TURISMO Y MEDIO AMBIENTE

El verano inunda las islas de basura

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Michele Catanzaro

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Una cuarentena de voluntarios se han pasado siete meses de este año recogiendo basura en las playas de nueve islas del Mediterráneo. Periódicamente, se han paseado por dos o tres playas de cada isla y han recogido todo lo que veían en la superficie. Tras clasificarlo en bolsas – botellas, pajitas, colillas, cubiertos de plásticos, palos de chupachups, etcétera – lo han enviado, junto con muestras de arena, a un laboratorio en Barcelona.

En el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), dos investigadores están trabajando a toda máquina para interpretar qué dice esta montaña de residuos - casi 100.000 objetos y fragmentos.

500% más en verano

De momento, no dice nada bonito. A la espera del análisis definitivo, los resultados apuntan a un crecimiento de entre el 150% y 550% de los desechos en el verano.

La población se multiplica por 10 en islas como Mykonos durante el verano. Las islas son sistemas cerrados y muy pocas tienen sistemas de reciclaje”, explica Patrizia Ziveri, investigadora ICREA del ICTA y colaboradora del proyecto, llamado BlueIslands, que implica a 14 instituciones europeas y se desarrolla de 2016 a 2019.

La región mediterránea es la principal destinación turística del mundo. También tiene una alta contaminación: cada día, 700 toneladas de plástico entran en el mar. El estrecho de Gibraltar no facilita que salgan hacia el océano.

“El coste de limpiar las playas y reparar barcos y redes es de 263 millones de euros. Además, los organismos quedan atrapados en los desechos, o los ingieren, o son transportados por ellos en islas remotas”, afirma François Galgani, del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar, no implicado en BlueIslands.

El efecto en la salud humana es más controvertido: no se sabe si los humanos acaban comiendo pescado contaminado por las partículas más pequeñas.

Playas y contaminación

El esfuerzo de cuantificación de BlueIslands no tiene precedente, afirma Galgani. El proyecto se ha concentrado en las islas (Mallorca, Cerdeña, Sicilia, Malta, Rab, Creta, Rodas, Mykonos y Chipre) por su especial fragilidad. Y muy especialmente, en sus playas. “El 80% de la contaminación marina viene de la tierra y las playas son una de las grandes puertas de entrada. Las otras son el viento y los ríos”, explica Michael Grelaud, el otro investigador del ICTA implicado.

Grelaud ha formado los recogedores y analizado junto con Ziveri las muestras. Los dos han empleado soluciones hipersalinas para sacar microplásticos de las muestras de arena.

Fragmentos de plástico de menos de 2,5 centímetros constituyen el 57% de todos los objetos encontrados. El 18% son colillas (“¡En Chipre había hasta 10 por metro cuadrado!”, observa Grelaud). Y el resto incluye tapones, palitos para las orejas y envoltorios de caramelos.

Tras el análisis detallado de los resultados, el próximo paso de BlueIslands es proponer soluciones. “El plástico es complicado, pero para las colillas sería tan sencillo como no permitir fumar en las playas”, observa Grelaud. “Las economías locales dependen del turismo, pero ¿qué tipo de turismo queremos para el futuro?”, concluye Ziveri.