El Mundial despide a Stoner con una gran ovación

El bicampeón de MotoGP se jubila a los 27 años tras ganar 45 grandes premios y subirse 89 veces al podio

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se va uno de los mejores. Bueno, ya se ha ido. Mañana ya será historia. Y de la buena. De la grande. De la inmensa. Una historia que tuvo sus precedentes enMick Doohan oWayne Gardner, otros dos inmensos australianos, capaces de ganar y admirar al mundo con sus espectacular pilotaje en la categoría 'reina' de las dos ruedas.

Este domingo, en una sala de prensa repleta de periodistas, todos ellos admiradores del piloto, no tanto de la persona, el australiano Casey Stoner (Southport, Australia, 16 de octubre de 1985)se despidió, como en el anuncio televisivo de Repsol donde solo dice "gracias", mientras sonaba un estruendoso aplauso.

89 podios

Stoner, el padre de la pequeña Alessandra, esposo de Adriana, ha dicho hoy adiós, en Cheste, tras su podio número 89, a una intensa carrera, repleta de sobresaltos, sobre todo al inicio, y sembrada de dureza, más en su cuerpo, en sus huesos, en sus músculos que en su cerebro, que en su corazón. Este hombre duro, que en su despedida no agradeció nada a nadie porque nada debe, se ha ido tras conquistardos títulos mundiales espectaculares.

Uno, con la Ducati que ha estado a punto de arruinar la vida del más grande, del italianoValentino Rossi, y otro con la pdoerosa Honda. El primero, en el 2007, cuando sorprendió al mundo bailando en las curvas con semejante cohete. El segundo, hace apenas dos años, cuando llegó y ganó auspiciado por el imperio alado.

Ya no se divierte

Este Stoner padrazo, que se va, dice, porque este Mundial ha dejado de divertirle, porque las motos jamás fueron su habitat ideal, que asegura que vivirá a caballo entre su apartamento en Mónaco y su granja australiana, aunque todos sabemos que acabará vendiéndose el lujo mediterráneo para residir en el país que lo ignora pero en el que es feliz, fue despedido por su equipo con una pizarra en la que podía leerse algo así como "hala, suerte, vete a pescar", uno de sus entretenimientos preferidos.

Ni que decir tiene que la platea de la sala de prensa de Cheste estaba muuuuuucho más emocionada que el propio Stoner, que apenas pestaneó. "No, ya me emocioné el otro día en Phillip Island, donde fue mi auténtica despedida, hoy, aquí, en Valencia, no he sentido nada especial", comentó el australiano. "Eso sí, he estado muy concentrado la última vuelta pues, con la pista peligrosa, muy resbaladiza, no quería caerme y empezar mi nueva vida lesionado, no". Stoner no contó lo que hará a partir de ahora. Ni siquiera si ha tomado ya la decisión de correr con coches en Australia. Se va y punto.