La neurociencia, la gran perdedora del Mundial

La neurociencia, la gran perdedora del Mundial

La neurociencia, la gran perdedora del Mundial / periodico

ALBERT BARQUÉ

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La neurona se acerca al punto de penalti. Lleva el pensamiento en su dendrita, preparado para colocarlo con sumo cuidado. Toda la red neuronal espera excitada en medio del campo, entrelazando sus axones. El cerebro guardameta resta impaciente en la portería, moviéndose de un lado para otro intentando despistar al adversario. Se vuelve a recolocar sus guantes de mielina por quinta vez. No sabe si la neurona lo va a tirar por el hemisferio derecho o izquierdo. Empieza la tanda de penaltis. Empieza el bombardeo de pensamientos.

NEUROCÁPSULA:

El acontecimiento más importante del mundial pasó desapercibido para muchos: La historia de Juliano Pinto, el hombre de 29 añoscon paraplejia del tronco bajo y las piernasque tuvo la oportunidad de hacer el saque de honor del Mundial 2014 gracias a un exoesqueleto controlado por su mente.

Este evento inusual y esa fascinante demostración de las posibilidades de la ciencia se difuminaron delante el mundo entero debido a los escasos segundos de cobertura televisiva que le dedicaron en la ceremonia de inauguración. Por suerte, en las redes y en la prensa digital se viralizó un poco la noticia. Pero ¿qué nos quieren decir esos titulares tipo "Controló el exoesqueleto con sus pensamientos" o "Volvió a controlar sus piernas con su mente"?

Para ser capaz de controlar cualquier cosa con la mente, primero se debe leer el cerebro. No se trata de una lectura de la mente en el sentido ordinario de la palabra. En neurociencia, por "leer el pensamiento" nos referimos a la visualización y el registro de la actividad de las neuronas en el cerebro. Una de las técnicas más antiguas que lo permite es el electroencefalograma (EEG). Y evidentemente, hoy en día, no somos todavía capaces de "leer" cualquier tipo de pensamientos. El primer registro del EEG hecho para el hombre fue hecho por Hans Berger en 1924 y, hasta hoy, el EEG es una herramienta importante para la investigación y los estudios clínicos. Ahora, su potencial reside en la capacidad de comunicación entre el cerebro y un ordenador (BCI – Interfaz CerebroComputadora) a través de máquinas que interpretan nuestras intenciones a través de la actividad cerebral.

¿Cómo pudo Juliano mover la pierna exactamente? De forma muy simplificada (quizá demasiado) lo podemos entender en 3 pasos. (1) Los electrodos que tenía colocados Juliano alrededor de su cuero cabelludo recogían la actividad bioeléctrica de sus neuronas. (2) Todo ese movimiento se recolectaba en lo que denominamos patrones de activación. Los algoritmos de la interfaz cerebro-ordenador se encargaban de descifrar a qué se asociaban esos patrones, a qué tipo de pensamientos Juliano tenía ese momento en la cabeza. (3) Cuando dichos algoritmos reconocían el patrón o la señal específica de “mover hacia delante la pierna derecha” la interfaz se encargaba de ejecutar tal comando. Así, el exoesqueleto golpeaba la pelota.

El caso de Pinto, dentro del proyecto 'Walk  Again' (Volver a andar), ha sido una decepción según algunos, ya que no cumplió ni con lo previsto ni con las expectativas creadas. El proyecto ha sido dirigido por Miguel Nicolelis, un neurocientífico nacido en Brasil que trabaja en la Universidad Duke de EEUU. Nicolelis quería que el exoesqueleto funcionase con implantes cerebralesmucho más precisos que el electroencefalograma pero también más invasivos, pero las prisas por la llegada del Mundial, obligaron a todo su equipo adaptarse a la situación. Evidentemente, todoesto es solo el principio. Reciente comentábamos el espectacular caso de recuperar experiencias sensoriales a través de prótesis biónicas en el artículo "Sensaciones Biónicas".

El objetivo es seguir mejorando este tipo de robots para que algún día también puedan ayudar a tetrapléjicos, personas que tienen paralizadas las piernas y los brazos.Se suponía que la apertura del mundial iba a ser una demostración de los avances de la neurociencia y la rehabilitación con la que Brasil sacaría pecho de un proyecto que recoge el fruto de 30 años de investigación científica, y el trabajo de 156 investigadores de 25 países. Es una verdadera pena que nada de eso se haya visto.