Un enriquecedor y atractivo horizonte

Aunque Barcelona no disponga de las famosas marcas de ciudades como San Francisco y que la financiación no sea tan abundante, sí tiene una enorme capacidad para atraer talento, hay innovación disruptiva y gente con una gran capacidad para generar impacto

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Hace un día radiante y soleado en Barcelona; es julio y es mi primera semana en el nuevo trabajo, en una ciudad nueva. Es la primera vez que voy a trabajar en pantalones cortos, aunque supongo que para un británico no es ninguna sorpresa. Sabía muy poco sobre Barcelona antes de venir aquí, aparte de que es un destino turístico habitual y que albergó los Juegos Olímpicos a principios de los 90, cuando Freddie Mercury estaba en la cumbre; me lo imagino cantando a grito pelado la letra de la canción, describiendo a Barcelona como un precioso horizonte.

Estoy de acuerdo con él, la ciudad es un precioso horizonte y es un lugar vibrante en el que se invirtió de forma significativa antes y después de las Olimpiadas y aun así ha mantenido su estilo, una mezcla de bullicio y a la vez una serena tranquilidad. El contraste es evidente, entre la solemnidad de la mayoría de las esquinas con edificios antiguos y elegantes de fondo, y la cantidad de bares que invitan a comer en un ambiente cálido cómo no he visto en ningún otro sito. No podemos obviar el paisaje y la ubicación de Barcelona, una ciudad al sur del Mediterráneo, con clima templado y su precioso litoral, cuyos increíbles marineros amarran desde los yates más gigantescos hasta los veleros más pequeños; está claro por qué tanta gente de todo el mundo decide veranear aquí.

Espíritu pionero

La cultura de la ciudad tiene un alto grado de ambición, un espíritu pionero que va desde los tiempos de Colón y su primer viaje a las Américas, hasta Pablo Picasso, considerado como uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Y sigue en la actualidad con Ada Colau o «la alcaldesa más radical del mundo», como algunos la califican.

Al mirar alrededor, y descubrir una mezcla de restos de edificios antiguos y deslumbrantes rascacielos de diseño atrevido, recién construidos, que se erigen como gigantes espejos que reflejan la vitalidad de la ciudad, pareciese que, durante la crisis financiera del 2008, se hubiese privado a la ciudad de un poco del viento que empuja sus velas y la ciudad parece inacabada en ciertos lugares. Sería justo, por mi parte, definir la ciudad como «en obras», similar supongo a la Sagrada Familia, cuya fuerza, belleza, elegancia y espíritu vanguardista crecen a medida que se va formando.

La ciudad parece haber recuperado su magia después del contratiempo mundial del 2008, o quizá jamás la haya perdido y simplemente siga su curso. Siguiendo su naturaleza aventureraoptimista innovadora que la ha traído hasta aquí, la ciudad vuelve a mirar hacia el futuro y se adentra en la era digital.

Del mismo modo que yo siento como me integro muy fácilmente en la cultura y el ambiente local de la ciudad, comienzo a ver similitudes en el escenario de 'start-ups' de tecnología. Se palpa un espíritu emprendedor, hay innumerables pequeñas empresas de tecnología por toda la ciudad que cambian la manera tradicional de hacer las cosas para intentar encontrar soluciones a los grandes problemas de la humanidad, como por ejemplo Made of Genes, que emplea la tecnología y ciencia más punteras para aportar beneficios para la salud.

Invertir en talento e ideas

Las iniciativas del Gobierno, pasadas y presentes, juegan un papel importante en este proceso de gran cambio que está teniendo lugar aquí. Van más allá de fomentar la ambición del talento: lo celebran trazando el mapa de las 'start-ups' e incubadoras de toda la ciudad en su página web. La acción parece contrastar con los negocios tradicionales de las grandes multinacionales, como Banco Sabadell Telefónica, ambas con sedes corporativas en la ciudad. Sin embargo, las dos participan activamente, fomentando el cambio positivo e invirtiendo en el talento y sus ideas. Ellas también acogen el cambio y aportan su granito de arena a través de sus respectivas incubadoras, como Wayra en el caso de Telefónica, la empresa en la que trabajo, un programa que ofrece a los emprendedores innovadores acceso a varios recursos para poner en marcha sus negocios.

Se organizan encuentros regularmente para que el talento pueda colaborar y compartir ideas, como el Start-up Grind, patrocinado por Google, uno de los eventos mejor organizados, con toque corporativo y tras el que se nota el apoyo económico. Luego están los eventos más de la calle, con un bullicio similar a la cultura que presencié al explorar las calles sinuosas de la ciudad. Estos encuentros menos formales atraen al talento más disruptivo, en eventos como 'Fuck up Nights' donde pueden compartir sus fracasos mientras se toman una cerveza y prueban las famosas tapas.

También es un imán para talento global de sitios más conocidos en entornos tecnológicos disruptivos como el Silicon Valley. La ciudad organiza anualmente el conocido mega evento Mobile World Congress donde las mayores empresas tienen la oportunidad de presentar sus productos y servicios en el gran escenario mientras se empapan del estilo de vida europeo.

La visión realista

Y entonces, ¿cuáles son las pegas?, ¿las hay? ¿Cuál es la realidad a la hora de poner en marcha una empresa tecnológica en Barcelona o estar en el mercado del talento, en general? Bueno, aún estoy buscando mi sitio en este lugar increíble, pero allí están las cosas imperfectas, restos de varios años complicados en la crisis del 2008. Es verdad, no hay las famosas marcas disruptivas de ciudades como San Francisco que la mayoría conocemos. Quizá la financiación no es tan abundante o de fácil acceso como en otras ciudades más famosas…

Sin embargo, tiene una enorme capacidad para atraer talento, hay innovación disruptiva y gente con un talento increíble para generar impacto. Y luego las cosas prácticas, como un sistema de transporte público que funciona y un coste de vida más bajo en comparación con otras ciudades de innovación tecnológica, eso también hay que reconocerlo.

Pero hay algo más, se encuentra en el ADN de la ciudad, en el corazón de su cultura. La historia de la exploración de nuevas fronteras, las artes y los aspectos más humanos de las cosas. Es el contraste entre las tradiciones y la nueva forma de pensamiento que he descrito antes, bullicio y de alguna manera paz, al mismo tiempo. Es la gente, la diversidad. Sí, está en obras y lejos de acabar, pero hay motivos suficientes para visitarla, quizá trabajar aquí una temporada o quedarse para siempre…quién sabe.

Solo sé que Barcelona te enriquece….

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