REPTILES EN PELIGRO

Cuidado con las víboras

La precaución con los ofidios debe ser doble: evitar sus mordeduras y no atropellarlos

Una víbora hocicuda, la más frecuente de la Península y también la que cuenta con el veneno menos tóxico.

Una víbora hocicuda, la más frecuente de la Península y también la que cuenta con el veneno menos tóxico.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Con las víboras se ha de tener cuidado por partida doble: obviamente, hay que evitar su mordedura, que es peligrosa y en casos extremos puede ser mortal, pero también debe evitarse atropellarlas, una circunstancia relativamente frecuente que está reduciendo sus poblaciones de forma acelerada.

En España hay tres especies de víbora, todas ellas esquivas y poco cosmopolitas. Así que si alguien tropieza con una es porque se ha acercado a sus dominios en riscos o recovecos en el bosque, a poder ser en zonas soleadas y pedregosas. Y si alguien es víctima de su mordedura es porque ha perturbado su tranquilidad, una situación que sucede muy a menudo con niños y adolescentes que intentan cogerlas. «Las víboras evitan la civilización», resume José María Amate, jefe de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III, que ha analizado los sucesos acaecidos en España desde 1997.

Cada año se registran en España unas 130 mordeduras de víbora que requieren tratamiento médico, según datos facilitados por los hospitales, «aunque las cifras están algo infladas porque algunas son realmente de alacranes u otros arácnidos y se consignan por error», sostiene Amate. Catalunya es la comunidad más afectada, con unos 25 casos de media anual, un liderazgo que se atribuye a la gran población y la mayor tradición de actividades en la montaña.

El riesgo es siempre pequeño porque son especies muy poco ubicuas. «La posibilidad de tropezarte con una es escasa», insiste Daniel Fernández, experto en anfibios y reptiles y miembro de la Societat Catalana d'Herpetologia (SCH). Durante dos años de trayectos a pies semanales por zonas aptas para las víboras, Fernández solo fue capaz de observar cuatro: «Mucha gente cree verlas, pero casi siempre se trata de culebras y otras serpientes inofensivas», resume. Joan Maluquer-Margalef, presidente de la SCH, comenta que uno de los dos tipos de víboras presentes en Catalunya está catalogada como vulnerable pese a no estar protegida legalmente. Es difícil estimar las poblaciones, añade, pero «está claro que han descendido rápidamente por culpa de los insecticidas, los atropellos y, en general, por la transformación del medio».

MUERTES / En el periodo 1997-2009 se registraron en España 17 defunciones por mordedura de víbora, que fueron atribuidas casi en exclusiva a una tardanza en el tratamiento. «En principio -afirma Amate-, la mordedura de las víboras ibéricas no es mortal, ni siquiera en el caso de la áspid, que es la más peligrosa. Los casos corresponden a personas que ya estaban comprometidas, como un enfermo grave del corazón y otro con una sobredosis de heroína». 

Los más afectados por mordeduras suelen ser niños de entre 5 y 14 años (30% de los casos), fundamentalmente porque practican más actividades al aire libre, así como por «una cierta chulería al querer demostrar valentía ante los amigos», considera Amate. Los niños, además, son los más sensibles por una simple cuestión de peso y de distribución del veneno, añade Rosendo Ullot, médico del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. El hospital atendió entre abril y octubre del 2013 a cinco niños que habían sido mordidos en diversas zonas del Montseny el Berguedà, mientras que curiosamente solo había tenido un caso en los dos años previos.

Si hay mordeduras, lo esencial es mover al afectado lo menos posible, ponerle hielo en la herida y llevarlo a un centro hospitalario. «Para las víboras que tenemos aquí no es recomendable aquello de cortar, succionar con la boca y poner un torniquete», dice Amate. «Lo esencial es la rapidez, evitar que el veneno circule», insiste Ullot. Los mayores efectos suelen manifestarse a las 48 horas. Poder fotografiar el animal es también importante porque permitirá que el especialista actúe en consecuencia.

SUEROS MODERNOS / Amate explica que los hospitales españoles están preparados sin problemas para atender mordeduras. En la mayor parte de casos o bien no se ha inoculado veneno o bien la cantidad ha sido escasa, por lo que el tratamiento se limita, al margen de limpiar la herida, a antiinflamatorios y antibióticos, más la aplicación de la antitetánica si es necesario, dice Ullot: «En cualquier caso, hay que ir siempre con cuidado si se quieren evitar isquemias».

Solo se aplican antivenenos en casos graves, normalmente por mordeduras en el cuello y otras zonas sensibles. «Muchos médicos son reacios a utilizarlos debido a antiguos recelos, cuando los sueros, que se fabrican con proteínas de caballo, eran casi más peligrosos -por choques anafilácticos- que los propios venenos -detalla el especialista-. Pero las cosas han cambiado y ahora el riesgo es muy bajo».