BCN, 'innovation friendly'
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
Enric
HERNÀNDEZ
La internacionalización de la marca Barcelona a partir de los Juegos Olímpicos de 1992 ha constituido, vista un cuarto de siglo después, toda una bendición para la economía local y para las arcas municipales. El impacto del turismo en el PIB barcelonés y metropolitano ha permitido a la ciudad sufragar su transformación social y urbanística a resguardo de la globalización económica y de las sucesivas crisis, en especial de la que estalló a partir del 2008. La otra cara de la moneda ha sido la masificación turística de la capital, muy fructífera para los sectores hotelero, inmobiliario y comercial, pero también gravosa para los vecinos de los barrios céntricos. Cuando la inestabilidad en la otra orilla del Mediterráneo y el fenómeno de las aerolíneas 'low cost' dispararon la demanda de alojamientos asequibles, la llamada economía colaborativa, hija de la digitalización, multiplicó la oferta de apartamentos turísticos, con licencia o sin ella. Sin renegar de los innegables beneficios del turismo, los barceloneses padecen con encomiable estoicismo sus contraindicaciones, a menudo lesivas para la urbanidad y la convivencia.
Amén de potenciar el turismo de calidad -no siempre exento de excesos-, el Mobile World Congress, de la mano de la Mobile World Capital, ha sembrado en Barcelona la simiente para la transformación del tejido económico local. Los expertos congregados por '+ Valor' analizan hoy en este suplemento económico los hitos conquistados en esta senda, las oportunidades que se le presentan a la capital catalana y los desafíos que encara.
Para Barcelona y la región metropolitana, la economía del conocimiento puede constituir el trampolín para su definitiva internacionalización y, al tiempo, una válvula muy útil para aminorar su excesiva dependencia del turismo masificado. Aprovechando a escala -sin replicarlas artificiosamente- experiencias como la de Silicon Valley, instituciones públicas, universidades, empresas, entidades financieras y emprendedores deberían volcarse en convertir a BCN en una capital europea 'innovation friendly'. La inversión en educación y en investigación, la colaboración público-privada y la fiscalidad, entre otros muchos factores, son claves para que el capital y el talento -el local y el importado, gracias al atractivo de la ciudad y a su calidad de vida- se den la mano en Barcelona, al objeto de aprovechar todas las oportunidades que brinda la revolución digital, tanto o más disruptiva que la industrial del siglo XIX. Ese sería mejor legado del Mobile World Congress que la capital podría patrimonializar.
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