El Ebro arrastra toneladas de sedimentos hasta el delta

La enorme crecida supera las barreras infranqueables de los últimos embalses del río

Imagen del delta del Ebro fotografiado por el satélite Modis de la NASA en la que se puede apreciar el transporte de sedimentos ocasionado por la gran crecida

Imagen del delta del Ebro fotografiado por el satélite Modis de la NASA en la que se puede apreciar el transporte de sedimentos ocasionado por la gran crecida / periodico

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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La enorme crecida de estos días en el Ebro ha supuesto el transporte de toneladas de sedimentos que de otra manera nunca habrían superado la barrera infranqueable que suponen los tres grandes embalses del tramo final del río: Mequinenza, Riba-roja y Flix.

Las fotos obtenidas por el satélite estadounidense Terra y su sensor Modis muestran inequívocamente la pluma de materiales que proyecta el delta hacia el Mediterráneo, un fino limo que frena la subsidencia del terreno, la erosión de la costa y la intrusión de agua marina, además de tener efectos beneficiosos para la productividad pesquera y agrícola.

El transporte de sedimentos se perdió casi por completo al levantarse los grandes diques de Mequinenza y Riba-roja en los años 60 del pasado siglo, y solo en ocasiones como la actual el agua tiene fuerza suficiente para arrastrar la tierra. Las piedras más pequeñas, por ejemplo, solo se movilizan con un caudal superior a los 500 metros cúbicos por segundo.

Varios estudios estiman que la capacidad total de Mequinenza es muy inferior a la oficial porque en su fondo, especialmente junto al dique principal y en la cola, reposan más de 100 hectómetros cúbicos de sedimentos, mientras que en Riba-roja podría haber 15 hectómetros cubicos más. Cada Hm3 tiene un peso estimado de dos millones de toneladas.

La situación se repite lógicamente en los 110 embalses de la cuenca del Ebro. Los pantanos se construyeron para laminar peligrosas inundaciones, almacenar agua en momentos de escasez y producir energía.