE EXCELENCIA / Con el concierto de Beethoven, Lewis volvió a demostrar su categoría interpretativa, alejada de cualquier artificio, llegando a un nivel de excelencia tanto en el plano individual como en el del diálogo con una formación que no se queda en un segundo plano como ocurre tantas veces. El intercambio sonoro se hizo especialmente notable en el juego entre el solista y los instrumentos de madera.

Clasicismo de libro en la recreación de una obra que se abre con una extensa introducción orquestal de carácter heroico-trágico pero que después cede al pianista su papel preponderante hasta llegar al dinámico y luminoso Rondó final. Un bis, con un delicioso alegretto de Schubert, redondeó la magnífica actuación del músico británico.

No hay palabras para definir el abrumador despliegue sonoro de la sinfónica sueca con Mahler. Harding extrajo lo mejor de una formación en horas altas. El director, menudo y ligero, no necesita excederse en el gesto para dominar la escena y transmitir todos los matices de la partitura.

El suyo es un viaje a los sentimientos más puros tanto en los pasajes de aureola más poética como en los grandilocuentes, como ese despertar de la naturaleza inicial o el apoteósico paso final de las tinieblas a la luz. Una cuerda de ensueño, los exultantes metales, las envolventes maderas o la rotunda pero nunca desbordada percusión consiguieron llevarnos a esa emoción musical que eriza la piel.

Gran comienzo de una temporada que contará con otras orquestas y batutas de lujo, como las de Gatti o Gergiev,  y solistas como Pires, Pollini o Pogorelich. Busquen un hueco en su agenda.