LA PRIMERA POLÉMICA DE LA TEMPORADA

Aquel bombero de Girona

Cazados 8 TRed Bull y Ricciardo fueron sancionados en Australia.

Cazados 8 TRed Bull y Ricciardo fueron sancionados en Australia.

MIGUEL MARTÍNEZ

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A Juha Kankkunen se le atragantaba el asfalto. Con cuatro títulos mundiales (1986, 87, 91 y 93), era dios a mediados de los 90, pero entre sus 23 victorias, no figuraba rali de asfalto alguno. Pero aquel día, KKK (Toyota) lideraba, con pasmosa autoridad, el Catalunya-1995. Fue a la conclusión de la prueba, en Lloret, y sobre el Toyota de Didier Auriol, donde un bombero de Girona, integrante del grupo de comisarios, detectó la trampa, un sistema especial que anulaba el efecto de la brida restrictora del turbo, cuyo diámetro reglamentario era de 34 milímetros.

El ingenio permitía la entrada de más aire en el turbo y, como consecuencia, una mayor potencia. «Es el sistema más ingenioso que he visto en 30 años», declaraba el entonces presidente de la FIA, Max Mosley, después de dar a conocer una sanción desproporcionada: Toyota quedaba excluida, durante dos años, del Mundial. Muchos quisieron ver en ese castigo la mano de Bernie Ecclestone, para que Toyota abandonara los ralis e ingresara en la F-1. Y así ocurrió.

Un sofisticado aparatito

Este año la F-1 ha recuperado los motores turbo, y con ellos la dificultad para limitar la potencia, para igualar las fuerzas, para presumir de bajo consumo y colgarse el cartel de F-1 verde. La dificultad para controlar la brida del turbo impulsó a la FIA a hacerlo a través del denominado caudalímetro. El depósito está limitado a 100 kilos, sí, pero, además, el caudalímetro mide que, en momentos puntuales (crono, adelantamientos...), el motor no exija más gasolina.

Se trata de un aparatito sencillo, que mide el flujo de gasolina que llega al motor en cada instante y envía los datos por telemetría en tiempo real a los equipos y a los comisarios del GP, un flujo que no puede pasar de 100 kilos/hora. La FIA entregó a los equipos esos aparatos de único proveedor, exclusivo, pero Red Bull lo cambió por un caudalímetro de otro fabricante aduciendo errores de lectura en el homologado a pesar de que Joe Bauer, técnico de la FIA, les advirtió que no lo podían cambiar.

Red Bull se defenderá

Así que, tras la carrera de Melbourne, el Red Bull del australiano Daniel Ricciardo, que terminó segundo, fue doblemente descalificado: llevaba un caudalímetro ilegal, no autorizado, y, en carrera, sobrepasó el flujo de 100 kilos/hora. «Demostraremos que el caudalímetro daba errores y por eso lo sustituimos, y que nunca superamos el límite de flujo de gasolina», argumenta Christian Horner.

Los abogados del equipo ya preparan una defensa en base a una laguna legal. «Las disposiciones técnicas no tienen carácter normativo», avanza Horner, recordando el caso de Mercedes del pasado año, cuando no fue sancionado a pesar de realizar entrenamientos secretos con Pirelli. En la FIA dicen en secreto que no darán marcha atrás, La apelación se resolverá el 14 de abril. El paddock entero dice que lo tienen perdido. No hicieron una, hicieron dos trampas.