Diez razones para seguir amando la F-1

Lewis Hamilton sale del 'pit lane' durante la segunda sesión de entrenamientos libres del GP de España en Montmeló.

Lewis Hamilton sale del 'pit lane' durante la segunda sesión de entrenamientos libres del GP de España en Montmeló. / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ / MONTMELÓ

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Contemplado como solo un deporte, el Mundial de F-1 puede decepcionar a más de un aficionado. Contemplado como algo más que un deporte, el circo de las cuatro ruedas posee un imán inigualable. Cierto, para muchos todo lo que rodea a las carreras de monoplazas es intrascendente, pero no es así, ha formado parte siempre de un fenómeno de masas que va mucho más allá del 'salió, corrió y llegó'. La F-1 es la historia de sus mitos y leyendas, es la investigación y desarrollo más bestia jamás contada entre una industria pujante, como la del mundo del automóvil, y la calle, la gente de a pie, que se beneficia de sus investigaciones. Y, últimamente, la F-1 se ha convertido, también, en una auténtico laboratorio de las redes sociales, capaces de cautivar sus protagonistas a millones de seguidores de todo el mundo.

Es posible, sí, que el que atienda únicamente a la competición sufra más de una decepción, pero es que ni siquiera este tiene derecho a quejarse, pues asistimos a una lucha impresionante entre dos compañeros de equipo, Lewis Hamilton y Nico Rosberg, que recuerda a la de otras parejas como, por ejemplo, Ayrton Senna Alain Prost. Y sí, curiosamente en los dos casos en la misma escudería, pilotando el mismo coche, compartiendo el mismo box.

Algo tendrá la F-1 cuando la bendicen en todos los rincones del mundo. Y se pelean por ella. En todos.

1. ALONSO Y SAINZ REPRESENTAN EL PRESENTE Y EL FUTURO

Muy pocos países están representados en la actual parrilla de F-1 con dos valores tan contrastados como son Fernando Alonso y Carlos Sainz. El bicampeón asturiano intenta reverdecer laureles en el impresionante pero, hasta el momento, ineficaz equipo McLaren, cuyo poder se ha reforzado al asociarse a Honda. Todos piensan que Alonso volverá a ganar y en esa pelea radica su magnetismo. Sainz, instalado en otra gran estructura, en la moderna y tiránica Red Bull, va dando pasos hacia el destino soñado, que no es otro que pilotar algún día para Mercedes, McLaren o Ferrari, sus auténticos sueños.

2. UN CAMPEONATO CUYO MAYOR SECRETO ES SU GLOBALIZACIÓN

Nadie visita 21 países. El Mundial de F-1 significa la mayor globalización al albergar en su seno decenas y decenas de nacionalidades, representadas en el paddock entre fabricantes, pilotos, mecánicos, patrocinadores y múltiples servicios. Nadie posee la repercusión de la F-1 (solo la Copa del Mundo de fútbol y los JJOO), pero los monoplazas llaman la atención a lo largo de todo el año, captando a 400 millones de telespectadores, además de millones de aficionados en los circuitos. Ya no digamos la inmensa repercusión que el día a día del Mundial tiene en las redes sociales, sedientas de todo lo que ocurre en los circuitos de la F-1.

3. LA PARRILLA DE F-1 ES EL MEJOR LABORATORIO PARA EXPERIMENTAR

No existe mejor ni mayor banco de pruebas para los grandes constructores que la F-1. El paddock es el mejor laboratorio para desarrollar todos los avances que, de inmediato, pasarán a formar parte de los coches de calle. La tecnología que se ve e, incluso, la que se intuye en la F-1 es, de por sí, un auténtico espectáculo. Todos los avances se inician en la F-1, que ha adoptado ya en sus motores la fórmula híbrida de propulsión, que pronto, muy pronto, será mayoritaria en nuestras calles, precisamente por los grandes avances que se producen a diario en el circo.

4. EL DEPORTE QUE MIMA A SUS MITOS, INCLUSO A LOS QUE NO GANAN

La F-1 ama, adora, mima, recuerda constantemente a sus mitos, a sus iconos. Hayan o no ganado títulos mundiales. La F-1 no solo está recordando continuamente a Ayrton Senna, poseedor de tres títulos, o a Juan Manuel Fangio (5), sino que cada día pregunta cómo está Michael Schumacher (7), a quien todos dan ya por muerto cuando sigue estando muy vivo entre nosotros y, especialmente, en el paddock de la F-1. Ningún otro deporte vive de sus recuerdos. La F-1, sí. Porque, en la F-1, la historia es vital, única y merece ser recordada a diario. Gilles Villeneuve solo ganó seis carreras con Ferrari y ningún título, pero es dios en la F-1. Se mató pilotando un F-1. Ahí nació el mito.

5. EL MEJOR ESCENARIO PARA QUE LAS GRANDES FÁBRICAS BRILLEN

Muchos afirman que la F-1 es la historia de sus escuderías. Puede, pero desde hace unos años es, también, o más, la historia de los grandes fabricantes que aspiran a brillar en el escenario donde las victorias y los títulos las consagran como las mejores. Puede que Mercedes no venda más utilitarios por arrasar en la F-1, pero sí puede decir que sus coches de calle llevan tecnología de F-1. Junto a Mercedes está, cómo no, la mítica Ferrari, con cientos de millones de seguidores en todo el mundo. Y está Renault. Y acaba de regresar Honda, que empezó mal, con mala imagen, pero que pronto, muy pronto, demostrará que, en Japón, las cosas se hacen bien, pero despacio.

6. LO IMPORTANTE ES QUE HAYA LUCHA, DELANTE, EN MEDIO O DETRÁS

A muchos les decepciona que los Mercedes dominen. No es nuevo, mientras haya competencia e igualdad de material entre sus dos pilotos. Este año, la pelea se adivina apasionante. El veloz tricampeón Lewis Hamilton está, pasadas solo cuatro carreras, 43 puntos detrás de su compañero Nico Rosberg. La pelea que viene será tremenda. Como lo fue, y eso parecen olvidarlo muchos detractores de ese pulso, entre Ayrton Senna y Alain Prost entre 1988 y 1991. Y los dos pilotaban el mismo coche, el McLaren-Honda. Porque Williams también dominó entre 1993 y 1996; como Ferrari arrolló entre el 2000 y el 2005, y como Red Bull acaparó títulos entre el 2010 y el  2014.

7. UN DEPORTE CON UNA CURIOSA Y ATRACTIVA COREOGRAFÍA TELEVISIVA

Dicen que el pit stop perfecto es aquel que se realiza en 1,9 segundos, ni siquiera dos segundos, y solo se oye una pistola, pese a que hay cuatro y sus cuatro ruedas. Esa coreografía de disfraces marcianos y cascos de pilotos de caza, entrenados a diario y a ciegas para que repitan la operación sin mirar, convierten la escenografía en algo digno de las mejores películas de Hollywood. A todo ello hay que añadir las escenas desde los muros con los ingenieros dirigiendo la carrera, la presencia de familiares en los boxes sufriendo por sus hijos, esposos o padres y ese punto glamuroso que suelen protagonizar las grandes estrellas de otros mundos que acuden a la F-1.

8. JÓVENES MILLONARIOS QUE SE JUEGAN LA VIDA CONTÁNDOLO POR RADIO

Ningún deporte oye a sus protagonistas mientras compiten, mientras se juegan la vida, mientras pilotan. Solo la F-1 ha puesto un micrófono a los pilotos para que griten, se quejen, lloren, rían, protesten, se cabreen, pidan información y compartan sus alegrías y disgustos. La radio que se escucha durante la carrera refleja la interactuación de unos y otros, las peleas o acuerdos entre el piloto y su ingeniero y, muchas veces, se puede oír, en vivo y en directo, cómo comparten su decepción y/o éxito. Jóvenes millonarios, cultos, políglotas, que arriesgan su vida a diario en la pista y, mientras, nos relatan cómo se conduce a más de 350 kilómetros por hora.

9. LAS REDES SOCIALES SON COMO LA SALA DE ESPERA DE LA F-1

Todo el mundo conoce al bulldog de Lewis Hamilton, ya no digamos su lujoso jet de 20 millones de euros, por eso tiene 10 millones de seguidores en Instagram. Todo el mundo ha ido a comprar el pan acompañando a Daniel Ricciardo en su coche. Todos conocen las excentricidades de Kimi Raikkonen y su colección de motos fabricadas a medida. Los pilotos empiezan a desear y promover más el contacto con sus fans a través de las redes sociales que a través de los medios de comunicación convencionales, especialmente la prensa escrita, ya que es la manera más rápida y eficaz de tener informados a los suyos de lo que hacen y, por supuesto, comercializan.

10. CUANDO LA PELEA NO SOLO SE CENTRA EN EL GRAN TÍTULO

Cierto, todo el mundo quiere saber quién será el próximo campeón. Lo es Lewis Hamilton y tiene pinta de que lo puede ser Nico Rosberg. Pero también la lucha por ser tercero es brutal. Y por ser el segundo en constructores del Mundial, más todavía, pues hay ahí en juego decenas de millones de dólares. Y es que en la F-1 hay muchas luchas abiertas. Entre compañeros, por ejemplo. Porque el primer rival de todo piloto es su colega de box, pues es el único que lleva su mismo coche. Y hay que saber quién es mejor si Fernando Alonso o Jenson Button; si Daniel Ricciardo maltratará al joven Max Verstappen como hizo con el campeón Sebastian Vettel y si Carlos Sainz es tan o más veloz que Daniil Kvyat.