COLABORACIÓN CREAF-ICTA

Bosques saludables, personas sanas

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Antonio Madridejos

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Pasear o simplemente permanecer en un bosque altera la actividad del córtex prefontal, según han confirmado técnicas avanzadas de neurobiología, y también parece afectar a la adiponectina, una hormona relacionada con los niveles de glucosa y la obesidad. De hecho, en Japón son habituales desde hace años los shinrin-yoku o baños de bosque, una actividad subvencionada por las autoridades cuyo objetivo es reducir el estrés de los trabajadores. Sin embargo, aún se desconoce "el mecanismo químico exacto, si realmente existe, que explica estos efectos beneficiosos del bosque.

Un programa encabezado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) intentará cubrir este hueco describiendo en primer lugar los compuestos orgánicos volátiles (COV) que liberan los árboles, un trabajo poco avanzado internacionalmente, y comprobando luego, mediante análisis de sangre y orina, si son metabolizados por le cuerpo humano. Finalmente, se observará si ello se traduce en una mejor salud de las personas.

La investigación se engloba de un proyecto mayor, llamado Bosques sanos para una sociedad saludable, que se realiza en colaboración con colegas del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y que analizará también la salud general de los bosques. Ambos proyectos los impulsa la Fundación Bancaria La Caixa y se han presentado esta mañana en un acto presidido por Àngel Font, director de Investigación y Estrategia de la entidad.

""Ya decía Hipócrates que para hacer un buen diagnóstico de un paciente, antes de mirar el cuerpo hay que mirar en dónde vive."

Martí Boada

— Investigador del ICTA y profesor de la UAB

Pasear por el bosque es beneficioso como práctica cardiosaludable y relajante, pero lo que pretenden los investigadores es conocer concretamente si los COV emitidos por los árboles también tienen una relación directa con la salud, resume Martí Boada, investigador del ICTA-UAB. "Ya decía Hipócrates que para hacer un buen diagnostico de un paciente, antes de mirar el cuerpo hay que mirar en dónde vive". Albert Bach, el coordinador del proyecto, afirma que se trata de ver "qué medicinas produce el bosque" y si aumenta, por ejemplo, la generación de células anticancerígenas o antimicrobianas.

Trabajo de campo en el Montseny

El trabajo se ha iniciado con una recogida de muestras de aire en los bosques más habituales del macizo del Montseny (encina, haya, alcornoque, pino y otras coníferas) porque "no todos los árboles emiten los mismos compuestos", precisa Boada. Se analizará el momento del día y la estación en que se recolectan, así como la densidad de ejemplares y su edad. Los COV forestales -entre ellos los pinenos, los terpenos o los isoprenos- son también los responsables de algunos peculiares olores del bosque.

Colaboración ciudadana

La segunda línea de investigación, que lidera el CREAF, analizará la salud de los bosques catalanes con el fin de crear modelos matemáticos que permitan saber cuál es su evolución a lo largo de los años. Además de su vinculación con la salud humana, los bosques son esenciales para captar CO2, evitar la erosión, filtrar el aire y el agua y evitar avenidas, entre otros aspectos, destaca el investigador Jordi Vayreda.

Investigadores del CREAF buscan ayuda para localizar pinares afectados por la plaga de la procesionaria

Como el área de estudio es tan amplia -el 56% del territorio catalán es forestal-, ni los científicos ni el cuerpo de Agentes Rurales dan abasto, por lo que la única manera de disponer de datos actualizados y que cubran toda Catalunya es contar también con ayuda ciudadana. Para ello, los investigadores del CREAF han creado una web y una aplicación para móviles (www.alertaforestal.com) en la que los usuarios pueden informar de cualquier bosque en el que detecten afectaciones de salud. "Buscamos fotos georreferenciadasque nos permitan hacer un seguimiento", resume Vayreda. El equipo del CREAF también trabajará sobre el terreno con un dron.

Los investigadores se centran en tres afectaciones -procesionaria del pino, sequía y vendaval/nieve-, aunque en una primera fase se ha empezado por el insecto.  Vayreda destaca la magnitud de la plaga, gravísima en comarcas como el Solsonès, el Berguedà o el Ripollès- y recuerda la dificultad de hacerle frente. "Uno de los problemas es que los últimos otoños, cuando las orugas son más vulnerables, han sido muy suaves y apenas han diezmado las poblaciones".