Al servicio de la inclusión financiera

Las 'fintech' provocarán, sin duda, importantes cambios en el sector financiero en las sociedades desarrolladas, pero existe otro efecto de estas innovaciones tecnológicas: la inclusión financiera de sectores y zonas menos favorecidas del planeta

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No hay duda de que las 'fintech' despiertan el interés de los inversores. Como innovación disruptiva que son, provocarán importantes cambios en el sector financiero en un futuro próximo. Pero existe otro efecto de estas innovaciones tecnológicas más allá de su impacto en mercados maduros de países desarrollados. Estos avances están haciendo posible que sectores de la sociedad o zonas del planeta que no tenían acceso a servicios financieros tengan ahora la posibilidad de hacerlo.

El estudio sobre inclusión financiera del Banco Mundial del 2014 muestra que existían 2.000 millones de personas adultas en el planeta excluidas del sistema financiero, es decir, que no tenían una cuenta corriente en un banco o institución similar, o una cuenta que permita transacciones económicas a través del teléfono móvil. Esta cifra, que representa un 38% de los adultos del planeta, puede parecer muy alta, pero representa una mejora muy significativa respecto a la primera edición del estudio solo tres años antes, en que la exclusión alcanzaba el 49%. Un factor decisivo en este incremento en la inclusión financiera en tan breve periodo de tiempo ha sido precisamente la rápida expansión de las 'fintech' y de la telefonía móvil.

Las 'fintech' han conseguido ofrecer cuentas que permiten transacciones económicas de manera tan fácil, barata y accesible como gestionar dinero en efectivo. Las nuevas tecnologías también han favorecido la educación financiera necesaria para usar estos servicios tanto mediante herramientas de formación como permitiendo el acceso a películas o series de televisión en que se refleja su uso. En regiones que carecen de un sector financiero fiable debido a la corrupción o falta de recursos, las criptomonedas proveen de seguridad en las transacciones. Finalmente, las identidades digitales también han facilitado tanto la identificación de clientes como la autenticación de transacciones.

Ahorrar y salvaguardar el dinero

El simple hecho de tener una cuenta que permita transacciones económicas mejora la calidad de vida de las personas, ya que les ayuda a ahorrar y a salvaguardar ese dinero. Permite, por ejemplo, asignar una cantidad mensual para educación, afrontar imprevistos, o enviar y recibir dinero de un familiar. Hemos de tener en cuenta que en los países en vías de desarrollo existen también multitud de negocios informales o micronegocios que no podrían acceder a servicios bancarios, pero que sí pueden beneficiarse de las 'fintech'.

Un ejemplo muy significativo es M-Pesa que permite depositar dinero en una cuenta en el teléfono móvil -no necesariamente un 'smartphone'- y enviar dinero a otra cuenta vía SMS autorizándolo con un PIN. Fue lanzado por Safaricom, el mayor operador de telefonía móvil en Kenia, en el 2007. A finales del 2016, el 80% de los kenianos que disponían de teléfono móvil tenían una cuenta para transferencias económicas en su teléfono móvil. Por supuesto, el operador telefónico tuvo que realizar un gran esfuerzo para garantizar a los usuarios que su dinero estaba seguro, pero el alta es simple, la operativa sencilla y los costes muy bajos. Los bancos nunca pudieron conseguirlo.

Menor pobreza e igualdad

La provisión de servicios financieros a precios asequibles a los sectores y áreas menos favorecidos no debe ser considerado un fin en sí mismo, sino que hemos de verlo como un medio para objetivos superiores. La inclusión financiera es un factor decisivo en el desarrollo económico, puede ayudar a salir de la pobreza a una parte importante de la población y además, favoreciendo la igualdad, tanto entre sectores sociales como entre hombres y mujeres. Es más, ésta favorecería siete de los 17 objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido Naciones Unidas.

Esta revolución tecnológica es una gran oportunidad para los países con necesidades, ya que en estas zonas las 'fintech' no son una amenaza para negocios ya establecidos como sí lo son en el mundo desarrollado y, por tanto, tienen este tipo de barreras de entrada. No solo eso, disponer de cuentas para transacciones económicas permitirá a organizaciones gubernamentales y oenegés asignar fondos directamente a las personas que se quiere beneficiar sin intermediarios y evitando que puedan desviarse. Por otro lado, una vez estos países se desarrollen y su población adquiera un cierto nivel económico, facilitará el cobro de impuestos.

Es más, es un factor de desarrollo que no se basa en ayudas o subsidios, sino que es la propia economía de mercado, la que impulsa el proceso. Existen unos emprendedores interesados en desarrollar su empresa, existen unos inversores interesados en conseguir un rendimiento a sus inversiones, existen clientes con unas necesidades claramente identificadas y existen productos que son capaces de satisfacer esas necesidades a precios asequibles.

El futuro es prometedor, a medida que la tecnología evolucione, y a su vez se extienda el uso de 'smartphones', aumentará el número de posibles herramientas que faciliten aún más la inclusión financiera a nivel global. Una vez alcanzada la integración financiera, deberíamos plantearnos nuevos objetivos que también pueden ser facilitados por las 'fintech'. Uno de estos objetivos es mejorar la salud financiera de los usuarios, objetivo que también sería extensible a los usuarios de los países desarrollados. En este aspecto, pensamos en herramientas que nos permitan comprender nuestros patrones de ingresos y gastos, que nos formen en el área económico-financiera o incluso mediante inteligencia artificial que nos ayude a tomar decisiones de ahorro, gasto o inversión.

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