Basta ya de políticas de recortes

Las evidencias económicas demuestran que las políticas de austeridad no están sirviendo para la recuperación de la economía y están detrás del aumento de la pobreza y las desigualdades. Solo se mantienen por ideología

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Los últimos informes de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la OCDE constatan que las políticas de austeridad de la Unión Europea (UE) no están sirviendo para la recuperación de la economía y están detrás del aumento de la pobreza y las desigualdades, sobre todo en los países del sur de Europa.

Pero si las evidencias económicas sitúan el agotamiento de la vía de la austeridad, ¿por qué siguen las mismas recetas fracasadas? Puramente por ideología. El neoliberalismo está dominando las decisiones de la Comisión Europea que, a pesar de las evidencias de estancamiento económico, continúa exprimiendo las condiciones laborales y sociales de la mayoría de la población.

Unas recetas ideológicas que siguen encontrando adeptos en algunas instituciones. La última ha sido el Banco de España que, en lugar de dedicarse a hacer la función de control y supervisión del sistema financiero, se dedica a opinar sobre reformas laborales, contratación,... con unas propuestas caducas que hablan de rebajar condiciones y derechos a la contratación indefinida como solución para reducir la temporalidad, de desregular las relaciones laborales dando más poder al empresariado, de debilitar el sistema público de pensiones para dar al negocio privado de bancos y aseguradoras una parte del pastel. Es decir, acabar con las desigualdades haciéndonos a todos y todas más pobres y precarios.

¿Todos y todas? No, porque mientras la mayoría de la población sigue sufriendo la devaluación salarial y de condiciones de trabajo, hay una franja de población que coincide con las élites y directivos de empresas y grandes fortunas que han continuado incrementando sus ganancias, que pagan menos impuestos (o los evaden) y por tanto no contribuyen de la misma manera al sostenimiento del Estado del bienestar tal y como hace la mayoría de la población.

Hay que cambiar las políticas por justicia social y por eficiencia económica. La crisis, las reformas laborales y los recortes han hecho crecer el paro, la pobreza y las desigualdades. En Catalunya, el paro (17,4%) sigue siendo muy elevado y nos coloca a la cola de la UE, y la temporalidad, con un 19,6%, y la contratación a tiempo parcial, con un 14,3% (un 21,5% en el caso de las mujeres), están presentes en la mayoría de los nuevos contratos.

Emergencia social

Para mucha gente la situación es de emergencia social. Un 70% de personas paradas no reciben ninguna prestación y no pueden encontrar trabajo ya sea por su edad o porque el mercado de trabajo no crea empleo suficiente. Hay más 100.000 hogares donde no entra ningún ingreso y la tasa de pobreza ya se sitúa en un 25% y en más del 30% en la población menor de 16 años.

El empleo que se crea es mayoritariamente con salarios bajos y condiciones laborales precarias, lo que provoca que hoy un 15% de trabajadores sean pobres y que, a pesar de aumentar el número de cotizantes a la Seguridad Social, la recaudación cada vez sea inferior.

Hay que hacer un cambio de políticas en Europa, España y Catalunya: derogar las reformas laborales que son las principales causantes de la devaluación salarial, del trabajo precario, la desregulación y la pérdida de derechos laborales; incrementar salarios (empezando por el salario mínimo) y recuperar la función de la negociación colectiva para garantizar los derechos de todos los trabajadores y trabajadoras; revertir los recortes y las privatizaciones de los servicios públicos; hacer frente a la situación de emergencia social con la puesta en marcha de una renta garantizada para quien no tiene ningún ingreso y con actuaciones contra la pobreza energética y los desahucios; apostar por otro modelo productivo basado en la producción y el empleo de calidad, con innovación y apoyo a la industria y la economía.

No se trata de cuadrar las cuentas recortando sino de movilizar los recursos disponibles a través de una reforma fiscal que recupere la progresividad de los impuestos, que haga pagar más a quien más tiene y gana, que haga tributar más a las grandes empresas y grandes fortunas y persiga el fraude, la evasión y la elusión fiscal.

Hay margen de actuación

La presión fiscal en nuestro país es siete puntos inferiores a la media de la UE, por lo tanto hay margen de actuación. No es de recibo que mientras la tributación efectiva de las pymes es del 14,9%, la de las grandes empresas sea del 6%; que tributen más las rentas del trabajo que las del capital; que los grandes patrimonios encuentren figuras fiscales como las SICAV para tributar solo el 1% u otras vías para eludir el pago de impuestos; que las grandes herencias en Catalunya no paguen nada de impuesto de sucesiones y donaciones en caso de parentesco de primer grado.

En relación a la fiscalidad, se debe actuar también a nivel europeo para evitar que haya países que practiquen el 'dumping' fiscal con otros países de la UE o que actúen en la práctica con paraísos fiscales. Por eso hay que implantar una tasa a las transacciones financieras, hacer una armonización fiscal a nivel de Unión Europea y perseguir el fraude y la evasión fiscal a nivel europeo y mundial.

Para cambiar las políticas hay que cambiar las mayorías en Europa y en los países que forman la UE. Con la movilización de los trabajadores y de la ciudadanía y articulando nuevas mayorías políticas que hagan cambiar las políticas de la Comisión Europea para ponerla al servicio de las personas y sus necesidades y no a los intereses de los mercados y del poder financiero.