Hacer política para el ciudadano

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En la antigüedad clásica, se recoge la recomendación que le dirigió su mujer al general tebano Pelópidas (420-364 a.c.), cuando salía para la batalla. Le dijo que se cuidara. Su marido le replicó que esto se debía aconsejar a otro, pero a un oficial y a un general debía aconsejárseles que cuidaran a sus ciudadanos. Estos, en España, han sufrido las consecuencias de una gran crisis financiera y empiezan a recuperarse, aunque lentamente. Y desde un punto de vista económico, ¿qué nos tiene preparado el 2017?

Antes de centrarnos en la economía de nuestro país, debemos repasar las turbulencias que tendrá que cruzar nuestra aeronave. La primera, se origina en la política internacional. Efectivamente, en occidente los ciudadanos perciben que los responsables políticos, en general, no han sido eficaces a la hora de resolver los problemas generados en la última crisis. Los niveles de confianza sobre el 'establishment' político son extraordinariamente bajos, y las últimas consultas en las urnas han deparado sorpresas. Por ejemplo, con la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, la puesta en marcha de la nueva administración del presidente electo, Donald Trump, en EEUU, a partir del 20 de enero, o el fracaso del primer ministro italiano, Matteo Renzi, que no ha sido capaz de convencer a sus conciudadanos para aprobar la reforma política en su país. Adicionalmente, durante el 2017 se producirán elecciones presidenciales y legislativas en Francia, elecciones parlamentarias en Alemania, pero no olvidemos las elecciones en Holanda Hungría.

La segunda turbulencia es financiera. La inestabilidad política en Italia impide la resolución del mayor problema que tiene el país transalpino: la frágil situación del sistema financiero. Varios bancos italianos deberán ser recapitalizados, urgentemente, o se arriesgan a presentar una bancarrota. La alta morosidad, baja rentabilidad y la imposibilidad de vender los activos tóxicos (debido a la surrealista justicia italiana, que eterniza la resolución de los casos judiciales) ha colocado contra las cuerdas al sistema bancario italiano. Lo mismo sucede con la parálisis en la acción de gobierno de Portugal, que está afectando gravemente al sistema bancario luso. Sin olvidarnos de la triple burbuja en la economía china: inmobiliaria, de sobrecapacidad industrial y de activos financieros.

Y finalmente, en clave nacional, las perspectivas de estabilidad política en España, en donde no se ha alcanzado un acuerdo de legislatura sólido. Los pactos que deberá alcanzar el Gobierno, denominados de geometría variable, no suelen crear fuertes vínculos. Existirá una fuerte tentación para cada partido, que mirará de reojo las encuestas para comprobar si está en un momento óptimo para dinamitar la legislatura.

En definitiva, esta lista de potenciales problemas implica, puntualmente, un aumento de la incertidumbre. El dinero es miedoso y esta inseguridad podría traducirse en fluctuaciones intensas en los mercados financieros. La volatilidad de los precios de los activos financieros también contagiaría a la prima de riesgo de España. Esta es el precio del miedo en los mercados, la percepción de una mayor o menor probabilidad de impago, es decir, refleja el perfil crediticio del país.

Motores del crecimiento

Bien, pues este será nuestro entorno macroeconómico y político durante el 2017. Pero ¿cuáles serán los motores del crecimiento en España? El crecimiento del PIB en el 2017 estará alrededor del 2,4%, un crecimiento elevado y que estará basado en el consumo de los hogares, la producción industrial y el turismo.

La creación de empleo, el ligero dinamismo del salario (subida del salario mínimo y negociaciones que apuntan a un crecimiento real de los salarios) implica un aumento de la renta disponible de las familias que, además, tienen acceso al crédito. Todos estos factores apoyarán al consumo de las familias que debería crecer alrededor del 2,2%.

El fuerte incremento de la venta de viviendas de los últimos años ha agotado el estoc en varias zonas, por lo que se producirá una ligera aceleración en el sector de la construcción. Aunque la incertidumbre es elevada, podría registrarse un incremento del 5,1%. Esta recuperación tendrá un efecto arrastre sobre la industria. Particularmente, la industria cementera, el sector del mueble y del vidrio. Adicionalmente, los indicadores económicos del sector exportador español y las perspectivas de crecimiento del resto del mundo apuntan a una aportación positiva al crecimiento, si bien amenazada por la tendencia creciente de proteccionismo económico.

Finalmente, el turismo, que lleva años intensos, seguirá aportando crecimiento. Ciertamente, el Brexit y la devaluación de la libra esterlina han debilitado la capacidad del turista británico, pero el turismo nacional vuelve a ganar dinamismo y se agotan las plazas hoteleras. El sector está subiendo precios y aumenta los salarios del sector. En los primeros 10 meses de este año, nos han visitado 67 millones de turistas, con un incremento interanual del 10,2%, que han realizado un gasto acumulado de 68.929 millones de euros (un 6,4% del PIB de España). Hay que recordar que este sector representa un 10% del PIB de España y da ocupación a más de 2,2 millones de personas.

Debido a que no se han implementado reformas estructurales para mejorar la eficiencia de los mercados de bienes y servicios, el agotamiento de las ventajas de la caída del precio del petróleo y la depreciación del euro podrían hacer repuntar la inflación por encima del 1% a finales del 2017, incluso hasta alcanzar un 1,5%. Niveles aceptables pero que tienen el riesgo de desviarse al alza.

El ingrediente que falta

El año 2017, desde el punto de vista económico, está bien encarrilado y, salvo grandes sorpresas, será un buen año. Por este motivo, es un buen tiempo para solicitar a los responsables económicos y políticos del país, que se apliquen la máxima que el general Pelópidas dirigió a su mujer y cuiden a los ciudadanos. Un año que puede aprovecharse para realizar los cambios que un sistema anquilosado y cansado requiere para dinamizar el potencial económico y social de las próximas generaciones. Las tareas pendientes han sido diagnosticadas por todos los expertos. El ingrediente que falta es el liderazgo político.