Eledino García, escultor: «Quiero mostrar mis huevos en Can Basté»

La cáscara de un huevo puede ser un lienzo en blanco en Pascua, pero las posibilidades en tan frágil superficie van mucho más allá. Para Eledino García, un vecino de Nou Barris, el único límite es su imaginación.

Varios tamaños 8 García posa con algunas de sus obras.

Varios tamaños 8 García posa con algunas de sus obras.

LUIS BENAVIDES / BARCELONA

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La vida laboral de Eledino García Martínez (Hellín, 1958), vecino del barrio del Turó de la Peira, ha dado muchos tumbos, de chófer a profesor de artes marciales, porque la curiosidad siempre le ha podido. Como cuando decidió centrarse en una disciplina muy desconocida en nuestro país: la talla artística en cáscara de huevo.

-¿Cuándo aflora su vena artística?

 

-Toda la vida, desde pequeñito, he dibujado. Recuerdo pasar horas y horas dibujando con un cuaderno en la habitación. Eso cuando no jugaba en la calle, en el Turó de la Peira o Les Basses, porque todo aquello era pura montaña.

-¿Y cómo pasa del dibujo a la talla de huevos?

 

-El proceso es largo, y está relacionado con mis ganas de experimentar. He sentido curiosidad por muchas cosas, no solo artísticas. Si te gusta la pintura, te tienen que gustar otras disciplinas como la literatura o el teatro. No me gusta estancarme.

-¿Pudo estudiar en algún centro o es autodidacta? 

-Yo quería estudiar Bellas Artes, pero acabé cursando delineación en la Escola Industrial de Barcelona, en Comte d'Urgell. Era lo más parecido a dibujar. En aquellos tiempos, si crecías en el seno de una familia humilde como la mía no podías estudiar según qué cosas.

-¿Sus padres entendieron su vocación artística?

-No mucho.  Soy el primer artista de mi familia y todavía hoy se sorprenden con mis trabajos. Son personas mayores, con otra mentalidad. Mucha gente no entiende que hagas cosas por el mero hecho de hacerlas. Pero cuando te gusta hacer algo, el beneficio económico pasa a un segundo plano.

-Mantenía una doble vida.

-Más o menos. He sido delineante, chófer de un consulado, restaurador y profesor de artes marciales, entre otras cosas. La única constante en mi vida ha sido el arte y, sobre todo, la pasión.

-¿Cuando llega su primera exposición?

 

-Fue en Vilassar de Mar, este mismo año, con una exposición y demostración de la talla artística de huevos.

-Prefiere el anonimato.

-No es eso. Siempre me ha dado mucho respeto este mundo y no quería parecer un intruso.

-Y en su barrio, ¿cuándo?

-Me haría mucha ilusión mostrar mis huevos en el centro cívico Can Basté, que está muy cerca de mi casa, pero me dijeron que tenían lista de espera. Algún día...

-Volvamos al huevo...

 

-Todo empezó hace años, pintando unos huevos de Pascua para mis hijos. Una cosa llevó a la otra. Rompí muchos huevos hasta que encontré la técnica adecuada para vaciarlos...

-Y decidió que se centraría en esto.

-Más o menos. En EEUU, China o Japón no es tan extraño, pero en Europa todavía despierta mucha curiosidad. ¡Y estoy disfrutando mucho!

-¿Qué tiene de especial el huevo?

-Empecé casi por casualidad, pero cada vez le encuentro más significados y más virtudes. Para empezar, el huevo lleva millones de años en la tierra, muchos más que el ser humano. Además, un huevo tallado es algo orgánico, vivo, y no contamina.

-¿Cuánto puede costar cada pieza?

-Entre 40 y 500 euros, en función del tiempo que me lleve tallar la cáscara del huevo.

-¿Arte o artesanía?

-Depende. Los huevos decorativos son arte. Cuando tienen alguna utilidad, como los huevos-botijo o los huevos-lámpara, son artesanía. H

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