Javier Ruibal y su mestizaje adobado

Aires de flamenco, blues, jazz, rock, rumba... Aromas de tradición magrebí, sefardí, cubana... Y letras poéticas, románticas, sensuales. Del tarro de las esencias de Javier Ruibal surge todo eso y más. Fue uno de los pioneros del mestizaje y con motivo del 15º aniversario de la publicación de su álbum más emblemático, Pensión Triana, el cantautor gaditano recupera la grabación con un envoltorio de lujo, un libro-disco aderezado incluso con recetas de su tierra que van desde las papas con choco y las tortillas de camarones hasta los pestiños. Hoy lo presenta en la sala Horiginal, delante del Macba.

¿Qué tal supera la prueba del tiempo esta Pensión Triana que no existe, pero que con su rico imaginario hace que sea de lo más real? «Pues bien, el edificio se mantiene sólido. No necesita apuntalarse -responde, feliz, el cantautor-. «La idea de que volviera al mercado es porque es un disco muy querido y difícil de encontrar. Y quería que lo hiciera así, con estos manuscritos con las letras y algunos acordes, estos menús que se pueden comer cada día en la supuesta pensión y estas ilustraciones de Santos de Veracruz, con el que fraguamos a medias el trabajo». Según relata, el pintor de Santa Coloma de Gramanet es fan suyo y se plantó en uno de sus recitales «con su bonito cómic Flamenco». «Y me gustó tanto que cuando se me ocurrió la idea de ilustrarlo enseguida pensé en él», asegura el autor de canciones tan redondas como Ay, Pelao.

En el disco, grabado en directo, intervinieron músicos como Chano Domínguez, Jorge Pardo y Martirio, un elenco que «difícilmente se podrá juntar». Y entre el público estaba un entusiasta Miguel Ríos, que para el libro ha escrito frases del tipo: «Ruibal es uno de los artistas imprescindibles para entender la evolución de la música popular».

Estar vivo es una fiesta

De la música popular. Y de la música y esencia de Cádiz, que impregna cada una de sus palabras y notas. «Es verdad. Siempre ha estado muy presente; estoy impregnado de esa luz y de esa filosofía de vida tan gaditana: vivir quitando la trascendencia a todo y haciendo una fiesta del hecho de estar vivo».