HOMENAJE A UNA FIGURA ESENCIAL DE LA HISTORIETA

Viaje con Corto Maltés

Dibujo del álbum 'Las mujeres de Corto Maltés' (1981).

Dibujo del álbum 'Las mujeres de Corto Maltés' (1981).

ELIANNE ROS

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De Papua Nueva Guinea a Rapa Nui, de las Islas Vírgenes a Samarcanda, de la tundra siberiana al desierto etíope, de Venecia a los confines de la Patagonia... Bajo el título El viaje imaginario de Hugo Pratt, la Pinacoteca de París dedica una exposición al creador de Corto Maltés que recorre, a través de 134 dibujos y pinturas originales, los exóticos escenarios que inspiraron al creador, cuya vida se mezcla con la de su carismático personaje. La retrospectiva -abierta hasta el 21 de agosto- no es solo un homenaje a Pratt (Venecia 1927, Lausana 1995) sino también una reivindicación del autor como artista que desborda el espacio del cómic.

«Queremos situar a Hugo Pratt en el panteón, el lugar que le corresponde por haber creado un mundo fantástico con un nuevo lenguaje y su talento artístico», dicen los comisarios de la muestra, Patrizia Zanotti y Patrick Amsellem. Ambos han concebido la exposición como un periplo por los principales referentes de Pratt, desde su obsesión por los uniformes a su pasión por el mar y las islas pasando por su fascinación por las mujeres.

A diferencia de Hergé, que se documenta exhaustivamente sobre los lugares en los que se desarrollan las aventuras de Tintín sin salir del despacho, Pratt pisa el terreno, conoce todos y cada uno de los escenarios en los que evoluciona su héroe. En un vídeo que se proyecta en la exposición, el autor explica así la génesis de Corto: «Mis modelos eran los personajes del cómic americano, pero yo quería hacer algo más felino, más mediterráneo, de ahí surgió la idea de un aventurero con uniforme de marino, que le da ese aire romántico».

Nieto de un arquitecto militar e hijo de una amante del esoterismo, Pratt fue enrolado a los 14 años en una expedición militar a Abisinia. Durante la segunda guerra mundial ejerció de intérprete para los aliados y conoció diferentes ejércitos. De ahí parte la cultura militar que impregna su obra.

Como buen veneciano, el mar forma parte de su imaginario. La exposición muestra algunas de las acuarelas utilizadas para Balada del mar salado (1967), considerada la primera «novela ilustrada» y culminación del constante homenaje del autor al universo de los océanos y las islas exóticas. Ahí aparece por primera vez su personaje más legendario. «Trabajar con Corto Maltés es a la vez un placer y una disciplina hecha de largos periodos de rigor y soledad», dijo Pratt.

Las mujeres

En la muestra están presentes las diferentes técnicas, especialmente la acuarela. Los años 1970 y 1980 son los de la consagración, en los que da rienda suelta a otro tema estrechamente ligado a su existencia: las mujeres. Pratt confunde aquí, de nuevo, la fantasía y las figuras míticas de la literatura y el cine con las jóvenes de islas lejanas.

La pasión de Pratt por los indios americanos aparece también con dibujos y acuarelas que inspiraron la serie Wheeling. Otro tema recurrente es África y el desierto, el decorado ideal para desarrollar un estilo cada vez más depurado. Los frutos de sus expediciones -Las etiópicas, Los escorpiones del desierto, El hombre de Somalia- transmiten la fuerza y el candor que confluyen en la obra de Pratt, que se autodefinió como «un hombre maduro que en lugar de convertirse en un viejo gaga ha decidido quedarse en el mundo infantil».