CIEN DÍAS PARA LAS ELECCIONES MUNICIPALES

Mataró cierra un convulso mandato con el horizonte de un Ayuntamiento aún más fragmentado

Hasta nueve candidaturas podrían obtener representación en la capital del Maresme en las próximas elecciones, complicando de nuevo extraordinariamente la gobernabilidad de la ciudad

El pleno municipal de Mataró del mes de septiembre de 2014, cuando se discutía sobre la moción a favor de la consulta.

El pleno municipal de Mataró del mes de septiembre de 2014, cuando se discutía sobre la moción a favor de la consulta. / periodico

JOAN SALICRÚ / Mataró

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Mataró es también, en términos electorales, una ciudad catalana media: ni tiene las pautas electorales del cinturón rojo de Barcelona ni las de las poblaciones de comarcas.

Desde la recuperación de la democracia, en 1979, la ciudad la habían gobernado siempre los socialistas -Joan MajóManuel Mas y Joan Antoni Baron a la cabeza- y, en algunos casos, en coalición con otras formaciones: en el primer mandato con CiU y el PSUC en el marco de los ‘Pactes de Progrés’, durante la década de los 80 en solitario hasta que entre 1991 y 1999 ICV ya tuvo que prestar su apoyo ante la pérdida de la mayoría absoluta socialista, entre 1999 y 2003 de nuevo en solitario dado que la presencia en solitario de EUiA les hizo recuperarla y finalmente entre 2003 y 2011 con el modelo tripartito junto a ICV y Esquerra.

Todo cambió la noche del 25 de mayo de 2011: la irrupción de la formación “identitaria” Plataforma per Catalunya (PxC) con tres concejales gracias a una joven candidata -Mònia Lora- y una eficaz campaña restó tres de los once concejales que hasta el momento tenía el PSC, que empató a 8 empatado con CiU, que no obstante recibía mil votos más. Además, aunque ICV mantenía los dos puestos que ya tenía en el consistorio, Esquerra desaparecía del mapa como en muchas otras ciudades medias del país; el tripartito de izquierdas no se podía reeditar.

Pero tampoco era posible un pacto de derechas: descartada PxC por su trasfondo xenófobo, la previsible suma de CiU y PP después de 32 años de gobiernos de izquierdas no llegaba a la mayoría absoluta de catorce ediles, y eso que el PP obtuvo uno más que en las anteriores eleciones.

Inicialmente, el nuevo alcalde Joan Mora, por primera vez de CiU, insistía en la necesidad de llegar a un acuerdo de ciudad entre su formación, el PSC y el PP, pero desde un primer momento los socialistas rechazaron de plano esta posibilidad, de modo que el único posible acuerdo pasaba por el entendimiento entre nacionalistas y socialistas.

Hay que tener en cuneta que en lugares como Barcelona o Girona los alcaldes convergentes han podido durante estos cuatro años practicar una geometría variable permanente, pero en Mataró era más difícil por la composición del consistorio: la gran coalición era la única que con normalidad podía ir aprobando los temas, a no ser que algún concejal de alguna otra formación dejara el grupo en el que había sido escogido –desde de principio de mandato se especuló con la implosión del grupo de PxC, de modo que uno de los tres concejales pudiera dar su apoyo al pacto CiU-PP, lo cual ha acabado pasando con Gabriel Ponce pero ya a finales de mandato, sin efecto político posible-.

No obstante, los recelos entre las dos formaciones mayoritarias eran monumentales: CiU y PSC tenían como líderes a dos personajes políticamente antagónicos –Joan Mora y Joan Antoni Baron- que ya no se habían entendido como jefe de la oposición y alcalde en el mandato anterior y que no lo harían tampoco en cuatro años: solo en una ocasión, pocos meses después de las elecciones y de cara a los presupuestos de 2012, nacionalistas y socialistas llegaron a un acuerdo puntual.

Después, en 2013, los presupuestos quedaron prorrogados ante el desacuerdo entre PSC y CIU y los de 2014 -que sí eran nuevos- se aprobaron recurriendo a la nueva ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local aprobada por el PP que permite llevarlos adelante solo con los votos de la junta de gobierno local en el caso de que hayan sido prorrogados.

Para este año, 2015, de nuevo se han prorrogado automáticamente ante la evidencia que no obtendrían el respaldo de la mayoría del pleno, aunque en esta ocasión al menos se ha podido aprobar una modificación de crédito por la cual se cubrirán tres pistas polideportivas de la ciudad.

Bien es cierto que, en un consistorio fuertemente endeudado como el de Mataró -tenía 300 millones de euros al empezar el mandato y lo terminará con una sexta parte menos- tampoco el hecho de haber podido aprobar presupuestos con normalidad habría posibilitado hacer una mayor inversión en la ciudad, porque lo primero -la Ley de Estabilidad Presupostaria obliga- es devolver el dinero prestado, según constatan fuentes municipales.

Pero sea como sea, el bloqueo político que ha vivido el Ayuntamiento durante estos cuatro años es a la vez el mayor de los peligros –y el más probable- dado la presumible futura composición del consistorio pero también –toda la clase política local es consciente de ello- la principal situación a evitar de ahora en adelante, porque insiste en trasladar a la ciudadanía una imagen de desacuerdo que acaba dando alas a las nuevas formaciones, en un bucle sin fin.

Nueve partidos en el consistorio después del 24-M?

Y es que, con la casi segura incorporación de EsquerraPodemos y Ciutadans al consistorio local –sin representación las tres formaciones en este momento-, y a la espera de saber si Plataforma per Catalunya y la CUP son capaces de mantener su presencia en el salón de sesiones de La Riera 48, podría darse la situación que en el próximo mandato hubiera la friolera de ocho formaciones en el consistorio: CiU, PSC, PP, ERC, ICV-EUiA, Ciutadans, Plataforma per Catalunya, Podemos y CUP.

Una situación que se explica en parte porque en Mataró no se ha sido capaz -o no se ha querido- concretar una versión local del Guanyem Barcelona que habría podido poner en aprietos a las principales fuerzas "tradicionales". Podemos y la CUP dijeron que no y solamente quedó encima de la mesa la disposición de ICV-EUiA.

La alianza obvia entre CiU y ERC no es suficiente

Ante este panorama el candidato de CiU a la alcaldía, Joaquim Fernàndez –quien sustituye al alcalde Mora, que no repite por motivos personales-, ya ha lanzado la primera oferta de colaboración a Esquerra Republicana, consistente en pactar algunos puntos comunes para que figuren en ambos programas electorales.

Los nacionalistas trabajan con la hipótesis de ser por segunda vez los más votados pero también son conscientes de la dificultad de mantener los actuales ocho ediles sin el refuerzo que da presentar al alcalde vigente y en la coyuntura actual. Por eso se han puesto manos a la obra de cara al día después.

Fernàndez, obviamente, se ampara en el marco de colaboración que el president Mas dio a entender que se había establecido entre CiU y ERC de cara a las municipales cuando se anunció el acuerdo para llevar a cabo elecciones plesbicitarias el 27-S.

Por su parte Esquerra, que ganó el año pasado unas elecciones –las europeas- en la ciudad por primera vez des de la Segunda República, se muestra cauta y emplaza todo negociación a después de los comicios.

En todo caso, las dos fuerzas saben que será difícil que entre las dos consigan los 14 concejales necesarios para gobernar con comodidad, de manera que la gran pregunta es quien completará el rompecabezas. Descartado el PP y las formaciones españolistas (Ciutadans, PxC) en este gobierno de cariz nacionalista -sería raro también ver a Podemos pactar con esas dos fuerzas-, sólo parece que haya una opción al alcance de la mano para llegar a los 14: el PSC que presenta nuevo candidato, el joven de 33 años David Bote. 

La respuesta a todas esas preguntas, después del 24 de mayo. O más bien los días posteriores a la feha de las elecciones. 

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