UNA MUESTRA RECUPERA LA ÚLTIMA OBRA DEL PINTOR

El Joan Ponç más onírico despierta en una exposición

El artista dibujó las 'Capses secretes' durante su largo periplo por hospitales

MUNDO IMAGINARIO 3 A la izquierda, uno de los dibujos de la serie 'Degenerats', una de las más pesimistas. Arriba, a la derecha, una obra de 'Espurnes', los dibujos más cercanos a la ilustración de todos los que hizo; debajo, una de las piezas de 'Ca

MUNDO IMAGINARIO 3 A la izquierda, uno de los dibujos de la serie 'Degenerats', una de las más pesimistas. Arriba, a la derecha, una obra de 'Espurnes', los dibujos más cercanos a la ilustración de todos los que hizo; debajo, una de las piezas de 'Ca

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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En 1983, Joan Ponç abrió por primera vez sus Capses secretes en una exposición en Barcelona. Poco después el artista murió y las cajas volvieron a cerrarse. Y así, alejadas de la vista del público y custodiando los secretos que encierra el enigmático y onírico mundo de uno de los pintores más singulares de la segunda mitad del siglo XX, han permanecido durante 27 años, hasta el viernes, que volvieron a mostrar su contenido -una selección de 122 dibujos- en el centro L'Harmonia Espai d'Art de L'Hospitalet (hasta el 27 de febrero).

El nombre de la muestra hace referencia a las cajas en las que Ponç (Barcelona, 1927 - Saint Paul de Vence, 1984) guardó los dibujos que realizó entre 1975 y 1980. Durante esos cinco años el artista peregrinó por diversos hospitales en busca de una solución para sus problemas de visión derivados de la diabetes que sufría. Las muchas horas que pasó en las salas de espera, entre prueba y prueba, las aprovechó para hacer lo que más le gustaba: pintar. De aquí, «el componente vital, biográfico y dramático de las piezas», explica Sílvia Muñoz d'Imbert, comisaria de la muestra. Y de aquí también, el formato: pequeñas cartulinas pintadas con lápices, ceras y aguada. Pero pese a sus reducidas dimensiones y a los problemas de visión que arrastraba el artista, las obras son de un «detallismo y virtuosismo casi extremos», continúa Muñoz d'Imbert. Un trabajo que invita a quedarse prendado frente a cada una de las piezas.

La situación en la que fueron realizadas también está directamente relacionada con el tono de los dibujos de las nueves series que custodian las cajas: Mini-geperuts, Celestial, Estranya, Degollats, Èxtasi, Espurnes, Irregulars, Degenerats y Cap-espelmes. Las pintó todas a la vez, pero cuando su estado anímico era positivo abordaba los piezas de Celestial y Èxtasi, dibujos con un punto de esperanza; cuando las noticias médicas no eran buenas, se dedicaba a las series más oscuras: Degollats y Degenerats. Pero, aunque diferentes, todas reflejan el universo onírico del artista. Un mundo imaginario, alegórico y simbólico -«que a veces confundía con el real», apunta la comisaria- poblado de criaturas inquietantes, mitad humanas y mitad animales, y paisajes fantásticos habitados por animales y plantas irreales. Y todas comparten unos colores vivos e intensos, y un punto de humor negro.

La muestra, que viajará por diferentes municipios, se presenta tal como Ponç la concibió, con los mismos marcos y los mismos textos -de Luis Goytisolo, Fernando Arrabal, Jean-Clarence Lambert, Dietrich Mahlow, Fernando Gutiérrez, Camilo José Cela y Luis Racionero-, pero, por cuestiones de espacio, solo se exhiben 122 dibujos de los 424 que pintó.

INJUSTAMENTE OLVIDADO / «Lo ideal sería acabar en Barcelona y con las Capses secretes completas -reclaman desde la Associació Joan Ponç, promotora de la muestra junto a la Diputació de Barcelona-, sería la mejor manera de reivindicar la figura de Ponç». Un artista injustamente olvidado y muchas veces ocultado por la inmensa figura de su amigo Antoni Tàpies, cofundador junto a él de Dau al set.