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Peligro para las aves: pasa el AVE

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Antonio Madridejos

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Los AVE y otros trenes de alta velocidad son demasiado veloces para las aves que se cruzan en su trayectoria o se posan peligrosamente en las vías. Por muy ágiles que sean, los 300 kilómetros por hora que los convoyes llegan a alcanzar les resultan insalvables y acaban prácticamente pulverizados. Pero ¿las víctimas son realmente muchas? La primera estimación la acaba de proporcionar un estudio encabezado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), la consultoría ambiental SECIM y Renfe: mueren entre 26 y 60 por kilómetro y año, dependiendo del tramo.

Los resultados, que se han publicado en la revista científica Frontiers in Ecology and Evolution, proceden de un análisis mediante vídeo y observación directa del tramo de 322 kilómetros entre Madrid y Albacete. "Con los datos disponibles, hemos de ser cautelosos a la hora de extrapolar datos", insiste Juan Malo, profesor de Ecología de la UAM. 

"La mortalidad puede variar mucho en función del lugar por donde discurre la línea, de los horarios, de la época del año y, lógicamente, del número de convoyes que pasan por ella cada día", explica el coautor Eladio García de la Morena, de SECIM. Por ejemplo, mueren prácticamente tres veces más aves en el tramo Madrid-Motilla del Palancar que en el Motilla del Palancar-Albacete. La ruta ferroviaria atraviesa principalmente zonas rurales con cultivos de secano (60%) y zonas de bosque-matorral (20%) y tiene en su trazado un total de 30 viaductos. Pasan 30 trenes por día en días laborables.

Para el estudio, los trenes de la línea Madrid-Albacete fueron equipados con una cámara de vídeo frontal (120 fotogramas por segundo), un GPS y una unidad de almacenamiento de datos que totalizó 14.700 kilómetros de grabación efectiva. El pequeño tamaño de la cámara permitió anclarla con una ventosa en el parabrisas delantero del tren sin pérdida de visibilidad para el conductor. Paralelamente a las grabaciones, un observador situado en la cabina detrás del conductor cumplimentaba un formulario para anotar los datos del viaje y las colisiones detectadas. La operación se repitió en un total de 66 viajes a lo largo del año.

Proyecto Life en marcha

"Es la primera vez que se estima la mortalidad por aves en una línea de tren de alta velocidad", destaca Juan Malo. Su equipo equipo en la UAM trabaja con Renfe en un proyecto europeo Life encaminado a reducir la mortalidad de aves por impactos con infraestructuras. Se trata fundamentalmente de encontrar sistemas que dificulten su acceso a las zonas peligrosas, así como de mejorar el diseño de nuevas líneas, explica el profesor.

La revisión de los vídeos produjo 1.090 observaciones de aves, de las cuales el 29,4% eran ejemplares que cruzaban la infraestructura bajo la catenaria y por lo tanto se enfrentaban a un riesgo de colisión. Del análisis se desprende también que un AVE en marcha se cruza con aves en las proximidades de su frontal cada 14 kilómetros de recorrido y atropella una cada 350 kilómetros circulados. Teniendo en cuenta que la red de alta velocidad en España ronda los 3.000 kilómetros, eso significa que varias decenas de miles de aves pueden morir por colisiones con los trenes. Son en cualquier caso "muchas menos" de las que se producen por choques con aerogeneradores y especialmente con coches, precisa Malo.

Las aves empiezan a tener problemas a partir de los 80 km/h. No tienen capacidad innata para procesar el peligro

El registro de vídeo también permitió comprobar que las aves reaccionan generalmente cuando el tren se sitúa a una distancia de entre 60 y 136 metros, demasiado tarde para poder alzar el vuelo con garantías teniendo en cuenta la velocidad punta del tren. "Aunque el problema se agrava con los AVE, los trenes empiezan a ser difíciles de esquivar para las animales a partir de los 80 km/h", dice Malo. "Los pájaros no están acostumbrados a objetos que circulan a esas velocidades -incide García de la Morena-. No tienen capacidad para procesar la información y reaccionar".

"Por fortuna, la mayoría de las aves atropelladas no son precisamente escasas, como es el caso de urracas, palomas, estorninos y córvidos, pero también se ha contabilizado alguna rapaz", concluye García de la Morena. En el 10% de los impactos no fue posible determinar la especie.

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