crónica

El Palau aplaude a la orquesta

La singular Band Art ofreció un emocionante y acelerado 'Réquiem' de Mozart

La orquesta Band Art, durante la actuación del lunes en el Palau de la Música Catalana.

La orquesta Band Art, durante la actuación del lunes en el Palau de la Música Catalana.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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Emoción, temperamento, energía. La orquesta Band Art dejó el lunes una bocanada de aire fresco musical a su paso por Palau 100 con la estupenda compañía del Cor de Cambra de la casa y cuatro destacados solistas. Tal vez el excesivo despliegue de esas cualidades le llevó a un punto de aceleración en el Réquiem de Mozart y ni siquiera la sobria batuta de Sir Colin Davis, un experto mozartiano, fue capaz de modularlos. Pero eso es pecata minuta. Lo importante fue la pasión que exhibieron y las buenas vibraciones que transmitieron a la sala.

Nacida en España, la orquesta está formada por músicos procedentes de las mejores formaciones europeas. Esta agrupación, centrada en causas sociales y educativas, está liderada por Gordon Nikolic, concertino de la Sinfónica de Londres, y presidida por Davis. No tienen director y sus integrantes, todos o una parte de ellos, se juntan para hacer buena música que ofrecen tanto en los grandes auditorios como en centros penitenciarios, escuelas, hospitales y lugares que han sufrido conflictos armados.

Lo primero que llama la atención es su informal disposición en el escenario, con la mayoría de los intérpretes de pie y desplegando un talante cercano al de un conjunto de rock. Vestidos con pantalón y camisa negra, los músicos de Band Art acometieron los 7 movimientos de la Serenata, número 9, 'Posthorn', pieza festiva de brillante orquestación. Tras una breve introducción y con un Allegro ma non troppo como eje central, llegaron al vitalista y rítmico Presto final. El entusiasmo ya había prendido en el Palau. Y se hizo más visible en la divertida ceremonia de celebración, con los músicos de cuerda agachados, para que el resto de los intérpretes recibieran el homenaje del público.

LA APORTACIÓN DEL CORO / La misa de difuntos de Mozart fue interpretada con las mismas dosis de entrega y con momentos de virtuosismo de los solistas, pero echando de menos un mejor ensamblaje. La poderosa y sólida aportación del coro y la interpretación de los cantantes contribuyeron a mantener el equilibrio en los diferentes pasajes de la obra, a pesar del vertiginoso ritmo interpretativo. Pero nunca faltó la emoción que transmiten estos músicos. Y la inmortal pieza sacra tan solo la hizo más patente.