Los valores de las mujeres emprendedoras

En Catalunya, y en general en España, hay un constante aumento de creación de empresas por parte de las mujeres. Emprenden por necesidad: quieren salir del paro, buscan un equilibrio entre la vida personal y la laboral y quieren realizarse profesionalmente

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Núria levantaba la persiana de su café y tienda de productos ecológicos mientras recordaba cómo había empezado todo. Había acabado harta de enviar currículos y de hacer entrevistas laborales en las que siempre le decían lo mismo: «Ya la llamaremos, Sra. Castells, pero el hecho de tener tres hijos es un impedimento»; o bien, «entienda que hay candidatas más jóvenes y con mayor disponibilidad que usted». ¿Por qué preconcebían que no tenía disponibilidad, si siempre les prometía y explicaba que lo tenía todo organizado y que para ella el trabajo era muy importante? Pero todo había sido inútil. Sí, tenía tres hijos, pero había sido ejecutiva de una multinacional y dominaba perfectamente tres idiomas, tenía un MBA y había demostrado su eficiencia en muchas ocasiones.

¿Cómo podía ser, pensaba Núria mientras se preparaba el primer café de la mañana, que debiera ocultar que tenía tres hijos? Estos hijos que la habían hecho madurar y desarrollar unas competencias de gestión del tiempo, de paciencia, de intuición, de diplomacia y de gestión de las emociones que antes no tenía. Ella se encontraba a sí misma más valiente y más fuerte que antes de tenerlos. Así que, después de pensarlo mucho y de vencer la resistencia de su familia, decidió crear su propio negocio. Hacía cuatro años que había inaugurado su empresa.

Núria es una de tantas mujeres (una tercera parte de las profesionales, según un estudio reciente del Observatori Dona Empresa i Economia de la Cambra de Comerç de Barcelona) que se ven forzadas a abandonar el puesto de trabajo por no poder conciliar. El mundo empresarial, creado y pensado en clave masculina, califica el éxito según la dedicación y el tiempo presencial; una disponibilidad absoluta es imprescindible para conseguir el éxito. Estas bases son antiguas y anticuadas y se basan en el ciclo de vida masculino que no tiene reloj biológico para ser padre. Si a estas exigencias añadimos una falta de corresponsabilidad de los compañeros y de la sociedad con las tareas del hogar y la crianza de los hijos, es evidente que las mujeres están cargando con todo el peso, incluso el de perder la carrera profesional.

Ellas siempre piensan que cuando los niños vayan a la escuela volverán a trabajar. Se dicen que es temporal. Pero hoy, al igual que hace 20 años cuando inicié el movimiento de mujeres emprendedoras como directora para España del programa Re-travailler de la Unión Europea, aún es muy difícil volver a trabajar después de una excedencia. A las mujeres se las presiona para que tengan hijos, pero una vez los han tenido, el mercado de trabajo las penaliza y la sociedad no se responsabiliza.

Desde hace décadas en Catalunya y en general en España, hay un constante aumento de creación de empresas por parte de las mujeres. Quieren salir del paro, buscan un equilibrio entre la vida personal y la laboral, quieren superar el techo de cristal y realizarse profesionalmente. Los hombres emprenden cuando ven una oportunidad de negocio y, sobre todo, cuando tienen un interés económico. Las mujeres emprenden por necesidad.

¿Cómo se mide el éxito?

Según el último informe GEM (Informe GEM España 2013), las mujeres representan el 45% de las personas que quieren emprender. Solo lo consiguen un 40%, pero una vez lo han hecho, ellas resisten más y tienen una menor tasa de fracaso. Hay que apuntar que las mujeres hacen un balance diferente del éxito del negocio, no piensan solo en el beneficio económico, sino en un equilibrio sostenible entre la parte económica, social y la conciliación. En este sentido, apuestan por el mundo local y sostenible, y casi nunca por negocios especulativos.

Las mujeres son más prudentes y dan muchas vueltas antes de actuar. Normalmente, cuando un hombre crea una empresa obtiene el apoyo de su compañera e, incluso, de la familia. A ellas les es más difícil obtener el apoyo del entorno familiar, sobre todo cuando tienen hijos. Las mujeres tienen más aversión al riesgo, pero sobre todo tienen en cuenta la compatibilidad con la familia.

La segregación horizontal que hay en el mercado de trabajo existe en el emprendimiento femenino. Ellas provienen, en su gran mayoría, de carreras y formaciones relacionadas con las letras, las humanidades, las ciencias de la salud, de la educación o de la comunicación y crean empresas en el sector de los servicios a las organizaciones, a las personas y el sector del comercio. El 60% de los negocios de pequeño comercio local los crean mujeres y dirigen el 70% de los comercios del área metropolitana (según estudio del Observatori Dona Empresa i Economia).

La segregación vertical que hay en todas las organizaciones, y en la sociedad en general, también está en el mundo empresarial. Ellas representan casi el 70% del comercio, pero en todos los gremios, patronales y asociaciones del comercio, la gran mayoría son hombres. Pasa lo mismo en las patronales y asociaciones empresariales: la presencia de las mujeres es tan solo del 5 o del 10% en los puestos de decisión económica y empresarial.

Debemos tener en cuenta que es en estas organizaciones donde circula la información privilegiada, donde está la visibilidad, el acceso a la administración pública y, por tanto, los contactos necesarios y, a veces, imprescindibles para colocarse en el mercado.

Obstáculos a salvar

Tal y como expuse ya en el año 1998, «el emprendimiento por parte de las mujeres tiene unos obstáculos importantes a salvar: formación empresarial, acceso a la financiación (aunque la creación de los microcréditos para emprendedoras ha sido un gran avance), acceso a los puestos de decisión y redes empresariales, visibilidad, una sociedad más responsable con los trabajos de cuidado y más conciliadora, más servicios y unos horarios europeos» ('Mujer emprendedora: Claves para crear y dirigir empresas excelentes', Gestión 2000, Barcelona, 1998 ).

Además de estos retos como sociedad, ahora hay que añadir uno más: las mujeres deben estar presentes en el mundo de las empresas tecnológicas, que son las de mayor valor económico, social y de futuro.