El folk minimalista del australiano Cody Dillon llega por primera vez a Europa

El cantautor presenta 'Blood Moon' este jueves en Heliogàbal e inicia una gira por Catalunya

NÚRIA MARTORELL/ BARCELONA

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La simpatía y humildad del australiano Cody Dillon cautivan sin remedio. Lo mismo que su propuesta musical, alimentada sobre todo por el folk norteamericano, pero también por la música tradicional irlandesa (cuestión de genes, por parte paterna) y la de su país de origen. Este profesor de inglés, surfero y músico autodidacta, es también un viajero incontinente que tras recorrer Estados Unidos de costa a costa compuso un delicioso disco que bautizó 'Blood Moon'. Dillon debuta por Europa y ha elegido Catalunya como kilómetro cero: el jueves tocará en la sala Heliogàbal de Barcelona (compartiendo escenario con el cantautor Xebi SF), el día 11 en la plaza del Mercat de Sant Feliu de Guíxols, el 12 en Els Jardins de la Mercè de Girona (Vermutetja’t) y el 17, en el Bar L’Escola de La Pera (Baix Empordà).

Aclaración: lo de 'luna de sangre' del título del álbum viene justificado desde la misma carátula, en la que sale él tocando la guitarra en un bar con este nombre iluminado con luces de neón. "Es el único bar de Marfa, Texas, y encima es muy pequeño. Pero ahí acuden muchos cowboys y artistas. En los años 70 se mudaron a esta población cantidad de músicos, atraídos por los bunkers e instalaciones militares que aún hay diseminados. Es un lugar muy bohemio que ha acabado siendo el destino de gente interesada por la música y el arte en general", explica Dillon.

En un viejo Chevron

El inspirador e iniciático viaje que Dillon realizó le llevó a convivir, relata el cantautor, con seis amigotes "en un viejo y gran camión Chevron", que se turnaban para conducir, "a dormir en tiendas de campaña, la mitad de las veces, las otras en habitaciones de moteles…" El periplo duró tres meses. Y él era el que hacía de GPS, en busca de "ciudades, estudios de grabación, todos los lugares míticos relacionados con la música, como Nashville, Memphis…"

Total, que regresó con unas nuevas vivencias que quiso juntar con sus recuerdos en Terrygal, el pueblecito al norte de Sydney que le vio nacer. Y con su guitarra, banjo y armónica, consigue ahora hacer vibrar a la audiencia interpretando unas canciones que incluyen guiños evidentes a Bruce Springsteen, en la versión que hace del clásico 'I'm on fire'. El Boss, asegura, es su "héroe". "Mi próximo disco será lo más parecido posible a las canciones que Springsteen aún no ha escrito", asegura, entre risas.

Y guiños también al gran Johnny Cash, al que menciona en 'Sydney town', la canción que aborda en un acústico exclusivo para EL PERIÓDICO, asegurando que "la felicidad es un depósito de gasolina, Johnny Cash y las estrellas envolviéndote". "Eso es todo lo que necesito cuando viajo", insiste. Cuando recorrió su Australia natal, con las "carreteras también tan rectas", se aprovisionó con "cinco casetes" del 'Hombre de negro'. "Me gusta viajar de punta a punta. Tan lejos como sea posible", suspira.

La importancia de la simplicidad

Dillon defiende su formación autodidacta. "Cuántas veces tres acordes son suficientes. Lo que más importa es la historia, la simplicidad. Cuántas veces menos es más", subraya. Asegura que "mucha gente que ha estudiado música cinco años al final la odia y la abandona". Él empezó con 20 años, en galerías de Sydney (Warehouse) en las que habitualmente se concentran artistas de todo tipo. "Se reúnen y suben al escenario actores, magos, cantantes… y al final ponen el micro abierto y dan la alternativa a quien quiera. Y es cuando se suben desde el típico poeta borracho que le da por insultar al público a conatos de artistas como yo. Mi primera vez lo hice empujado por un amigo y toqué fatal", recuerda. "Fue un desastre. Pero lo tienes que hacer mal para poder mejorar".

Cody Dillon sigue siendo un asiduo a estos lugares, hormigueros de creatividad, a los que irremediablemente han acudido más de uno de sus alumnos de clases de inglés. "Con internet, todo se sabe. Porque, ¿sabes? Siempre me he negado a que aprendan inglés a través de mis canciones". Uno de sus discípulos resultó ser "el próximo ministro de Mongolia". "Su nombre es tan difícil de pronunciar, que le rebautizamos Hugo. Su yerno es el propietario del único club de música underground de la capital mongola, Ulán Bator. Y acabé tocando no solo en su local, también en el festival más importante de ese país", explica. Esa fue su primera experiencia en directo en el extranjero. Ha recorrido la India, en donde vivió todo un año, y también Japón. Ahora le toca Europa.

Del panorama artístico australiano, recomienda a Paul Kelly -"nuestro Leonard Cohen", asegura-, "Nick Cave, claro está, Fraser Ross y a la banda Dirty Three". Será cuestión de hacer caso a su GPS musical.