ATC EN CUENCA

La inestabilidad del terreno elegido amenaza las obras del silo nuclear

Dos empleados trabajan en las nuevas catas geológicas que lleva a cabo la empresa barcelonesa Aplus+ en los terrenos del ATC, ayer.

Dos empleados trabajan en las nuevas catas geológicas que lleva a cabo la empresa barcelonesa Aplus+ en los terrenos del ATC, ayer.

MANUEL VILASERÓ
MADRID

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En uno de sus primeros consejos de ministros como presidente del Gobierno, Mariano Rajoy sorprendió a todo el mundo eligiendo el desconocido municipio de Villar de Cañas (Cuenca) para la construcción del polémico cementerio nuclear, el denominado almacén temporal centralizado (ATC). Casi tres años después se ha puesto de manifiesto que la decisión fue, como mínimo, poco meditada. Un informe geológico de la compañía estadounidense de ingeniería URS encargado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) la ha puesto en solfa al dictaminar que "el emplazamiento escogido es inadecuado, desde el punto de vista geotécnico, para albergar unos edificios" considerados de alto riesgo.

Las catas llevadas a cabo han mostrado un subsuelo tan inestable que hasta el Colegio de Geólogos ha advertido en una nota oficial de que "se podrían producir grandes sobrecostes" en las obras además de "un posible deterioro de la seguridad estructural" de las edificaciones.

Triple complejidad

Los terrenos reúnen una triple condición que complica la cimentación. En una primera capa de hasta unos 15 metros de media dominan las arcillas expansivas, un tipo de terreno que por efecto del agua se contrae y dilata con tal fuerza que es capaz de producir grietas en las estructuras de hormigón más sólidas. "Puede llegar a levantar un edificio entero", indicaron fuentes del Colegio de Geólogos.

Más abajo de esa cota aparece algo aún más peligroso: yacimientos de yeso donde la acción del agua puede acabar creando cavidades que con el paso del tiempo pueden colapsar, hundiendo el terreno. A ambos fenómenos se suma que los terrenos son inundables. El nivel freático está prácticamente a la altura de la superficie, como se puede comprobar en un entorno donde proliferan las lagunas.

«No es que el edificio no se pueda construir. La tecnología actual permite hacerlo en cualquier parte, pero a costa de pagar altos sobreprecios. Hay que hacerlo, además, muy bien para que no haya consecuencias que en este tipo de instalaciones no pueden permitirse», advierten las mismas fuentes colegiales.

Las arcillas expansivas y los yacimientos de yeso con cavidades crearon enormes problemas a la construcción del tramo del AVE entre Zaragoza y Lleida y parte del encarecimiento de la obra que ahora ha puesto sobre la mesa del Tribunal de Cuentas.

Obras sin adjudicar

A la sociedad pública que pilota el proyecto, la Empresa Nacional de Residuos Radioactivos (Enresa), no parece que le preocupen estas sombras. El pasado mes de septiembre sacó a concurso la construcción de la obra civil y prevé adjudicarla el 1 de febrero por un importe máximo de 270 millones de euros, pese a que el presidente del CSN, Fernando Martí Scharphausen, advirtió el pasado 3 de diciembre en el Congreso de los Diputados de que este organismo no dará el permiso para que se remueva ni un solo metro cúbico de tierra hasta que se despejen las incertidumbres.

A partir, entre otros, del informe de URS, el director técnico de Seguridad Nuclear del consejo, Antonio Munuera, remitió a Enresa un informe planteando la multitud de dudas surgidas sobre la cimentación y las características geológicas del terreno. La respuesta que dé Enresa es clave para saber si la obra puede seguir o no adelante, pero los estudios que debe llevar a cabo son tan complejos que pueden llevar muchos meses, hasta un año, según Carlos Villeta, portavoz de la Plataforma contra el Cementerio Nuclear de Cuenca.

Los contratos de realización de estos estudios se han adjudicado de urgencia entre otras a la empresa de ingeniería Aplus +, de Barcelona, que prevé trabajar todas las Navidades, festivos incluidos. Pero es inviable que estén listos antes de febrero.

La cuestión de los plazos es uno de los caballos de batalla del PSOE. Su diputado por Cuenca, Luis Carlos Sahuquillo, avisó en el Congreso de que si se adjudica la obra antes de tener la seguridad de que puede llevarse a cabo se corre el riesgo de tener que afrontar indemnizaciones millonarias como las del depósito de gas Castor. Antonio Hernando, el portavoz del grupo socialista, exigió la pasada semana a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría la paralización de la adjudicación, pero no obtuvo respuesta.

Los geólogos lo tienen claro. Si se hubiera hecho un estudio geotécnico previo a la designación, Villar de Cañas no hubiera tenido ninguna opción de ser elegido por el primer consejo de ministros de Rajoy.