El final de una cantante fuera de control

La generación del 27

Winehouse engrosa el club de ídolos pop fallecidos a esa edad, con Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Suena a viejo y rancio: morirte de forma no natural a los 27, como Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain, qué disparate. Pero si eso de las sobredosis ya no se lleva, ni tampoco los suicidios románticos. Pero si todo el mundo está, o debería estar, informadísimo de los efectos de las drogas. Si los músicos de pop actuales están, en teoría, sobradamente preparados para digerir sin males mayores los efectos de la fama.

Pero Amy Winehouse, testaruda, nos ha dejado a la misma edad que aquellas leyendas del rock; casi todas, fallecidas en el periodo en que languideció el sueñohippy(1969-71), excepto el rezagado líder de Nirvana (1994). La autora deRehab cotiza ahora para convertirse en el primer icono caído del nuevo milenio. Su música tenía un punto antiguo, y su manera de abandonar este mundo, también.

Cuando parecía que la rebeldía era un cliché, un ingrediente del aparato promocional; cuando jugábamos a escandalizarnos más que a escandalizarnos de veras, va Amy Winehouse y nos sacude una colleja en el cogote. Su manera de quitarse de en medio nos susurra el mensaje de que, entre el desfile de poses ensayadas ante el espejo, algunas son sinceras. Que lo suyo no era fingido; que iba en serio.

En otros tiempos no había motivo para la sospecha. Se interpretaba las muertes de las estrellas del rock como efectos colaterales genuinos de la vida bohemia; la herencia del culto al extremo y a losparaísos artificialesde los simbolistas franceses o los beatniks.En julio de 1969, la muerte de Brian Jones, poco después de ser despedido de los Rolling Stones, fue uno de los indicadores de que el sueñohippy no iba a ser eterno. Jones fue encontrado inconsciente flotando en la piscina de su casa, y los intentos de reanimarlo fracasaron. El informe médico dictaminó una alta presencia de drogas y alcohol en su organismo. Pocos meses después, el Festival de Altamont fijó el lazo negro a aquella era con la muerte de un asistente de 18 años en manos de los Ángeles del Infierno.

Luego le tocó a Jimi Hendrix, en septiembre de 1970, víctima de un cálculo equivocado en la automedicación de pastillas para dormir. Tres semanas después, una sobredosis de heroína se llevó a Janis Joplin, y en julio de 1971, Jim Morrison, que se había instalado en París, murió de un fallo cardiaco de origen nunca concretado, puesto que no se practicó la autopsia.

Adiós con mensaje

El, hasta ahora, último socio delclub de los 27era Kurt Cobain. Su fallecimiento no tuvo ningún componente accidental: hundido en una depresión, se disparó con una escopeta. Si las muertes de sus colegas de clan simbolizaron el descontrol de una época y el fin deltodo es posible sesentero, la de Cobain lanzó un mensaje distinto: era el grito agónico de un músico hipersensible e infeliz, desbordado por la talla industrial de su personaje.

Ha habido cadáveres aún más tiernos: Buddy Holly murió a los 22 años; Sid Vicious (Sex Pistols), a los 21; Ian Curtis (Joy Division), a los 23... Pero la cifra del 27 concentra el cuórum. Hay especulaciones numerológicas, pero dejemos estos entretenimientos para otra ocasión. La generación del 27 no ha colgado el cartelito del numerus clausus. Amy se une a él demostrando que fue, hasta el final, una chica un poco chapada a la antigua.