INFRAESTRUCTURAS AMBIENTALES

Pasos que salvan animales

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Un conductor transita por una carretera secundaria cuando, de repente, aparece un jabalí que permanecía oculto entre la vegetación del arcén. Está anocheciendo. El inmediato frenazo no logra evitar la colisión con el animal, que pesa unos 60 kilos. El conductor sale ileso, con solo unos pequeños arañazos, pero el jabalí muere y el coche sufre una abolladura de consideración cuya reparación ascenderá a más de 3.000 euros, al margen de los gastos judiciales. En otras ocasiones, el frenazo sí salva al jabalí, pero origina un choque trasero con el automóvil que circulaba a continuación.

Según las estadísticas de la Generalitat, las dos situaciones relatadas son ejemplos típicos de la siniestralidad motivada por la presencia de animales en la carretera, un tipo de accidente que no suele originar decesos -en la gran mayoría de los casos (92%) no hay víctimas personales y, cuando causa heridos, el 95% son leves-, pero que tiene un notable coste económico y un impacto innegable sobre la fauna, en ocasiones sobre especies protegidas.

En total, cada año se producen unos 1.200 siniestros de este tipo en Catalunya, sobre todo por la aparición inesperada de jabalís y, más raramente, perros o corzos. Además, la cifra podría multiplicarse por varios dígitos si se incluyeran vertebrados más pequeños que no suelen causar efectos en el coche y fallecen de forma anónima bajo las ruedas, como conejos, culebras, lagartos, sapos, tejones, gatos y erizos.

Para frenar los atropellos y las colisiones, la Generalitat ha puesto a punto diversas infraestructuras en las carreteras de su titularidad que, en líneas generales, lo que hacen es desviar los movimientos de la fauna hacia lugares seguros por donde no pasan coches. En el conjunto del España, el Ministerio de Fomento y otras administraciones también llevan a cabo actuaciones en la misma línea. «La normativa obliga a colocar pasos cada determinados metros, en función del tráfico», recuerda Ramón Pérez de Ayala, especialista de la asociación WWF que ha participado en diversos proyectos de este tipo para la protección del lince ibérico.

En el caso de la Generalitat, un programa iniciado en el 2011 identificó en primer lugar 147 tramos problemáticos por su siniestralidad, explica Xavier Torres, director general de Infraestructuras de Movilidad Terrestre. Luego se han aplicado variadas soluciones: dependiendo del caso, se han construido pasos por encima de carreteras -conocidos como ecoductos- o bien pequeñas tuberías por debajo, diseñadas para pequeños vertebrados. Un ecoducto muy amplio, ahora cubierto por cultivos de cereales, puede observarse en el Eix Transversal (C-25) a la altura de Sant Julià de Vilatorta.

Acostumbrarse a las señales

También se han instalado cierres perimetrales (vallas que redirigen la fauna hacia pasos seguros), se han desbrozado arcenes (para facilitar el avistamiento rápido de los animales) y se ha llegado incluso a utilizar olores para apartar a la fauna de las zonas más sensibles, «aunque en todos los casos se ha de actuar con cautela porque se corre el riesgo de trasladar un problema de un lugar a otro», añade Torres. Asimismo, se han instalado nuevas señalizaciones verticales, algunas de forma temporal en los meses delicados: «Así se evita que el conductor se habitúe a ellas. Si las ve siempre, tiende a bajar la guardia», advierte Torres.

Los resultados son aún preliminares, pero en el 90% de las estructuras de conectividad analizadas se ha detectado el paso de zorros, tejones, jinetas, comadrejas y otros mamíferos. Se ha observado incluso un mustélido tan escaso y esquivo como es la nutria, una señal de que los pasos funcionan.

Pérez de Ayala insiste en que todas estas medidas funcionan si se hacen bien y recuerda el caso de la carretera que comunica El Rocío con Matalascañas, en el entorno de Doñana (Huelva), conocida antaño por su elevada siniestralidad: «Gracias a estas actuaciones, incluidos diversos vallados, ahora ya no muere prácticamente ni un lince».

Los accidentes de tráfico causados por la colisión con animales en España cuestan una media anual de 105 millones de euros, incluyendo gastos relativos a víctimas (ambulancias, hospitalización, pérdida productiva), costes materiales (daños en vehículos, policía y bomberos) y costes de valor social calculados para cada animal muerto, según pone de manifiesto un estudio realizado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid. Los costes son independientes de las indemnizaciones de las aseguradoras. Entre el 2006 y el 2012 se produjeron en España 74.600 colisiones con animales salvajes, el 8,9% de los accidentes de tráfico registrados en el mismo periodo.