EL GRAN PREMIO DE MALASIA DE F-1

Una mala pasada del destino

Alonso y McLaren miran al 2016 para digerir el decepcionante arranque de esta temporada

Fernando Alonso pilota el McLaren en el circuito de Sepang, en el que arrancará 18º.

Fernando Alonso pilota el McLaren en el circuito de Sepang, en el que arrancará 18º. / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ / KUALA LUMPUR (Enviado especial)

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Los británicos suelen recurrir a un refrán —«el jardín del vecino siempre parece más verde»— para explicar la sensación tan habitual de que lo de fuera siempre parece mejor que lo de casa. Para Fernando Alonso no es una sensación engañosa, es una realidad tan dura como evidente. El arranque de la temporada ha cogido al nuevo proyecto McLaren-Honda en pañales, penúltimos de la parrilla. «Las críticas son entendibles porque esta situación es impropia de un equipo así», reconoce el asturiano.

Alonso se quedó mirando el Mercedes tras los últimos entrenamientos en el GP de Malasia, no para ver soluciones, más bien con la mirada perdida en los colores de la flecha de plata de Lewis Hamilton, el 'poleman', el líder del Mundial. Permaneció casi abstraído recordando, quizá, aquella oferta del pasado verano. Los Mercedes no solo arrasaron el año pasado, son los dominadores esta temporada y, muy probablemente, seguirán siéndolo el próximo año.

Por aquellas conversaciones dejó Alonso Ferrari, cansado de ir a menos, harto de un coche con el que apenas pudo lograr dos podios en el 2014. El equipo de Maranello se gastó este invierno 100 millones extra para remontar terreno respecto a Mercedes, y para que ahora Sebastian Vettel, el sustituto del asturiano, pueda pelear con Hamilton en la primera línea de salida.

UN PROYECTO REVOLUCIONARIO

El equipo al que no pudo ir se pasea, el que ha dejado disfruta de una espectacular reacción... y su nueva escudería es penúltima. Otro piloto se tiraría de los pelos, pero él no. «Soy una de las personas más felices del mundo», dice, quizá, porque su felicidad radica en volver a sentarse en un F-1 tras un accidente en Barcelona que pudo retirarle de la competición y que aún le mantiene a él y a su familia asustados. Como es normal.

Honda nada tiene que ver con aquel motorista que triunfó en ese equipo 30 años atrás. Cometen errores infantiles, con métodos arcaicos para la moderna F-1. Hay quien opina que este equipo no saldrá del barro, pero Alonso se agarra a su instinto. Sigue pensando que para volver a ser campeón «necesitaba un camino muy diferente (al de Ferrari, se entiende). Este es un proyecto a largo plazo, con diseños radicales que necesitan tiempo», dice. «Hemos mejorado un segundo y medio desde Australia...», insiste, sin que quien le escucha sepa muy bien de dónde saca tanta energía positiva.