Las incógnitas de la temporada que comienza en Australia

La F-1 del siglo XXI

El regreso al pasado convierte el Mundial en el mejor de los laboratorios para buscar el menor consumo y el máximo rendimiento

El asturiano Fernando Alonso emerge en el circuito de Baréin donde realizó el último ensayo.

El asturiano Fernando Alonso emerge en el circuito de Baréin donde realizó el último ensayo.

MIGUEL MARTÍNEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Marzo, el inicio de la primavera. Regresa, como cada año desde hace más de 60, la F-1. Y lo hace habiendo transformado los monoplazas en una entelequia de dispositivos electrónicos obligados por un valiente reglamento técnico que recupera los motores turbo y otorga una importancia capital a la potencia eléctrica, generada por motores que se abastecen de la energía recuperada por los propios monoplazas. Los detalles son complejos, pero el concepto no: la F-1 quiere adaptarse a la realidad del automóvil, buscar el menor consumo con el máximo rendimiento, y convertirse en el mayor, en el mejor laboratorio de las grandes marcas para sus productos de calle. Es la F-1 del siglo XXI.

Un cambio tan drástico en el reglamento, como motor y turbo nuevo, con una unidad ERS completamente novedosa de recuperación de energía que otorga hasta 160 caballos durante medio minuto por vuelta, una brutal restricción de gasolina de 160 a solo 100 litros y una restricción aerodinámica que elimina de un tajo los difusores soplados, ha revolucionado el Mundial, y lo ha llenado de incertidumbre. Y de paso, ha cambiando el rol a los pilotos, convertidos en gestores, exclavos, más si cabe, de sus coches.

Todos apuntan a los motores Mercedes como favoritos, así que no será difícil ver a un Valteri Bottas, con un Williams-Mercedes, por delante en la clasificación de Australia de dos campeonísimos como Fernando Alonso o Sebastian Vettel.

La estricta limitación de pruebas causa que los equipos hayan rodado muy poco con sus nuevas creaciones, así que los coches que pelearán  desde el viernes próximo en Melbourne serán puros prototipos, pendientes de una evolución que se palpará en cada carrera. Al margen de quién logre ser más rápido, habrá roturas, abandonos y fracasos. Para llegar primero, antes habrá que llegar, y ahí empiezan los problemas de Red Bull. Solo Marussia y Lotus han recorrido menos kilómetros en este movidito invierno que la vigente escudería tetracampeona, porque el RB10 diseñado por la mano genial de Adrian Newey se ha roto mucho. La culpa se repartiría entre Red Bull y su motorista, Renault, que ha fallado en los programas que gestionan las baterías y, además, en el diseño general de un motor con más necesidad de refrigeración que los otros.

Ferrari, esperanzado

Ferrari y Alonso tratarán de aprovechar esta flaqueza de sus rivales. Será la quinta intentona para el bicampeón asturiano en las filas de Maranello, un dato trascendental porque Michael Schumacher necesitó justo cinco años para arrancar su racha triunfal. Ya ha simulado un GP entero, con calificación y carrera, una utopía para media parrilla antes del primer GP, y es el segundo piloto con más vueltas recorridas en invierno. Su problema es que hay un hombre aún mejor preparado, y con un coche más rápido que el F14T de la Scuderia: son Nico Rosberg y su Mercedes, que también embocan su quinta temporada bajo el signo de la estrella, la primera sin Ross Brawn al mando. El alemán y su compañero Lewis Hamilton han sido los reyes de los tests, y los otros equipos con el motor alemán también brillan por kilometraje y rendimiento. Destaca Williams, que vive su particular renacimiento con tiempazos del resucitado brasileño Felipe Massa, uno de los favoritos a la pole en las casas de apuestas.

Menos gasolina

El protagonismo de los pilotos cambia de papel, ya no se trata de correr más, sino de gestionar mejor. Primero tendrán que encontrar la vuelta perfecta, a fondo, para situarse en parrilla; pero su papel cambiará mucho el domingo. Si en 2013 había que cuidar los neumáticos Pirelli, también este año sufrirán con la brusca entrega de potencia de los motores turbo, aunque los compuestos sean más duros. Pero los conductores también trabajarán y mucho, y esto es nuevo, en gastar la gasolina de la forma más eficiente, aprovechar rebufos para consumir menos energía y atacar en el momento de mayor desgaste de los rivales. Los pilotos con mayor capacidad para pensar tendrán más opciones, para deleite de Alonso. Un dato para apoyarlo: varios ingenieros del asturiano confiesan que Alonso suele consumir hasta el 2% menos de carburante que sus compañeros.

La metamorfosis del Gran Circo también se deja notar en el sonido, mucho más leve, metáfora de este futurismo que, por cierto, puntuará doble en la última carrera, una maniobra de Bernie Ecclestone para sangrar a los organizadores del GP de Abu Dabi, pero también un premio al equipo que más consiga progresar desde el magnífico caos con el que empezará el Mundial.