Así quedaría Barcelona si no se combate el calentamiento global

Una subida del nivel del mar, según los peores pronósticos, convertiría la T1 del aeropuerto en una isla

CARLES COLS / BARCELONA

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Una parte de la terminal T-1 del aeropuerto de El Prat está, altímetro en mano, por debajo del nivel del mar. No es el caso de la mayoría de las pistas. La elevación media calculada es de 3,8 metros. Las previsiones más pesimistas del grupo de expertos en cambio climático de la ONU (IPCC) calculan que el nivel del mar subirá 90 centímetros de aquí al año 2100 si no toman las medidas adecuadas. El juego de la provocación queda así servido. Un equipamiento mayúsculo, que costó 1.200 millones de euros y que fue inaugurado hace solo seis años, ¿podría quedar parcialmente anegado? ¿Hasta qué punto un desequilibrio ambiental alterará las postales a las que estamos acostumbrados? ¿Hará el hotel Vela justicia a su nombre?

Climate Central es el nombre de una organización que agrupa a un grupo de científicos y divulgadores de cuestiones científicas que desde su creación en el año 2008 se ha hecho un hueco en los medios de comunicación de Estados Unidos. No queda claro si es una voz alternativa o, mejor aún, complementaria a la del panel de expertos de la ONU, pero con el tiempo ha resultado obvio que su estrategia de trabajo resulta, como mínimo, llamativa. Su lema podría ser perfectamente aquella conocida sentencia que afirma que un gramo de imagen equivale a un kilo de rendimiento. Así que, recientemente, como aperitivo de la próxima cumbre del clima de París, encargó a un original artista, Nickolay Lamm, una serie de simulaciones sobre cómo quedarían algunas de las grandes urbes del mundo, sobre todo las situadas en zonas de costa, ante un hipotético ascenso de unos cuatro metros en el nivel del mar, una cifra exagerada si se prevé para el año 2100, pero que según Climate Central no sería imposible que se diera en el año 2200 si los gobiernos prosiguieran con su actual incapacidad de cerrar un acuerdo efectivo.

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Lamm es un maestro en este tipo de retos. Ya fue autor, en su momento, de un interesante trabajo sobre cómo seria la muñeca Barbie si tuviera las proporciones de una mujer real, un ejercicio, en ese caso, destinado a criticar la dictadura de la moda.

La advertencia de Climate Central sobre cómo sería el mundo sumergido no incluyó una simulación específica del caso de Barcelona, pero el trabajo de investigación en papel sí que incluía una referencia a algunas de las zonas más amenazadas de España, como la Albufera de Valencia, el delta del Ebro y, justo al lado de Barcelona, el actual parque agrario del Llobregat, unas tierras excepcionalmente ricas para el cultivo, salvo que la salinidad las invada en exceso, con consecuencias económicas catastróficas.

Tras la estela de la campaña de concienciación impulsada por Climate Central, EL PERIÓDICO ha elaborado tres simulaciones con la misma técnica y los mismos parámetros que Lamm. En la primera de ellas, la terminal T-1 aparece, llegado el caso, como una isla de cemento en mitad del mar, casi como una estación de atraque para cruceros, salvo porque la profundidad lo impediría. Y es que, realmente, el edificio está prácticamente a tocar del mar. Una hipotética invasión de las aguas cabe suponer que se produciría en un primer momento a través de El Remolar, el espacio natural protegido situado tras la terminal, que también desaparecería, y con él, su riqueza medioambiental. Las otras dos imágenes son más urbanas. Una es la del hotel Vela, intacto, sí, pero sin playas, como ya predicen los cálculos del IPCC. La otra es, según se mire, más simbólica. Tiene como sujeto principal la placa fotovoltaica del Fòrum, una instalación que en su día, cuando en el año 2004 aquella zona de la ciudad fue urbanizada, fue presentada como la contribución de Barcelona a la apuesta por las energías renovables y que, en último término, no contribuyen al calentamiento del planeta. La gran placa fotovoltaica quedaría así, en cierto modo, como un monumento al absurdo.

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