Cibermentiras de amor y sexo

ELENA CRESPI

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¿Quién se puede fiar de la información que da alguien por internet? ¿Y cómo podemos enamorarnos de alguien a través de una pantalla? ¿Y si nos miente, qué sucede después de descubrir la mentira? Esta es una reflexión entorno a las relaciones nacidas de internet...

Cuando nos tenemos que presentar ante alguien, tendemos a maximizar lo bueno y a minimizar o hacer desaparecer lo malo. Y en un escenario como internet, las redes sociales, los portales de contactos... tenemos una plataforma fantástica para potenciar aquellos aspectos positivos y no presentar aquello de lo que nos avergonzamos o de lo que nos sentimos menos orgullosos.

Hacer el “pavo real” forma parte del cortejo, entre pantallas y en la vida de carne y hueso, pero esconder cosas puede convertirse en algo mucho mayor si, en lugar de eso, inventamos cosas que no son reales o maximizamos cosas que son pequeñas.

Pero, además, debemos contar con otro factor: las expectativas que se hace la otra persona que está en el otro lado de la pantalla. Y las expectativas, cuando nos vemos cara a cara, ya son enormes. Entonces, imaginemos cómo pueden multiplicarse si, además, generamos expectativas sobre alguien que no conocemos en carne y hueso.

¿QUÉ COSAS CONTAMOS POR INTERNET?

  • Cosas aparentemente banales: podemos tener conversaciones superficiales, “de relleno”, para ganar tiempo... como las que también tenemos en la vida real. Y así vamos cotejando a la otra persona y nos vamos creando una imagen en función de lo que nos proyecta y en función de lo que queremos recibir y creer. Por lo tanto aquí tenemos dos filtros: el de la persona que cuenta y el de la persona que lee.
  • Cosas más personales: asuntos particulares que contamos a la otra persona para conocerla un poco mejor, esperando que también nos cuente algo que nos permita entrar en su intimidad, cosas que nos permitan confirmar o desmentir el ideal que nos hemos creado en nuestra cabeza de cómo es esa persona. Y sobre esas cosas personales podemos hablar de distintas cosas: aspectos vitales de nuestra vida (cosas que contarías a tus amigos y/o cosas que solamente contarías a tus mejores amigos, e incluso cosas que no se ha contado nunca a nadie) y cosas íntimas, y aquí entramos ya en el terreno del sexo.

Debemos tener mucho cuidado con lo que contamos y con lo que compartimos con alguien que no conocemos en persona. Si bien es cierto que conocerlo personalmente tampoco es garantía de éxito, en persona podemos tener acceso a información que no tenemos cuando estamos escribiendo o viéndonos a través de una pantalla:

  • Cómo se mueve
  • El olor que desprende
  • Su mirada
  • Su expresión corporal
  • La expresión de su rostro...

Todos estos factores y muchos más son los que configuran la comunicación no verbal... la más importante cuando hablamos de comunicación, la que gana terreno ante una desincronía entre la comunicación verbal y la no verbal. El mensaje verbal y el no verbal deben estar en sincronía y cuando algo falla, nuestro cerebro se queda con el mensaje que ha mandado aquello no verbal...

Y cuando nos comunicamos con alguien a través de internet, se pierde una cantidad de información que es completamente necesaria para poder decir que nos hemos enamorado de alguien. Conocer a alguien por internet puede ser maravilloso, pero debemos tocar a esa persona, olerla, mirarla a los ojos...Debemos conseguir el círculo completo: comunicación verbal y no verbal.