Mataró afronta la ocupación ilegal de pisos por parte de grupos organizados

Los barrios de Rocafonda, Cerdanyola y El Palau son los más afectados por esta problemática, en aumento en los últimos meses

Bloque de pisos de la calle Floridablanca de Mataró, en el barrio del Palau, donde en las úitimas fechas han tenido lugar varias reyertas entre vecinos a raíz de la ocupación de varios de sus pisos a cargo de grupos organizados.

Bloque de pisos de la calle Floridablanca de Mataró, en el barrio del Palau, donde en las úitimas fechas han tenido lugar varias reyertas entre vecinos a raíz de la ocupación de varios de sus pisos a cargo de grupos organizados. / EL PERIÓDICO

XAVIER PUIG I SEDANO / MATARÓ

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Según datos municipales, en Mataró hay en estos momentos un total de 3.792 viviendas vacías, de las cuales alrededor del 25% están ocupadas –esencialmente- por grupos especializados en este tipo de delito.

Las ocupaciones se concentran básicamente en viviendas de titularidad privada de grandes tenedores, como entidades financieras, pero también en el parque de viviendas públicas, especialmente los provenientes de las cesiones más recientes que están llevando a cabo los bancos a la Generalitat.  

No es un fenómeno que se dé solamente en Mataró, obviamente, pero los problemas asociados a estas ocupaciones van en aumento y preocupan cada vez más tanto a los vecinos de los bloques afectados como al Ayuntamiento de la ciudad, que lo ha situado en las últimas fechas como una de sus prioridades número uno.

Muestra de ello son la reunión que el alcalde David Bote mantuvo el pasado día 7 con el subdelegado del Gobierno estatal en Catalunya, Emilio Ablanedo, al cual pidió más apoyo contra las mafias ilegales que protagonizan la mayor parte de estas ocupaciones, puesto que los instrumentos de la policia local son muy limitados en este sentido.

Ello ocurría después de la declaración institucional del lunes de aquella semana por la cual la mayor parte de los grupos políticos representados en el consistorio –PSC, CiU, Ciutadans, PPC y PxC- pedían la creación de una fiscalía específica para tal cometido y la apertura de un juzgado ‘ad hoc’ en Mataró, tal y como se hizo con la estafa de las preferentes de Caixa Laietana.

Paralelamente, el consistorio hizo público que después de Semana Santa iniciará la inspección de 368 de las viviendas vacías de la ciudad precisamente para prevenir su ocupación, preventivamente.

Hay que tener en cuenta que, además del perjuicio que las ocupaciones suponen para los bloques de los pisos afectados, el fenómeno limita las posibilidades de realojo de personas que realmente están en situación de vulnerabilidad social.

En estos momentos, de las 277 viviendas municipales del Ayuntamiento, solamente 5 están ocupadas, un 2% del total.

EPISODIO POLÉMICO EN LA CALLE SIETE PARTIDAS

Uno de los casos que ha atizado la polémica en las últimas semanas es la situación que se vive en un bloque de la calle Siete Partidas, en el barrio de El Palau.

En el inmueble habría en estos momentos hasta tres pisos ocupados y unas semanas atrás se produjo un fallo de la instalación eléctrica tras el intento de “pinchar la luz” de uno de los ocupas.

Este hecho provocó fuertes derramas para los vecinos de la comunidad y dio inicio a una escalada conflictiva en la escalera que terminó con denuncias cruzadas entre unos de los vecinos ocupas y otros vecinos de la comunidad. 

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Después de los hechos relatados, un cuarto piso fue ocupado en el bloque por parte de un miembro de la PAH, con los que también se han cruzado demandas.

UNA CUESTIÓN DE CIUDAD PERO CON EPICENTROS

Según la concejala de Vía Pública, Núria Moreno, “la ocupación es un problema extendido por todo Mataró” y ejemplifica cómo, más allá del caso de Siete Partidas, los últimos meses ha habido conflictos vinculados con los ocupas en un bloque de Vía Europa, uno de La Llàntia y “otro del centro de la ciudad que se quedó sin agua”.

De todas formas, fuentes municipales vinculadas a la acción del consistorio en los barrios exponen que hay algunas zonas de la ciudad con mayor incidencia de la ocupación.

“Nosotros trabajamos básicamente en Cerdanyola Sud, Rocafonda y El Palau; son los barrios dónde tenemos más incidencia como servicio. Esto no quiere decir que no haya estas problemáticas en otras zonas de la ciudad”, exponen.

Estas mismas fuentes, ponen de relevancia que estos barrios son los más vulnerables a este fenómeno por factores de rotación de población, migratorios o de comunidades constituidas. Y que por lo tanto requieren mayor atención.

Aurora Gironès, presidenta de la Associació de Veïns del Palau, asegura que en la zona antigua del barrio en casi todos los edificios hay ocupas: “Y los pisos se van degradando porque, a menudo, no pagan comunidad ni arreglan las cosas”, lamenta. 

Gironès afirma con rotundidad qe los vecinos tienen la sensación "de que no se está haciendo nada” por parte de las autoridades. En este sentido, por ejemplo, afirma que de la gestión de su bloque se encarga una gestoría “porque en algunos momentos te desesperas”, y añade que hay otros bloques donde “ya se han dado casos que los vecinos se han juntado para echar los ocupas ellos mismos”. 

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CAMBIOS CUALITATIVOS DE LA OCUPACIÓN

Fuentes municipales relatan que en los momentos más duros de la crisis estas ocupaciones eran protagonizadas por familias o personas en situación de vulnerabilidad que buscaban una respuesta a su necesidad de encontrar una vivienda, a menudo después de sufrir una ejecución hipotecaria.

Ahora, no obstante, aseguran las mismas fuentes, están mutando hacia unas ocupaciones más conflictivas y que en muchos casos tienen presuntos “mafias” o grupos organizados detrás.

El aparente cambio idiosincrático de los ocupas es el responsable del aumento de medidas para prevenir la ocupación que, según la concejala Núria Moreno, está llevando a cabo el consistorio de forma conjunta con los cuerpos de seguridad.

Una de las características de este nuevo tipo de ocupación es, según remarcan los vecinos, su volatilidad. “Hay mucha gente que ocupa y está de pasada, ocupa uno y al cabo de unos días se van a otro o marchan para otro sitio”, afirma  Aurora Gironès, desde El Palau.

También Abdesamad El Bakali, presidente de la asociación cultural Al Ouahda, responsable de la mezquita del barrio, asegura que parte de estas nuevas ocupaciones “suelen ser por parte de gente que viene de fuera de Mataró, incluso de Francia o Bélgica”.

Otra de las circunstancias que han cambiado es el inicio de ocupaciones de pisos que son propiedad de particulares, cuando, lo habitual hasta la fecha era que fueran de grandes propietarios o bancos.

DESMARQUE DE LA PAH Y LA PAC

Las causas de estos cambios hay que buscarlos en el hecho de que las ocupaciones ya no pasan por los cauces de las plataformas en defensa del derecho a la vivienda, a pesar de que estas no se escapan de ser señaladas por parte de los vecinos como responsables de parte de las ocupaciones.

Así, tanto desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y la Plataforma de Afectados por el Capital, dos de las asambleas de este tipo que actúan en Mataró, se afirma que por su parte siguen actuando de filtro para que las ocupaciones se hagan en base al respeto y la convivencia y respeto hacia la comunidad y se desmarcan de las supuestas mafias y ocupantes conflictivos, a los que dicen no dar apoyo.

CONVIVENCIA DIFÍCIL DE GESTIONAR

Un elemento que envenena la cuestión es que parte de los vecinos sugiere que las ocupaciones de estos barrios estarían protagonizadas, en buena medida, por la comunidad magrebí, como en el caso de Siete Partidas. Frente a esas afirmaciones, Abdesamad El Bakali afirma que desde su colectivo no huyen del problema pero reclama “no caer en la generalización. Si  alguien cree que un vecino hace algo ilegal, sea de dónde sea, se debe llamar a la policía para que actúe”.

El Bakali se dirige también a la comunidad musulmana y advierte que “si algo se hace de forma ilegal o ilícita no hay hermandad musulmana, ni solidaridad, ni amistad que valga. Por el hecho de que alguien sea de Marruecos no tenemos porqué darle apoyo”. 

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El presidente de Al Ouahda, que ya señaló este problemática meses atrás en una entrevista a este diario, añade: “No podemos caer en el 'nosotros y ellos' del que hace tiempo que fuimos víctimas. Si hay una ocupación conflictiva tenemos que estar del lado de los vecinos afectados”.

En este sentido, según personal  técnico del Ayuntamiento que trabaja sobre el terreno, “más allá de episodios concretos, en Rocafonda y Palau no hemos tenido un gran conflicto social”.

¿POR QUÉ EN ROCAFONDA Y EL PALAU?

“Si has paseado por el barrio habrás visto que son todo bloques de cinco pisos, el límite de altura cuando se construyeron, apelotonados. No hay casi equipamientos ni zonas verdes, es un barrio que nace de la especulación”, cuenta Miquel Àngel Jiménez, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Rocafonda.

“La gente que llega en los años 60, los bloques sin ascensor no les van bien, al tener más poder adquisitivo se marchan y los adquieren personas de clases más obreras, con menos poder adquisitivo. Esto, quieras o no, ha ido degradando la imagen del barrio”, añade Abdesamad El Bakali.

Ya el Plan Integral Rocafonda-Palau 2001-2007 advertía que esta morfología urbanística de la zona podía provocar  "un estancamiento del barrio o incluso una llegada selectiva de la población que no puede acceder a una vivienda mejor, derivando en una progresiva degradación del barrio".

Desde 1998 a 2007, a raíz del contexto de crecimiento económico y de la urbanización de nuevas zonas de la ciudad -con edificios que disponían de aparcamiento, ascensor y zonas verdes cercanas-, buena parte de la clase media de Rocafonda y El Palau se desplazó a vivir a nuevas zonas de la ciudad como Camí de la Serra o Via Europa.

Los número cantan: en este período, el 70% de la población de estos barrios es substituida en un proceso de rotación que comporta la caída del precio de la vivienda en un 30%.

Desde entonces, estos barrios han tenido una población muy flotante e inestable, en constante proceso de sustitución dejando poco tiempo para que se pueda realizar un proceso de adaptación y acomodación de los recién llegados en una comunidad difuminada.

Esta degradación del barrio deja también muchos pisos vacíos, a menudo propiedad de bancos, que ahora son el foco de la ocupación.  

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