Marchando a menor velocidad y más alerta

La economía mundial se ha calmado, hay controles presupuestarios y ha aumentado la regulación financiera. Seamos optimistas: la economía no volverá a enfermar de la misma dolencia que hace 10 años

ALBERT GUIVERNAU. PROFESOR DE ECONOMÍA DE LA UNIVERSITAT ABAT OLIBA CEU

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Resulta muy difícil determinar el momento exacto en el que se inicia una crisis, de la misma manera que se hace casi imposible averiguar el momento exacto en que una persona contrae una enfermedad. Algunos fijan el inicio de la crisis financiera mundial en el largo periodo en que la Reserva Federal americana mantuvo tipos de interés bajos, facilitando el acceso al crédito hipotecario a personas que no tenían -como se vio más tarde- capacidad real para hacer frente a sus deudas. Otros hablan de los incentivos que las entidades financieras daban a sus agentes para otorgar hipotecas, o a la titularización y venta de activos hipotecarios de todo tipo, etc. Estos elementos eran notables factores de riesgo que llevaron a contraer una enfermedad. Una dolencia a la que -aunque pudiera presentar algunos síntomas- no le vimos la cara hasta que quebró Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 con un pasivo de más de 600.000 millones de dólares, poniendo en alerta a todo el sistema. Desde entonces, la economía mundial ha experimentado notables cambios.

Podemos fijarnos en la evolución de dos variables determinantes del estado de salud de una economía: la actividad económica, expresada a través del PIB; y el empleo, expresado a través de la tasa de paro.

Crecimiento global moderado

En lo que se refiere a la actividad económica, cabe destacar que el PIB mundial -según datos de la OCDE- durante el periodo 2007-2016 solo experimentó crecimiento negativo en el 2009 (-1,73%) mientras que se mantuvo en cifras positivas el resto de años. Durante la crisis no dejó de crecer; aunque sí se produjo una desaceleración de ese crecimiento. Uno de los cambios estructurales que arrastra la economía mundial a raíz de la crisis financiera es un crecimiento global más moderado, pasando de valores medios de crecimiento del PIB mundial de 4,21% para el periodo 2004-2007 a valores medios del 2,69% para el comprendido entre el 2011 y el 2016.

En el caso de la Unión Europea, el crecimiento del PIB antes del 2008 se situaba alrededor del 3,1% para caer al 0,458% en el 2008 y al -4,2% en el 2009. En 2010-2011 remontó a crecimientos medios del 1,9% para caer de nuevo a cifras negativas del -0,47% en el 2012 y estabilizarse para el periodo 2014-2016 alrededor del 1,9%.

La actividad económica de EEUU anticipó el impacto de la crisis experimentando una desaceleración que implicó pasar de un crecimiento del 3,78% del PIB en el 2004 a uno del 1,78% en el 2007. En el 2008 registró un ligero crecimiento negativo del -0,29% que llegó a su máxima caída del -2,77% en el 2009. El crecimiento positivo volvió en el 2010 y se instaló alrededor del 2,1% para el periodo 2010-2016.

También resulta interesante ver cómo ha variado el peso relativo del PIB a nivel mundial desde el inicio de la crisis. El conjunto de países que se denomina BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) ha pasado de aportar un 11,6% del PIB mundial en el 2007 a un 22,78% en el 2016. EEUU, por su parte, ha perdido peso en el PIB mundial, pasando de representar el 26,9% del total en el 2007 al 24,5% en el 2016. La Unión Europea es la gran damnificada de esta crisis, pasando del 29,8% del peso relativo del PIB mundial en el 2007 al 21,7% en el 2016. Durante este periodo se produce el 'sorpasso' de la economía estadounidense sobre la de la UE y los BRICS se benefician de la pérdida de peso económico relativo de EEUU y -en mayor medida- de la UE.

Finales distintos

El nivel de paro registrado durante la crisis también arroja una imagen nada positiva para la Unión Europea. Según las cifras de la OIT, antes de la crisis las cifras de paro en la UE eran del 7,2% mientras que ahora se han estabilizado alrededor del 8,5%. En EEUU, por el contrario, se ha reducido ligeramente la tasa de paro disminuyendo dos décimas el nivel anterior a la crisis, pasando del 4,4% en el 2007 al 4,2% en el 2016. A nivel mundial, la tasa de paro se ha instalado en magnitudes similares al periodo anterior a la crisis. En el 2007 la tasa de paro era del 5,53% y en el 2016, del 5,73%.

Con este panorama podemos concluir que la crisis financiera global ha afectado en mayor medida a las economías occidentales -principalmente EEUU y Europa- aunque con finales bien distintos. EEUU ha perdido 1,6% de tasa de crecimiento anual, manteniéndose estable alrededor del 2,1%; mientras que la UE ha perdido un 1,2% de su tasa anual de crecimiento y se ha instalado alrededor del 1,9%. En lo que a paro se refiere, la UE se ha instalado en niveles de +1,5% de tasa de paro respecto al 2007; por su lado, EEUU ha soportado mucho mejor que la UE el impacto de la crisis, instalándose en niveles de paro similares al 2007. A nivel mundial nos encontramos que el PIB ha perdido 1,5% de tasa de crecimiento anual, manteniéndose estable alrededor del 2,69% y las tasas de paro han vuelto a arrojar las mismas cifras que los años previos a la crisis. La situación económica se ha desacelerado para estabilizarse en una velocidad de crecimiento menor. Hemos bajado una marcha reduciendo la posibilidad de accidente. Sí que se ha producido un cambio de estructura económica mundial: la UE se ha dejado casi un tercio de su peso relativo en el PIB mundial, EEUU ha mantenido su liderazgo económico y los denominados BRICS, aupados por el empuje de China en la última década, han multiplicado por dos su peso en el PIB mundial alcanzando el 22,78% en el 2016.

A las preguntas sobre si puede volver a suceder algo parecido cabe responder con optimismo. La economía se ha calmado, ha aumentado la regulación financiera, favoreciendo entidades financieras más fuertes, se han establecido controles presupuestarios, los bancos centrales han asumido con mayor interés sus funciones, etc. En definitiva, el sistema está más alerta. Si al iniciar el artículo hablábamos de una economía enferma, ahora podemos afirmar que esta economía ha recibido el alta y está siguiendo las prescripciones del médico para evitar volver a caer enferma, al menos de la misma dolencia.