Sin caudal no hay sedimentos

El plan de cuenca contempla 3.000 hm3 al año cuando los científicos reclaman, como mínimo, el doble

La Punta del Fangar, en el delta del Ebro, una de las zonas más amenazadas.

La Punta del Fangar, en el delta del Ebro, una de las zonas más amenazadas.

SÍLVIA BERBÍS / SANT CARLES DE LA RÀPITA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"El plan de cuenca viene a agravar los efectos del cambio climático en el delta del Ebro”, afirma Carles Ibáñez, director del Programa de Ecosistemas Acuáticos del Institut de Recerca i Tecnologies Agroalimentàries (IRTA) de Sant Carles de la Ràpita. Una de las explicaciones que fundamentan la afirmación reside en el caudal ambiental insuficiente que contempla el plan, de 3.000 hectómetros cúbicos al año cuando los científicos reclaman, como mínimo, el doble. Y el caudal es agua, pero también sedimentos. Su escasez, desde la construcción de las grandes presas en el tramo final del Ebro, está esquilmando la corpulencia de un delta que adelgaza y empequeñece.

El plan, además, prevé añadir 50 embalses a la cuenca, donde quedan atrapados los limos y arenas que anhela el delta. Los 20 millones de toneladas de sedimentos que alcanzaban la meta del curso fluvial antes de los pantanos de Mequinenza, Riba-roja d’Ebre y Flix han quedado reducidos a 90.000 toneladas, de manera que un 99% quedan retenidos.

Una imagen captada por satélite de la desembocadura del río Ebro durante una riada revela la evidencia. Con un caudal elevado, el curso fluvial arrastra con el agua gran cantidad de sedimentos, que llegan al mar como una gran lengua marrón que se distribuye por la costa por la acción del oleaje y a merced de las corrientes.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Se estima que deber\u00edan llegar 300.000\u00a0","text":"\u00a0toneladas de arena al mar cada a\u00f1o para detener una regresi\u00f3n agravada por el cambio clim\u00e1tico"}}

Sin caudal suficiente, como el que a ojos de los científicos detractores contempla el Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, la afluencia de sedimentos es insuficiente para contrarrestar el hundimiento y la regresión del delta del Ebro, dos fenómenos que arrojan pruebas de la desaparición galopante de este espacio. Se estima que deberían llegar 300.000 toneladas de arena al mar cada año para detener una regresión agravada por el cambio climático. “Cada año, el delta retrocede 10 metros”, revela Ibáñez.

ACCIONES PILOTO

El IRTA coordina el proyecto Life Ebro-ADMICLIMLife Ebro-ADMICLIM (Adaptation and Mitigation Measures to Climate Change in the Ebro Delta), que plantea acciones piloto de mitigación y adaptación al cambio climático en el delta a partir de una gestión integrada del agua, los sedimentos y hábitats (zonas húmedas y arrozales). Las principales acciones piloto de adaptación estudiarán los aportes de sedimento del río Ebro hacia el delta. “El objetivo es demostrar la viabilidad de restaurar el flujo de sedimento de forma permanente, por el río y los canales, tanto desde una planta potabilizadora de agua del Ebro (Consorci d’Aigües de Tarragona) como desde los embalses del tramo final del río, para lo cual se requiere una buena evaluación de su capacidad de transporte”, explica Ibáñez.

UNA PRUEBA EFÍMERA

La Universidad de Córdoba, socia del proyecto, traza un modelo matemático que pretende establecer la equivalencia entre los caudales del Ebro y la distribución de sedimentos. En otoño se llevará a cabo una prueba piloto en el río, con la liberación de materiales en el cauce principal y en los canales, durante un período efímero, de algunos minutos, para comprobar cómo se dispersan los sedimentos y qué cantidades serían necesarias para devolver al delta un equilibrio que detenga los augurios científicos sobre los efectos del cambio climático:

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Har\u00eda\u00a0falta como m\u00ednimo una aportaci\u00f3n\u00a0","text":"anual de un\u00a0mill\u00f3n de toneladas de sedimentos para reforzar la constituci\u00f3n deltaica"}}

A finales de siglo la mitad del espacio habrá desaparecido bajo las aguas. Según las estimaciones disponibles, haría falta como mínimo una aportación anual de un millón de toneladas de sedimentos para reforzar la constitución deltaica.

Para impedir que siga avanzando el proceso de hundimiento, los activistas de la Campanya pels Sediments reclaman la liberación de los sedimentos atrapados en los pantanos. Denuncian que la gestión de estos elementos de regulación prioriza los intereses de las hidroeléctricas sobre los ambientales.