LA REAPARICIÓN DE UN ICONO
Rossi quiere convertirse en el árbitro del título
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas / Alcañiz
Nada más aparecer el jueves en Motorland (Alcañiz, Aragón), Valentino Rossi (Yamaha), de 38 años, nueve títulos mundiales, 115 victorias, 226 podios, 360 grandes premios, se vio obligado a responder varias veces por qué estaba allí. ¡Tremendo!, el icono del motociclismo, el 'rey de reyes', el atleta que, en 21 días, se había recuperado de una doble fractura de tibia y peroné derechos, el piloto que arriesgaba su vida y su prestigio regresando 20 días antes de los pronosticado y sugerido por los doctores, debía dar explicaciones. Y las dio: “Qué por qué estoy aquí, porque amo mi profesión, porque soy piloto, porque es lo que más me gusta de la vida, correr. Si me faltase esta ilusión, estas ganas, este empuje, me quedaría en casa. Y Punto”.
Rossi correrá en Motorland solo 22 días después de haber sido operado de una doble fractura de tibia y peroné
Y, cómo no, los motivos que empezaron a circular por el 'paddock' de Alcañiz fueron infinitos. Uno, el negocio: Rossi ingresa más dinero vendiendo gorras, camisetas, bufandas, chaquetas, cascos…que corriendo, que de ficha de Yamaha, de Movistar, de los cascos AGV. Rossi es una multinacional, así que regresaba para hacer caja en los alrededores de Motorland. El 'Doctor' volvía, decían otros, porque tiene mono de popularidad, porque le encanta y quiere ser el centro del Mundial, casi del mundo. Y lo logró, sí. Como siempre. “Mi, mi, mi”, dijo irónicamente uno de los legendarios mitos que trabajan en el 'paddock'. “Si no es el centro, no es feliz, no vive, no está contento”.
Pero Rossi también volvía para correr, pese a que, nada más entrar en la sala de prensa, el pasado jueves, dijo que él ya no puede lograr su sueño este año: el décimo título. “El cetro será para Marc, Andrea o Maverick”. Y ahí lo dejó. No dijo, claro, que regresaba antes de hora, en Aragón, para ponerse en forma para el triplete (Japón, Australia y Malasia), donde intentará jugar, magistralmente, como siempre, sus cartas. Otra cosa es que pueda, que le salga. Los hay que ya piensan que echará el resto en Sepang (Malasia) para evitar que Márquez, su rival, su enemigo, el muchacho que lo dejó en evidencia, al chico al que pateó y le arrebató el título en 2015, conquiste su cuarta corona en cinco años, se acerque a sus nueve mundiales y le amargue, aún más, el futuro que Vale suponía glorioso.
Se lo dijo 'Uccio' Salucci, el hermano de Rossi, al periodista español Manuel Pecino. “Valentino no piensa en otra cosa que en el 10º título mundial. Se entrena 10 horas al día. Vivimos solo para eso, lo está dando todo; no vemos el momento que lo gane, así estaremos todos un poco más tranquilos. Ya no hay fiestas, ya no hay salidas, ya no hay nada. Su obsesión por mejorar le llevó, incluso, a imitar a Marc Márquez”. Ese es el Rossi que vuelve, con la misión de que Márquez no gane el título. Misión legal, lícita, reglamentaria. “Lo sabemos”, dicen en el entorno del nen de Cervera, “pero estamos preparados para ello”.
Fracasado en su intento de conquistar el décimo, Rossi solo encontraría consuelo si el cetro se lo lleva Viñales, su compañero de equipo. Entonces podría utilizar todo su aparato mediático, que sigue intacto, aunque empieza a tener alguna gotera, para decir que él le ha ayudado, ofreciéndole consejo y hasta su telemetría en los viernes o sábados que MBK no se aclaraba. Solo eso le salvaría, pues la coronación de Dovizioso sería un puñal a su palmarés: otro italiano en la gloria. Peor aún, Dovi ganaría con una Ducati, la moto con la que Vale sufrió, en 2011 y 2012, cuando se fue con los rojos para hacerlos campeón, para conquistar el top ten de su carrera, un italiano coronándose con una moto italiana, no ganó una sola carrera y únicamente sumó tres podios en 35 carreras.
"Estoy aquí porque amo las motos. Estoy aquí porque correr es lo que más me gusta de esta vida. El día que pierda la ilusión por las motos, me quedaré en casa"
Y si es Márquez quien, al final, se corona rey de la categoría reina, su desolación y desencanto será aún superior. Le ganará, de nuevo, quien lo dejó en evidencia en 2015, quien rompió todos los récords de precocida de la categoría (ninguno en poder de Rossi) en 2013 y, sobre todo, quien amenaza los marcas que Valentino pretende alargar en el tiempo, pues el nen de Cervera suma, ahora, con 24 años, cinco títulos (9 acapará Vale), 59 triunfos (por 115 de Rossi ¡pero con 14 años menos!) y, en poles positions, ya lo supera: el catalán totaliza 71 (récord de la historia) por 64 del italiano. Hubo un tiempo en que el mítico, el enorme, el más grande, el también italiano Giacomo Agostini temía que Vale superase sus 15 títulos y 122 victorias. “Espero que Márquez me ayude a evitar que Vale me alcance”, rogaba Ago. Pues Márquez lleva camino de superar a ambos. Y Rossi lo sabe, por eso ha vuelto antes de hora.
Y lo peor: en Italia ya hay quien duda de Rossi. Maurizio Bruscolini, periodista italiano de Pésaro, acaba de escribir un artículo en su blog SkeetGP, titulado Paraiso de mentiras, donde dudaba de que Vale hubiese sufrido doble fractura de tibia y peroné. ¡Tremendo! Rossi, ayer, se remangó el pantalón y le mostró a Bruscolini su pierna. La fotografió La Gazzetta dello Sport y hoy sale publicada la extremidad dañada. Igual a Maurizio Bruscolini le envían las mismas 'hienas' que le enviaron, en 2015, a Márquez a Cervera.
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