'iNeuronas'

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ALBERT BARQUÉ / Barcelona

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Abrir sesión, contraseña. Actualización ingeniosa cargada; 10%. Foto de manjar suculento; 20%. Video de fiesta desenfrenada; 50%. Álbum de viaje de ensueño; 70%. Más fotos de la escapada romántica; 90%. 'Selfie'; 100%. Nueva notificación: ¿Y tú, qué haces con tu vida?

Neurocápsula

El síndrome de la vibración fantasma en el bolsillo o 'The Phantom Pocket Vibration Syndrome' en inglés. ¿Has tenido alguna vez esta sensación? Seguro que tienes la costumbre de llevar tu teléfono en el bolsillo y que a veces (tal vez incluso a menudo) sientes que vibra y lo sacas, asumiendo que es un mensaje o algún tipo de notificación, solo para descubrir que se trataba de un vibración fantasma.

Los experimentos de la Dra. Michelle Drouin, profesora de la Universidad de Indiana indican que el 89% de los estudiantes universitarios ha experimentado este tipo de vibraciones fantasma, de media, una vez cada dos semanas, pero sólo uno de cada once sujetos del experimento califica esta experiencia como molesta. Si hay una gran parte de persones a las que no nos fastidia, entonces ¿por qué deberíamos preocuparnos de ellas? La cuestión no es si conscientemente nos molestan estas falsas alarmas, sino, más bien, cómo influye psicológicamente y afecta en nuestro comportamiento el hecho de estar permanentemente conectados con el resto del mundo a través de medios de comunicación social como WhatsappFacebookTwitter, Instragram, etc.

Frecuencia de consulta

En diferentes estudios científicos relacionados con este tema, uno de los puntos clave es la frecuencia con que se chequean los dispositivos móviles y la ansiedad percibida por no poder examinarlos con la frecuencia que nos gustaría. Los últimos datos recogidos por Nokia son realmente espectaculares: los usuarios comprueban sus teléfonos inteligentes un promedio de 150 veces durante el día. Eso quiere decir que de promedio chequeamos el teléfono cada 6,5 minutos (si asumimos que dormimos 8 horas cada día). Los experimentos de la Dra. Nancy Cheever de la California State University corroboran que nos ponemos ansiosos si no podemos comprobar las notificaciones que nos llegan cuando nos vibra el móvil e incluso nos incrementa la ansiedad si no podemos chequear nuestras redes sociales con frecuencia. Evidentemente esto afecta potencialmente al incremento de neurotransmisores tales como la dopamina y disminuye el flujo de serotonina, pero todavía faltan estudios que lo consideren.

¡Pero es que éste no es el único síndrome!  FoMO, 'fear of missing out'; en español, miedo a perderse algo. Nos es tremendamente fácil saber qué está haciendo todo el mundo a nuestro alrededor y es que lo tenemos en la palma de nuestra mano, literalmente. FoMo se define como ese temor generalizado de que otros podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las que uno está ausente. Se caracteriza por el deseo de estar conectado continuamente con lo que otros están haciendo. El sentimiento de que la vida pasa y quizá no la estamos aprovechando como deberíamos. Los resultados de los estudios del profesor Przybylski muestran que esta experiencia se asocia negativamente tanto con el estado de ánimo general como en la satisfacción general de nuestra vida. El aburrimiento y la soledad también están vinculadas al uso de medios sociales y también se relacionan con el fenómeno de FoMO. Como ya expliqué en otra ocasión, a veces este efecto se transforma en un 'colador neuronal' que nos lleva a vivir inmersos en una realidad sesgada.

Miedo a desperdiciar la vida

Tenemos miedo a desperdiciar la vida, a perdernos algo, pero... ¿el
 qué? Los medios de comunicación social han hecho que sea más fácil que nunca expresarse. Las nuevas tecnologías nos proporcionan una multitud de oportunidades para la interacción. La sinergia entre las dos es tremendamente potente. Nuestro cuerpo está siempre a la espera de anticipar cualquier tipo de interacción tecnológica, de una notificación en forma de vibración. Aprovechemos esta ansiedad de anticipación para destapar todos estos efectos que nos influyen psicológicamente y para reflexionar profundamente qué esperamos verdaderamente de nuestra vidas.