¿De las 'subprime' al 'shadow banking'?

El riesgo financiero sistémico parece que ha quedado diluido gracias a reformas de calado. Sin embargo, una serie de riesgos latentes hacen difícil darle al sistema financiero una acreditación de buena salud. Uno es la llamada banca en la sombra

RAFAEL SAMBOLA. PROFESOR DE EADA BUSINESS SCHOOL

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El pasado mes de agosto se cumplieron 10 años del inicio de una de las crisis financieras que ha tenido un impacto más dañino en la economía mundial, después del 'crack' del 29. Y originada por un producto financiero totalmente desconocido por la mayoría de mortales: las hipotecas 'subprime'.

Ha tenido que pasar una década para que todos los organismos internacionales afirmen unánimemente que el crecimiento mundial es alentador, mientras que el riesgo financiero sistémico parece que ha quedado diluido. Ahora puede ser un buen momento para reflexionar y preguntarse si la historia se puede repetir y si hemos aprendido algo.

Colchones contracíclicos

Sin duda, la normativa bancaria se ha endurecido de forma más que considerable. En primer lugar, en el marco normativo para bancos Basilea III, se establecieron un conjunto integral de medidas y herramientas con el objetivo de fortalecer la regulación, supervisión y la gestión de riesgos. Se perfeccionó así la capacidad de reacción ante posibles perturbaciones financieras y económicas exigiendo mejoras en la cantidad y calidad del capital. También se obligó a constituir colchones contracíclicos para ser utilizados en periodos de estrés y se establecieron requerimientos mínimos de liquidez, para asegurar la estabilidad de las entidades ante problemas de tesorería.

En segundo lugar, con la constitución de la Unión Bancaria Europea, se instituyeron una serie de criterios y normas que tienen como propósito asegurar que los bancos solo tomen riesgos calculados, sean ellos mismos quienes asuman las posibles pérdidas futuras y, ante posibles situaciones irreversibles, afronten de forma autónoma la posibilidad de cierre. Se trata esencialmente de minimizar el coste para el contribuyente, tal como se ha actuado este año con la resolución del Banco Popular.

En los dos casos hablamos de unas reformas de calado que pretenden minimizar la probabilidad de que se repitan situaciones de crisis financiera. Sin embargo, aún existen una serie de riesgos latentes que hacen difícil darle al sistema financiero en su conjunto, una acreditación de buena salud.

Uno de ellos es la llamada banca en la sombra ('shadow banking system'). Se trata de un sector de intermediación crediticia fuera de la regulación, donde se incorporan fondos de alto riesgo y vehículos de inversión. El origen de su rápida expansión está en la política monetaria seguida por los bancos centrales, con tipos de interés bajos y una sustancial inyección de liquidez en los mercados. Su destino no ha sido la economía real sino la compra de activos financieros, cuya demanda ha disparado su precio, principalmente en las bolsas americanas. Su falta de control, sus dimensiones y su volatilidad permiten intuir que se trata de un sector que algunos consideran que podría ser el responsable de la siguiente crisis financiera.

Relajación regulatoria

Otro riesgo es el cambio de tono en el discurso que hace referencia a la regulación bancaria en EEUU. Ahora, para el Gobierno de Donald Trump, la prioridad se centra en impulsar el crecimiento. Por este motivo, el Tesoro ya ha propuesto algunos cambios normativos que simplifiquen la carga regulatoria, ya que consideran que estas entorpecen el desarrollo económico del país. La duda surge en cómo podrá afectar este nuevo escenario en el marco internacional y si esto implicará asumir nuevos riesgos ante una nueva etapa de relajación regulatoria que pueda convertirse en tendencia global. Habrá que estar atentos a su evolución.

Para acabar es necesario referirse a los avances tecnológicos aplicados a las finanzas ('fintech'). Estos permitirán mejorar la eficiencia del sector. Una muestra es la tecnología 'blockchain' aplicada a las entidades de crédito. El registro de sus operaciones mediante la cadena de bloques dará un impulso significativo a la reducción de sus costes y al problema de su débil rentabilidad financiera.

Banca 'online', financiación colectiva, medios de pago, moneda electrónica etc. son ejemplos que representan la punta del iceberg de la transformación del sector financiero que está por llegar. Pero no es menos cierto que estos avances han dado entrada a la expansión de unas actividades cuya característica es la utilización de unas reglas de juego consideradas menos estrictas que las manejadas por los actores financieros tradicionales. Esto puede dar lugar a la aparición de nuevos riesgos como por ejemplo el blanqueo de dinero con la realización de transacciones transfronterizas, la financiación del terrorismo o la vulnerabilidad del sistema ante ataques cibernéticos. En este caso juegan un papel relevante los gobiernos, bancos centrales y sistemas financieros para minimizar estos riesgos y asegurar la confianza en estos sistemas, que son clave para el desarrollo de la actividad financiera.