Historia de una cuchara

MANUEL VILÁSERÓ / MADRID

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Si después de pronunciar la histórica frase  “Y sin embargo se mueve”, el astrónomo italiano Galileo Galilei hubiera merendado con cubiertos de plástico, aún podría encontrarse contaminando algún lugar del planeta. Afortunadamente en esa época los cubiertos solían ser de madera pero Greenpeace ha incluido este ejemplo dentro de su campaña ‘Mejor sin plásticos’ para mostrar el impacto que tiene el uso de un elemento que “sólo se usa cinco o diez minutos” y que es el final de un largo proceso de millones de años, como puede verse en el video de la organización ecologista que acompaña esta información.

Las cucharas, tenedores y cuchillos son uno de los productos plásticos que más persisten en la naturaleza, nada menos que 400 años. Sólo los superan las botellas y el hilo de pescar. Con una diferencia respecto a estos: los cubiertos no se pueden reciclar. Se echan mezclados con la basura orgánica y acaban incinerados o enterrados en el mejor de los casos. Si se tiran en el monte o el mar acabarán degradándose a los largo de esos cuatro siglos hasta convertirse en pequeñas porciones microscópicas que pueden ser ingeridas por los peces y llegar al consumo humano a través de ellos.