Neuro sex (parte I)

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Chico se acerca a chica. Inocencia pura. El hombre parece llevar la iniciativa. Pobre desgraciado. No sabe que los primeros pasos no verbales siempre los hace la mujer.

Empieza la danza. La mujer interesada mira a los ojos, se arregla el pelo, sonríe, ladea la cabeza, se toca el cuello y los labios. El chico reacciona cuando percibe una invitación inconsciente. Inconsciente? El hombre interesado se inclina hacia la chica,gesticula más, asiente con la cabeza de manera exagerada, mueve mucho las manos.

En plena pesca de pareja, la chica se engancha el anzuelo en la boca y le da a él la caña para que la tire.

Si hay suerte, tarde o temprano llegará el beso.

NEUROCÁPSULA:

“El sexo no es un acto racional”, escribe el divulgador Pere Estupinyà en su nuevo

libro 'S=EX2. La ciencia del sexo.

Imaginen que no tienen pareja. ¿Se irían a la cama con alguien que les resulta atractivo pero que saben que ha tenido sexo sin protección con diez personas diferentes en los últimos dos meses? Pere Estupinyà, incansable explorador, nos cuenta en su libro que recientemente visitó a Kathyrin Macapagal, investigadora del Instituto Kinsey en la Universidad de Indiana y, cómo no puede ser de otra forma, se atrevió a participar en uno de sus experimentos sobre comportamiento sexual. El experimento funcionaría de la siguiente forma: le mostrarían rostros de varias mujeres, acompañados del número de hombres con los que habían tenido sexo sin protección en los dos últimos meses. Él, debería responder eligiendo un número del 1 al 4 según su predisposición a tener relaciones con ellas. El 1 indicaría que estaría totalmente dispuesto a tener relaciones sexuales con la chica y el 4 indicaría que no le gustaría mantener relaciones sexuales con ella. Sus confiadas palabras antes de empezar el experimento fueron: «¡Ni loco voy a acostarme con una desconocida sabiendo que ha practicado sexo sin preservativo con siete u ocho chicos diferentes en menos de dos meses! Faltaría más, ni que estuviera tan apurado», añadió.

Pobre Pere. Empezó el experimento y en la pantalla apareció una mujer de expresión seria con un número 6 parpadeando que indicaba las veces que la chica había tenido relaciones sexuales sin protección durante los dos últimos meses. Sin apenas pensarlo presionó la tecla con el número 4: «no tendría relaciones». Luego apareció una chica bastante atractiva acompañada de la cifra 2, y él presionó el número 2. Y así sucedió en varias fotografías, hasta que de repente se quedó bloqueado ante la imagen de una chica guapísima, con sonrisa brillante, mirada nítida y el número 10 parpadeando en el extremo izquierdo inferior de la pantalla.

Resiste, Pere! Al poco apareció un mensaje de «Por favor, responda más rápido». La mente del Sr. Estupinyà estaba todavía buscando alguna justificación racional al deseo de presionar un 1: «sin duda tendría relaciones con ella». Al final reaccionó y acabo marcando un impensado 2.

Nuestro divulgador cayó bajo las garras del sexo como acto irracional. Y es que creemos que primero calculamos de manera racional y luego decidimos, pero en realidad decidimos de manera emocional y luego nos justificamos racionalmente.

@AlbertBarque