El despertar de 'Carletes'

Carlos Sainz, al volante del Toro Rosso, camino de lograr una espectacular quinta plaza para la parrilla de hoy en Montmeló.

Carlos Sainz, al volante del Toro Rosso, camino de lograr una espectacular quinta plaza para la parrilla de hoy en Montmeló. / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ / MONTMELÓ

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Carlos Sainzel Matador, tocaba a su última época en el Mundial de ralis —que no de piloto— en aquel año 2005 en el que llevó a su primogénito Carletes Carletesal Circuit de Catalunya. Se le abrían los ojos como platos al ver el espectáculo, al conocer a Fernando Alonso, al subirse a aquel R25 en el box. Tenía diez años: «Me di cuenta de que era lo que me gustaba, allí me dije: 'Yo quiero hacer esto'». Tan solo han pasado 10 años, ahora cuenta apenas 20: «He vuelto a este circuito como piloto de F-1, junto a mis ídolos, y mira, me he clasificado quinto, en la tercera línea, por delante de algún FerrariWilliamsRed Bull... Es una pasada, estoy encantado, pero tengo que tomarme tiempo para asimilarlo serenamente».

Juanjo Lacalle, la inseparable sombra de Carlos padre en tantos años de ralis, el mismo que acompaño al joven Carletes en su época del karting de los primeros monoplazas —«siempre me decían que era mi abuelo, yo insistía que era mi tío, pero imposible, con esas canas...»— se mordía las uñas viendo la clasificación junto a su sobrina Anita, porque la mayor, Blanca, se encuentra en Estados Unidos, en su graduación, junto a su madre Reyes. Padre, tío, hermana... todos intuían que era un día especial, de los que le gustan a papá Sainz. «Siempre he dicho que cuando estás aquí, en la F-1, en tu primer año, hay que mandar mensajes, mensajitos, es un poco 'aquí estoy', 'soy yo', 'contad conmigo'», dice el papá sonriendo, sin carcajadas, en relación a la necesidad de mostrar destellos de la calidad que se atesora. Y este sábado Carlos Sainz, el piloto de F-1, el chico de 20 años, los envió a todos, especialmente a sus jefes, que siempre creyeron que el jovencísimo holandés Max Verstappen era mejor que el chico de Madrid.

«Ha sido sencillamente excepcional», reconoció Helmut Marko, el responsable del programa de pilotos en la estructura Red Bull y, claro, por supuesto, el doctor que decide qué pilotos se promocionan, qué profesionales se suben a los coches de Red Bull y Toro Rosso. «Lo de Sainz, y también lo de Verstappen», que finalizó sexto, a solo una décima, muy poco, o mucho, según se mire. Porque Verstappen fue elegido para pilotar en Toro Rosso con el cartel de «el nuevo Senna», según el propio Marko. Y Sainz se ha encargado de demostrar que es tan rápido o más que su rutilante compañero. Eso sí, de su rivalidad está naciendo una exigencia para ambos que les hace crecer exponencialmente. «Me criticaron mucho por elegir a dos pilotos tan jóvenes, pero no han tardado en darme la razón», dice orgulloso Marko.

METÓDICOS ENTRENAMIENTOS

Sainz asombra por su velocidad y, sobre todo, por una madurez que casi nadie sabe de dónde ha salido, o sí. Acabó la tercera sesión de libres con un coche muy subvirador, lento, «estaba incómodo». Pero con la maestría propia de un veterano (su padre ya era así), encontró junto a sus ingenieros la forma de equilibrarlo. «Cuando salí a la Q-1, ya me vi a gusto, el coche era lo que yo quería, y desde el primer momento me di cuenta de que podía hacer algo gordo». En cada vuelta lanzada, cada manga, fue buscando «una décima aquí y otra allá», 1.26.7 en la Q-1; 1.26.4, en la Q-2; 1.26.1, en la Q-3 definitiva que logró en un solo intento, jugándoselo toda a un intento (todos los pilotos hicieron dos vueltas rápidas), conservando un juego de neumáticos nuevos para la carrera.

En ninguna simulación del equipo, ningún cálculo de los superordenadores, les daba esa posición. «Yo tampoco pensaba que podía ser quinto, y, desde luego, no será la posición lógica que podamos mantener en carrera». El Toro Rosso dispone de mucha menor velocidad punta, hasta 15 kilómetros por hora menos que el Williams del brasileño Felipe Massa, que el Ferrari del finlandés Kimi Raikkonen que salen por detrás. Sí, sí, salen por detrás. «He de hacer una buena salida, por favor».